2 de junio de 2011

«Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hacia la verdad plena»

Paz y bien en el Señor Jesus y en su Santísima Madre,
A lo largo de los siglos, dos grandes revoluciones han conmovido la tierra; los llamados dos Testamentos: uno ha hecho pasar a los hombres de la idolatría a la Ley; el otro, de la Ley al Evangelio. Un tercer cambio se prevee: aquel que, de aquí abajo, nos llevará a lo alto donde no hay movimiento ni agitación. Ahora bien, estos dos Testamentos tienen el mismo carácter...: no lo han transformado todo rápidamente desde el primer impulso de su creación...para no hacer las cosas con violencia sino con persuasión. Porque aquello que es impuesto por la fuerza, no es perdurable.

El Antiguo Testamento ha manifestado claramente al Padre, oscuramente al Hijo. El Nuevo Testamento ha revelado al Hijo e insinuado la divinidad del Espíritu. Hoy el Espíritu vive entre nosotros, y se hace ver con claridad. Hubiera sido peligroso dar a conocer abiertamente al Hijo cuando la divinidad del Padre no era reconocida, y, cuando la divinidad del Hijo no era admitida, imponer...la del Espíritu Santo. Se podría temer que, como los responsables de demasiada comida o como los que miran el sol con los ojos todavía débiles, los creyentes pueden perder la fuerza que tenían para soportar. El esplendor de la Trinidad debe, entonces, iluminar progresivamente o como dice David, «poco a poco»(Sal 83,6) y por una progresión de gloria en gloria ...

Todavía quiero hacer esta consideración: El Salvador sabía que ciertas cosas sus discípulos no las podían llevar por ahora, a pesar de la enseñanza que habían recibido. Por la razón que he dicho más arriba, mantenía cosas ocultas. Y Él les repetía que el Espíritu, después de su venida, se lo enseñaría todo. (San Gregorio de Nacianceno (330-390), obispo y doctor de la Iglesia)
Fraternalmente,