Moldeados a la luz de Dios
1 Pe 3, 21
Todos consideramos como una verdadera alabanza, un elogio, el que digan de nosotros que tenemos mucha personalidad. Nos sentimos bien, holgados diría.
Ahora bien, la propia personalidad se forma sólo con el dominio de si mismo, con el acero de la voluntad que sabe negarse a muchas cosas y ser fiel a otras. No traicionar la propia conciencia, que es lo mismo que no traicionar a Dios.
Por el contrario, calificamos como un insulto, un agravio, el que nos digan que somos cobardes; pero resulta que para adquirir una personalidad propia, definida, auténtica, es imprescindible el valor; el valor que sepa decir que si cuando hay que decirlo y que no titubee, que no dude en decir que no cuando no se pueda decir que si.
Ser valiente... ser cobarde; tener personalidad... no tenerla.
Es la voluntad la que deberá regirnos, guiarnos... pero esa voluntad debe ser iluminada por el entendimiento y por la gracia del Señor; debemos pedir esa luz y esa fuerza y con ella lanzarnos a las cumbres sin titubeos, sin miedos, sin angustias de ninguna clase.
Si tenemos conciencia de que somos hijos de Dios, esa conciencia deberá regir todos nuestros actos.
«Todo esto es figura del Bautismo, por el cual ustedes ahora son salvados y que no consiste en la supresión de una mancha corporal, sino que es el compromiso con Dios de una conciencia pura, por la resurrección de Jesucristo»Fraternalmente,
eL CONOCIMIENTO DE QUE SOY HIJA DE dIOS ME ESTÁ EJRCITANDO MIS DESEOS DE ESTAR EN LA vOLUNTAD DE dIOS Y ENTRAR EN ELLA CON DOCILIDAD Y OBEDIENCIA....NO SABES LA DE CONFLICTOS QUE ME ESTOY EVITANDO......ME ENCANTAN TUS ENTRADAS....gLORIA A dIOS.
ResponderBorrarA medida que voy acercándome al Jesús que murió en la cruz, cada vez veo más lo que tengo... y lo que soy...
ResponderBorrarSaludos
Gosspi, la docilidad y obediencia es la delgada línea entre la vida y la muerte, estar en y con Dios y no estar.
ResponderBorrarUn abrazo
Angelo, ver lo que tenemos y lo que somos al pié de la cruz, despojado de todo, veremos lo que nos falta, como dice Santiago Alberione: «la humildad del corazón nos lleva a una disposición continua para recibir la gracia de Dios»
Un abrazo