Totus Tuus, Dios mío!


Paz y bien!
Mc 1, 40-42

Convertirse significa acoger agradecidos el don de la fe y hacerlo operativo por la caridad.

Convertirse quiere decir reconocer a Cristo como único señor y rey de nuestros corazones, de los que puede disponer.

Convertirse implica descubrir a Cristo en todos los acontecimientos de la historia humana, también de la nuestra personal, a sabiendas de que Él es el origen, el centro y el fin de toda la historia, y que por Él todo ha sido redimido y en Él alcanza su plenitud.

Convertirse supone vivir de esperanza, porque Él ha vencido el pecado, al maligno y la muerte, y la Eucaristía es la garantía.

Convertirse comporta amar a Nuestro Señor por encima de todo aquí en la tierra, con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas.

Convertirse presupone entregarle nuestro entendimiento y nuestra voluntad, de tal manera que nuestro comportamiento haga realidad el lema episcopal del Santo Padre, Juan Pablo II, Totus Tuus, es decir, Todo tuyo, Dios mío; y todo es: tiempo, cualidades, bienes, ilusiones, proyectos, salud, familia, trabajo, descanso, todo.

Convertirse requiere, entonces, amar la voluntad de Dios en Cristo por encima de todo y gozar, agradecidos, de todo lo que acontece de parte de Dios, incluso contradicciones, humillaciones, enfermedades, y descubrirlas como tesoros que nos permiten manifestar más plenamente nuestro amor a Dios: ¡si Tú lo quieres así, yo también lo quiero!

Convertirse pide, así, como los apóstoles Simón, Andrés, Jaime y Juan, dejar «inmediatamente las redes» e irse con Él (Mc 1,18), una vez oída su voz.

Convertirse es que Cristo lo sea todo en nosotros.

¡Gloria a Dios!

Comentarios

  1. BOM DIA
    PASSEI E VI O TEU BLOG
    E RESOLVI CONHECER-TE
    GOSTEI E VIREI MAIS VEZES

    BEIJOS

    BRUNO

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  2. "Que Cristo lo sea todo en nosotros"
    Siempre.
    Amén.

    Te abrazo.

    ResponderBorrar

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