30 de abril de 2012

Instintos

Paz y bien
Lucas 2, 29-32

Se necesita mucha mayor fortaleza y dominio de si mismo para ser bueno que para ser malo; hay que ser mucho más valiente para guardar fidelidad al deber que para quebrantarlos; se precisa un esfuerzo más vigoroso y constante para remar contra corriente, que para dejarse llevar río abajo.

La ley de gravedad tira hacia abajo; los instintos tiran hacia abajo; el peso de la comodidad nos deja en el llamo; solamente el empuje del motor es el que posibilita ascender a las alturas o arrastrar el tren hacia adelante.

Si en la vida nos dejamos llevar por instintos e inclinaciones, por comodidades o conveniencias, no podremos volar a gran altura... una vida de bajo vuelo, de muy limitada visión, de horizonte difusos.

Es siempre más hermoso y provechoso aspirar a las alturas oxigenadas que a las miasmas de los pantanos; se divisa siempre un panorama más cautivados desde arriba que al ras de la tierra.
«Señor, ahora ya puedes dejar que tu servidor muera en paz como le has dicho. Porque mis ojos han visto a tu Salvador que tu preparaste para presentarlo a todas las naciones. Luz para iluminar a todos los pueblos y gloria de tu pueblo, Israel»
Adelante... siempre hacia arriba...Cristo posibilitará nuestro perfeccionamiento.

Fraternalmente,



Dominus Providebit

29 de abril de 2012

La salvación y mucho más...

Paz y bien

4º Domingo de Pascua - B - Juan 10, 11-18

Jesús es el Señor de nuestra vida, es la autoridad, el Pastor que nos guía con sus palabras y con el ejemplo de su vida. Y si el ejercicio de toda autoridad ha de ser un servicio, Jesús demostró con su entrega en los años que vivió entre nosotros -y de manera elocuente en la cruz- que dio su vida por sus ovejas. ¿Cuál ha de ser nuestra respuesta ante sus silbidos amorosos, ante las indicaciones que nos hace a través de los que ha constituido como pastores en la Iglesia? La respuesta ha de ser la sumisión y la obediencia.

Nuestra actitud ante los documentos del Papa y de los Obispos ha de ser la sumisión de nuestra inteligencia. No son opiniones lo que dicen, lo han pensado muy bien y se han informado por expertos cuando indican cuál es la respuesta de la fe o la solución moral a una cuestión. Sólo el Papa y los Obispos unidos a él tienen esta autoridad delegada de Cristo. Por eso, aunque un teólogo fuera muy listo, si disiente del Magisterio de la Iglesia, se equivoca y no hay ni que escucharle.

Si en cualquier tema humano no todas las opiniones valen lo mismo -pues puede haber opiniones autorizadas y otras que no lo son-, en cuestiones de fe o de moral mucho más, pues no se trata de opiniones, sino de conocer la verdad objetiva. La única autoridad en estos temas es Cristo, que es la Verdad, el Buen Pastor, y la de aquellos que le representan, a los que dio una especial asistencia para que fueran fieles intérpretes de sus palabras y confirmaran en la fe a sus hermanos.
Gracias, Señor, porque siendo Dios no usas la prepotencia con los hombres, sino que nos presentas la verdad en un ejercicio de humildad y de servicio. Gracias porque tus ministros gastan su vida aprendiendo tus palabras y enseñándonos sin medir el tiempo que dedican.
Fraternalmente,


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Huellas de P. Jesús Martínez García



Dominus Providebit

28 de abril de 2012

Una simple plegaria a la Virgen


Madre, no permitas que me desoriente en mi camino;
no dejes que el cansancio se apodere de mi con exceso,
de suerte que me detenga, sin adelantar...
Que tampoco me deslumbre el paisaje del camino
y me haga olvidar el término y la meta donde me dirijo.
Madre, que camine siempre con la vista levantada
y clavada en la meta final,
que es la posesión de tu Hijo Jesús,
sin desviarme a derecha o izquierda, 
respondiendo siempre a las exigencias
del amor de Dios y del amor de los hermanos...
Y que en ese camino te lleve siempre a ti, Madre mía, 
como la más cálida y tranquilizante compañía.
«Madre, perseveras de manera admirable en el misterio de Jesucristo, porque estas siempre dondequiera están los hombres tus hermanos, dondequiera está la Iglesia» (Juan Pablo II)
Fraternalmente,

27 de abril de 2012

¡Señor, haznos uno..!


El sol acaba de iluminar a lo lejos
al franja externa del primer oriente.
Una vez más, bajo la movediza cascada de sus rayos,
se despierta la superficie viva de la tierra,
se estremece y reinicia su pasmoso trabajo.

Dios mío, te ofreceré la anhelada cosecha de este primer esfuerzo.
Te presentaré en mi copa la savia
de todos los frutos que hoy serán pulverizados.

Oh Señor, llevaré a tu presencia 
las profundidades de mi alma
ampliamente abierta a todas las fuerzas
que dentro de un instante van a elevarse
a todos los puntos del globo y a converger hacia el Espíritu.

En otro tiempo, se traían a tu templo las primicias
de las cosechas y lo mejor de los rebaños.
La ofrenda que realmente esperas,
la que tú necesitas misteriosamente todos los días
para calmar tu hambre, para apagar tu sed,
no es nada menos que el desarrollo del mundo
empujado por el progreso universal.

Recibe, Señor, esta Hostia total que la Creación
movida por tu atractivo, te presenta en la nueva aurora.

El pan, nuestro esfuerzo, no es por si mismo,
lo se, sino una inmensa descomposición.

El vino, nuestro dolor, no es aún sino una bebida disolvente.

Pero en el fondo de esta masa informe, pusiste,
 estoy seguro porque lo siento,
un deseo irresistible y santificador 
que nos hace gritar, desde el impío hasta el fiel:
«Señor, haznos uno»

La que da gloria a Dios, más que la grandeza y la hermosura del universo es la sociedad humana basada sobre la justicia. Y por eso se alegra la creación entera cuando Dios establece su reino entre los hombres. Alegría del universo que hasta aquí fue echado a perder por la ambición desmedida del hombre. Alegría de las naciones que descubren su razón de ser en Dios.



Fraternalmente,




Dominus  Providebit
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Huellas de Teilhard de Chardin

26 de abril de 2012

Amor total, único y entregado


“No sé . Todo lo que sé es que amar es 
experimentar el espacio más hermoso dentro de uno mismo.”
Paz y bien

El otoño es soltar, liberar, desprender, dejar ir... vaciarnos para completarnos... tomar a cargo la felicidad de otro es el primer movimiento, la primera exigencia del verdadero amor; y es que el amor no se fija en si, sino en la persona amada.

Siempre que te busques a ti mismo en primera línea, no amas con auténtico amor; siempre que prefieras tu propia satisfacción o utilidad a la satisfacción y tranquilidad de otros, no amas de verdad.

Es decir... no amas a los otros, te amas a ti mismo... amarse a si mismo en detrimento de los otros es destruirse a si mismo y eso no es amarse; solo te amaras a ti mismo cuando ames de veras a los otros... cuando te inmoles por los otros... cuando te preocupes por los otros... cuando te sacrifiques a ti mismo por los otros.

Cuando uno se sirve de otro sin una perspectiva de entrega profunda, es imposible el amor... pues, para que el amor sea verdadero, ha de ser total, único y entregado.
«Por eso lo sufro todo por el bien de los elegidos, para que también ellos alcancen la salvación que se nos dió en Cristo Jesús y participen de la Gloria eterna» (2 Tim 2, 10)
Fraternalmente, 


Dominus Providebit

25 de abril de 2012

Siembra...

Paz y bien
1 Tes. 5, 5

Siempre es mejor construir que destruir, y sembrar es construir para el día de mañana, para recoger más adelante.

Siembra tu fe, para sostener y apoyar a los que vacilan. Siembra tu abnegación y no la reserves totalmente para ti. Siembra tu confianza y Dios no te dejará ni los hombres te fallarán.

Siembra la sonrisa a tu alrededor; la sonrisa hace bien y te hace bien... la sonrisa disipa nubes y suaviza tiranteces. Siembra tu dulzura y llegarás a conquistar a los hombres, aun a aquellos que tienden a la violencia o no saben dominarse.

Siembra tu amistad, tu gozo y tu entusiasmo en todos aquellos que lo necesitan, pues así llegarás a hacer felices a los demás y ellos te harán feliz a ti. Siembra tus sacrificios, aún con lágrimas y sin alarde; todo sacrificio requiere una cuota de dolor y de sangre... pero toda sangre es redentora y toda lágrima es purificadora.

Siembra toda tu vida; que toda tu vida sea una verdadera siembra de alegría, bondad, de paz y de amor... el que siembra luz, recogerá calor, por el contrario, quien siembra vientos, recogerá tempestades.
«...todos ustedes son hijos de la luz, hijos del día. Nosotros no pertenecemos ni a la noche ni a las tinieblas.»
Como hijos de la luz, tenemos que iluminar a cuantos están cerca nuestro... iluminarlos para llevarlos a Cristo. Que las tinieblas no iluminen, no es extraño, pero que la luz se apague... causa angustia.

Fraternalmente, 



24 de abril de 2012

¡Ama..!


Paz y bien
2 Pe 1, 5-6

Es bueno hacer lo que Dios quiere; pero quizá sea mejor, y cueste más, querer lo que Dios hace. Y todavía se puede dar otro paso adelante: querer lo que Dios hace, pero quererlo con amor; porque lo que en la vida se hace sin amor, vale muy poco; en cambio, lo que se hace con amor...¡cuánto se estima!

Entre un ramo de flores que te tiran a la cara, o el capullito que te ofrecen con cariño; entre una tarjeta que te la dan como al pasar en la calle o aquella que te ofrecen con amor a la salida del templo... seguramente preferirás esto último. Si las cosas de tu vida las realizas con amor y por amor, nadie te preguntará que es lo que has hecho, sino más bien se fijarán en el amor con que lo has hecho.
«Por esta misma razón, pongan todo el empeño posible en unir a la fe, la virtud; a la virtud el conocimiento; al conocimiento, la templanza; a la templanza, la perseverancia; a la perseverancia, la piedad; a la piedad, el espíritu fraternal; y al espíritu fraternal, el amor»
Nadie te preguntará... tampoco Dios que no se fija tanto en lo que hacemos cuanto en el amor con que lo hacemos... Ama! ésta es la ley, el consejo, la meta, el todo...

Fraternalmente,


Dominus Providebit

23 de abril de 2012

Llegar a la hora la muerte...


Paz y bien
Salmo 116, 15
Rom 8, 11

Muchos ponen toda su esperanza en morir bien; cómo es morir bien y cuál es el sentido que se le da esa frase... ¿morir sin dolor? ¿morir con una enfermedad corta? ¿morir rodeado de los tuyos?

Morir bien es, sobre todo, morir con la conciencia tranquila, sin angustias espirituales, que son mucho más torturantes que los dolores de cuerpo. Morir bien es paz con Dios y con los demás; es morir de tal forma, que todos sientan tu muerte y nadie tenga motivos para alegrarse por ella.

Quizá lo principal no es morir bien, sino vivir bien; porque debe ser muy triste llegar al fin de la vida, arrastrando tras de si una secuela de odios, de amarguras producidas a los que nos han rodeado, de injusticias con todos, de egoísmos, y cosas parecidas... en cambio, llegar a la hora de la muerte, con la conciencia de haber cumplido con nuestro deber durante la vida, con la seguridad de haber vivido bien, es lo que convierte el momento de la muerte en un pasar de la vida con minúsculas a la Vida con mayúsculas, de los brazos de los hombres a los brazos de Dios... y esto, nunca puede ser desagradable, ni doloroso.
«¡Que penosa es para el Señor la muerte de sus amigos!... Y si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de la muerte habita en ustedes, el que resucitó a Cristo Jesús también dará vida a los cuerpos mortales, por medio del mismo Espíritu que habita en ustedes» 
Fraternalmente,




Dominus Providebit

22 de abril de 2012

Resucitar es encender las luces


Paz y bien

3º Domingo de Pascua, B, Lucas 24, 35-48

Hay personas que opinan que la vida de cada ser humano está escrita. Dicen que el destino de cada uno ya está predeterminado. Los católicos no creemos en esta afirmación. Nosotros no creemos en el destino. La vida de cada ser humano está basada en el amor y la libertad personal que nos hace realmente dueños de nuestra existencia. El Evangelio de hoy nos dice que "así estaba escrito..." pero no referido a un cumplimiento ciego de un supuesto destino. Jesús entregó su vida libre y conscientemente por la salvación de todos. Aceptar al Señor pide de nosotros esa entrega libre y consciente a la voluntad de Dios.

Muchas veces podemos pensar que el cristianismo es una religión complicada donde la filosofía se ha hecho teología y viceversa. Para algunos la filosofía les es suficiente para llenar sus vidas. Ya existen en muchas ciudades el "consejero filosófico" además de los consejeros espirituales y psicológicos... ¿Pero qué es lo que necesitamos realmente para encontrar al Señor en nuestra vida?

La resurrección del Señor es algo razonablemente increíble. Sólo desde la fe podemos penetrar en su hondura y su amplitud. Siempre nos quedaremos cortos a la hora transmitir la trascendencia de este suceso que cambió la faz de la Humanidad. Necesitamos un asentimiento para descubrir la trascendencia de la resurrección.

Para muchas personas, incluso para algunos que se dicen cristianos , la resurrección es un tema incómodo. Es difícil de explicar y mucho más complicado el sentir interiormente esa experiencia. Pero todos estamos llamados, invitados, a experimentar esa resurrección.

Nuestra fe está basada en la resurrección. No recordamos y vivimos a Jesús porque hiciera milagros ni por sus parábolas, ni siquiera por su actitud de rebeldía... de todas esas situaciones tenemos innumerables ejemplos en la Historia. Recordamos a Jesús porque dio su vida por nosotros redimiendo nuestra debilidad espiritual y porque resucitó, todo lo demás debe girar alrededor de este gran acontecimiento. En la pastoral muchas veces hacemos justo lo contrario. Presentamos todas las exigencias de la fe, adoctrinamos más que evangelizamos, normatizamos más que liberamos y dejamos la cuestión de la realidad de la resurrección casi escondida. Llenos de miedos disfrazamos la vida auténtica (Jesús resucitado) como un personaje cargado de historia y de teología en lugar de vitalidad que ayude al ser humano a encontrar el sentido trascendente de su vida.

No es suficiente la realidad de la resurrección para seguir al Señor. Los amigos de Jesús cuando le experimentaron resucitado le confundieron. María Magdalena le confunde con el "hortelano". Los discípulos de Emaús con "un caminante". Algunos de sus discípulos con "un fantasma". También en nuestro tiempo a Jesús le podemos confundir con tantas y tantas cosas: "un revolucionario", "un justiciero", "un reivindicador de...", "un iluminado".

La única manera de no confundir a Jesús con alguien que no es, es precisamente zambullirnos el resto de nuestra vida en el misterio de su resurrección. Meditar, orar y vivir la resurrección es la mejor predicación que podemos hacer sobre ella.

Vivimos en una sociedad que se ha acostumbrado a vivir sin la grandeza de las palabras grandes y prefiere las mínimas realidades, la intrascendencia a la trascendencia. Este es el peaje que tenemos que pagar a nuestra debilidad humana. La resurrección es la redención de nuestra débil humanidad.

Cuando las luces se apagan y los sueños se acaban, vuelven una y otra vez los fantasmas a la vida, que nos traen la soledad. Cuando las puertas se cierran y las lágrimas quiebran y la incertidumbre de saber qué pasará, entonces es cuando no queda nada. Resucitar es encender las luces, despertar de los sueños, despejar los fantasmas y recuperarnos de la soledad. Resucitar es abrir las puertas y secar las lágrimas y saber la seguridad de lo que pasará. Entonces es cuando lo tendremos todo.

La vida de cada cristiano es ir de la cruz a la resurrección y en el camino nos encontraremos con los auxilios de la Palabra, la Iglesia, los demás. Debemos hacer este trayecto sin miedos. Jesús va delante abriéndonos el camino.

Fraternalmente,



Dominus Providebit
___
Huellas de Mario Santana Bueno

21 de abril de 2012

El auxilio de María Santísima

Paz y bien

Invocar a María como Auxilio de los cristianos no es sino expresar con palabras lo que la celestial Madre hace en nosotros con sus obras.

María es la gran auxiliadora del pueblo cristiano, que de ella recibe la protección contra las adversidades, el consuelo en sus penas, la fortaleza en las desgracias.

Si el hijo en todo momento de aflicción acude a su madre, al cristiano no se le cae de los labios la invocación  de su Madre Santísima y a esta celestial Señora nada le preocupa tanto, como ayudar a sus hijos, que a ella acuden con sencilla confianza y profundo amor.
¡Oh Corazón de María! el más simple y compasivo de los corazones después del de Jesús,
Trono de las misericordias divinas en favor de los miserables pecadores; yo, reconociéndome sumamente necesitado, acudo a ti a quien el Señor ha puesto todo el tesoro de ser por ti socorrido. Tu eres mi refugio, mi amparo, mi esperanza; por esto te digo y te diré en todos mis tiempos de apuros y peligros: ¡Oh dulce Corazón de María, se la salvación mía!
Fraternalmente,



Dominus Providebit

20 de abril de 2012

Bendita la luz



Bendito el lugar y el motivo de estar ahí
bendita la coincidencia.
Bendito el reloj que nos puso puntual ahí...
Bendita sea tu presencia.
Bendito Dios por encontrarnos en el camino
y de quitarme esta soledad de mi destino.

Bendita la luz, bendita la luz de tu mirada
bendita la luz, bendita la luz de tu mirada... desde el alma.

Benditos ojos que me esquivaban,
simulaban desdén que me ignoraba y de repente sostienes la mirada.
Bendito Dios por encontrarnos en el camino
y de quitarme esta soledad... de mi destino.

Bendita la luz, bendita la luz de tu mirada
bendita la luz, bendita la luz de tu mirada, oh.

Gloria divina de esta suerte, del buen tino,
de encontrarte justo ahí, en medio del camino.
Gloria al cielo de encontrarte ahora,
llevarte mi soledad
y coincidir en mi destino, en el mismo destino.

Bendita la luz, bendita la luz de tu mirada
bendita la luz, bendita la luz de tu mirada.

Bendita mirada, oh, 
bendita mirada desde el alma.
Tu mirada, oh oh, 
bendita, bendita,
bendita mirada,
bendita tu alma y bendita tu luz.
Tu mirada, oh oh.
Oh oh, te digo es tan bendita
tu luz amor.
Y tu mirada oh, oh.
Bendito el reloj y bendito el lugar,
benditos tus besos cerquita del mar.
Y tu mirada, oh, oh.
Amor amor, qué bendita tu mirada,
tu mirada amor.









Fraternalmente, 



† 
Dominus Providebit

19 de abril de 2012

Imperfectos

Paz y bien
Job 4, 17
Job 9, 2-3

Nadie es totalmente perfecto, todos tenemos nuestras limitaciones, que no serán producto de una mala voluntad, pero si ello fruto de la humana naturaleza, débil e imperfecta.

Hasta el sabio más sabio reconoce que hay cosas que ignora; más aún, cuanto más sabio es, más reconoce y lamenta el mundo ilimitado al que no alcanza con sus conocimientos, incluso en su propia especialidad.

Hasta el santo más santo reconoce que tiene sus defectos e imperfecciones; más aún cuanto más santo es, tanto más humillado se siente, pues ve y lamenta que le falta tanto aún para llegar a conseguir perfección.
“¿Hay algún hombre que se encuentre bueno delante de Dios?” “¿Cómo puede un hombre justificarse ante Dios? Si quisiera discutir con Él, no podría responderle ni una entre mil veces”.
No temas por lo tanto, reconocer en ti limitaciones, imperfecciones y defectos; reconócelos y siéntelo profundamente. Si pensaras que no tienes defectos, sería argumento irrebatible para probar que distas mucho de la sabiduría y santidad; si lo reconoces, estás demostrando sin palabras, pero con hechos, que tiendes a ambas cosas: a la ciencia verdadera y a la santidad.

El esfuerzo por la propia perfección, es una tácita confesión de las propias deficiencias.

Fraternalmente,


Dominus Providebit

18 de abril de 2012

Aquel que me fortalece

Paz y bien
Jn 15, 5
Filip. 4, 13

Es difícil tener fe; es mucho más difícil vivir sin fe. Con fe, el camino de la vida se hace difícil; sin fe, el camino se torna imposible.

Si no se tiene fe, en su auténtica dimensión, se cae en mil supersticiones ridículas e irracionales. Sin fe, no alcanzarán a levantar una hoja del suelo; con la fe podrán mover el mundo y convertir al hombre.

Ni fe sin amor, ni amor sin fe; ni fe sin obras, ni obras sin fe; ni Dios sin el hombre, ni el hombre sin Dios.

Muchas cosas no se entienden hasta que no sufrimos por ellas.

«Hacer lo que Dios quiere y querer lo que Dios hace» puede ser una muy buena norma de conducta para la vida. La perseverancia es buena, si es perseverancia en el bien... el bien no es valedero si no es perseverante.

Nosotros solos somos muy poca cosa; el Señor nos lo advierte “... pero sin mi no pueden hacer nada.” En cambio, sabemos que con El todo lo podemos, ya que Cristo y yo somos mayoría aplastante... “Todo lo puedo en Aquel que me fortalece”

Ahora la vida ya toda respira tranquilidad.

Fraternalmente,



Dominus Providebit

17 de abril de 2012

Ya su olor inunda el cielo


La bella flor que en el suelo
plantada se vio marchita
ya torna, ya resucita,
ya su olor inunda el cielo.

De tierra estuvo cubierta,
pero no fructificó
del todo, hasta que quedó
en un árbol seco injerta.
Y, aunque a los ojos del suelo
se puso después marchita,
ya torna, ya resucita,
ya su olor inunda el cielo.

Toda es de flores la fiesta,
flores de finos olores,
mas no se irá todo en flores,
porque flor de fruto es ésta.
Y, mientras su Iglesia grita
mendigando algún consuelo,
ya torna, ya resucita,
ya su olor inunda el cielo.

Que nadie se sienta muerto
cuando resucita Dios,
que, si el barco llega al puerto,
llegamos junto con vos.
Hoy la Cristiandad se quita
sus vestiduras de duelo.
Ya torna, ya resucita,
ya su olor inunda el cielo. Amén.

                                                                    

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre



___
Himno de Laudes, lunes de la Semana II, tiempo Pascual



Dominus Providebit

16 de abril de 2012

El ángel guardián

Es verdad, no es un cuento;
hay un Ángel Guardián
que te toma y te lleva como el viento
y con los niños va por donde van.

Tiene cabellos suaves
que van en la venteada,
ojos dulces y graves
que te sosiegan con una mirada
y matan miedos dando claridad.

Él tiene cuerpo, manos y pies de alas
y las seis alas vuelan o resbalan,
las seis te llevan de su aire batido
y lo mismo te llevan de dormido.

Hace más dulce la pulpa madura
que entre tus labios golosos estrujas;
rompe a la nuez su taimada envoltura
y es quien te libra de gnomos y brujas.

Es quien te ayuda a que cortes las rosas,
que están sentadas en trampas de espinas,
el que te pasa las aguas mañosas
y el que te sube las cuestas más pinas.

Y aunque camine contigo apareado,
como la guinda y la guinda bermeja,
cuando su seña te pone el pecado
recoge tu alma y el cuerpo te deja.

Es verdad, no es un cuento:
hay un Ángel Guardián
que te toma y te lleva como el viento
y con los niños va por donde van.

                                                                                           Gabriela Mistral

Fraternalmente, 


Dominus Providebit

15 de abril de 2012

Incrédulos

Paz y bien

Domingo 2º de Pascua - Divina Misericordia

¿Qué es en realidad lo que creemos los cristianos cuando hablamos de resurrección? ¿Qué es lo que creemos cuando afirmamos la resurrección de Jesús?

La resurrección no es la reanimación de un cadáver, no es poner en marcha un corazón que se había parado; no es una vuelta a esta vida de debilidad y muerte para alargarla unos años más. No. Resucitar no es eso para nosotros los cristianos. La resurrección es la total transformación de toda la persona, su realización plena, su entrada en la Vida, en la Vida de Dios. Decir que Jesús ha resucitado es decir que ha triunfado, que ha sido constituido por Dios en Señor, en Hombre Nuevo. Y, por lo tanto, es afirmar que el Reino que Él predicaba es realmente posible. ¡Hay esperanza para los pobres, los marginados, los crucificados de la tierra tal como Él les anunció!

Al lado de esta afirmación de la resurrección de Jesús el evangelio nos desconcierta. En lugar de la alegría y del gozo los apóstoles estaban abatidos, desconcertados. Lo que les mantenía unidos era el miedo no la alegría de la resurrección. No es nada extraño que el primer saludo de Jesús para ellos sea el de "Paz con vosotros". Jesús no les reprocha sus cobardías y su falta de confianza en Él. El encuentro con el resucitado fue para los primeros creyentes una experiencia que reanimó su fe y su vida.

Muchos cristianos de hoy día pueden que sean perfectos y escrupulosos seguidores del Señor: cumplen las normas con eficiencia, se prodigan en los actos litúrgicos... todo esto es maravilloso siempre y cuando contribuya a crear auténticos testigos de la resurrección.

Tomás era también apóstol, hizo el mismo proceso que los demás, pero no estuvo en comunidad cuando el Señor les visita por primera vez. Fue a la comunidad de los discípulos a quienes el resucitado se aparece para que hagan una profunda experiencia de fe. Tomás en solitario sólo cobija la duda y el temor. Esto mismo pasa a los cristianos que son alérgicos a la vida de comunidad. No significa que tenemos que perder nuestra identidad individual y dejar que se funda en la comunidad. Dios nos llama a cada uno, individualmente, pero nos llama para que hagamos la experiencia de fe en la comunidad de la Iglesia. La comunidad de la Iglesia tiene el privilegio de comunicar el mensaje de perdón de Dios a la humanidad y continuar la labor del Señor. Para vivir y experimentar al resucitado la primera experiencia se dio en fraternidad.

Con las apariciones del resucitado da comienzo nuestra fe. Creemos porque el Señor resucitó. Para que aparezca la vida tiene que ser removida la muerte. No hay prueba más grande que el superar el vacío de la muerte, de ahí que algo tan grandioso sea difícil de captar y de aceptar sin fe.

Cuando dudamos de la fe es que no hemos pasado por la experiencia de la resurrección. Pedimos "ver" para creer cuando lo que necesitamos es experimentar para ver. El poder ver al resucitado es un don de Dios, que Él concede al que quiere.

La confesión de fe de Tomás es la auténtica confesión de fe del creyente. Nosotros no hemos visto y creemos, por eso Jesús nos llama bienaventurados. La bienaventuranza de los que no hemos visto se basa en la confianza en la Palabra antes que en las pruebas. La Palabra no se ve y en cambio tiene el poder de transformarnos para experimentar la conversión y la resurrección. Ser cristiano es acoger la Palabra con plena confianza.

Cuando la gente alejada pregunta dónde está Dios bien le podemos decir que dejándose ver por todas las partes de la vida. Para verlo hacen falta los ojos de la fe y la confianza en el amor.

Fraternalmente,


Dominus Providebit

14 de abril de 2012

María, Paraíso de la augusta Trinidad

Paz y bien

María es más santa que los santos, más pura que los ángeles, más excelsa que los cielos, más gloriosa que los querubines, la más cercana y la más semejante a Dios.

Es como un lirio entre espinas, como un amanecer sin ocaso, como un astro que recibe continuamente la luz del sol, como una fuente perenne, como un huerto siempre florido en el que se recrea el Padre eterno, saturado de fragancias por donde se pasea el Espíritu Santo... es el Paraíso de la augusta Trinidad.

Fraternalmente,


Dominus Providebit

13 de abril de 2012

La Gloria de Dios


La gloria de Dios, maneja mi vida,
con hilos de amor, que puso en mi alma
me lleva hasta Él

La gloria de Dios gigante y sagrada
me carga en sus brazos alienta mis pasos,
me llena de paz y bien, sale a jugar
cuando me viene a ver y me deja ganar

De la gloria de Dios tendré el descanso para mis pies,
con su manto mi frío desaparecerá y descansaré...
de la gloria Dios vendrá bendición y abundante pan
para ti para mí y a quien quiera venir
a la gloria de Dios

La gloria de Dios gigante y sagrada
me carga en sus brazos alienta mis pasos,
me llena de paz y bien, sale a jugar
cuando me viene a ver y me deja ganar...

De la gloria de Dios tendré el descanso para mis pies,
con su manto mi frío desaparecerá y descansaré...
de la gloria Dios vendrá bendición y abundante pan
para ti para mí y a quien quiera venir
a la gloria de Dios

Y para quien no lo conozca habló de un amanecer,
un río de aves y un sol que jamás ha salido
y que sólo saldrá para ti.

De la gloria Dios vendrá bendición y abundante pan
para ti para mí y a quien quiera venir
a la gloria de Dios





Fraternalmente,



Dominus Providebit

12 de abril de 2012

Altares

Paz y bien
Exodo 30, 1-10

Todo templo tiene un altar; no sería templo sin el altar; el templo es para cobijar el altar.

Pero es que en nuestra vida debemos tener un altar, allí en lo más secreto del alma, guardado con todo respeto y veneración y orientando hacia él todas las acciones de nuestro trajinar diario.

Frente al altar cabe un postura de entrega y de brazos abiertos. De labios en flor, que se abren a besos, a canciones y a rezos. El beso al altar es palabra caliente de agradecimiento sincero; ese altar íntimo del alma debo besarlo de manera intensa, por cuanto en él está Dios, en él se manifiesta la bondad de Dios, que me sigue día a día, momentos tras momentos, pensando en mi, llamándome, esperándome. He de besar esa mano de Dios extendida, ese ara sacra en la que he de ofrendar mis sacrificios.
“Harás también un altar para quemar el incienso... será un cosa santísima para Yavé”
El altar en el que diariamente debes ofrecer tu holocausto al Señor, ha de ser la mesa de tu trabajo, tu escritorio, tus herramientas, tu cocina... todo debe ser ofrenda al Él, ofrecida en todo lugar y en todo momento.

Todo es de Dios y todo es para Dios; y todo eso debe ofrecerse con sonrisas, con rezos, con cantos e himnos de alabanza, con canciones y besos de gratitud y de amor reconocido y profundo.

Fraternalmente,



Dominus Providebit

11 de abril de 2012

La victoria la tienen los esforzados

Paz y bien
Mateo 11, 12

No basta con querer una cosa; es indispensable poner los medios para alcanzarla; porque querer una cosa y no poner los medios, una de dos: o es una simpleza o es una cobardía.

Una simpleza que pretende alcanzar las cosas sin esfuerzo, sin trabajo, sin emplearse a fondo; o una cobardía, que no deja desarrollar las fuerzas del espíritu, las inhibe, afloja los resortes de la voluntad.

El que lucha y al mismo tiempo confía en Dios, llegará a la victoria; el que se esfuerza  y también tiene fe en sus propios esfuerzos, va por buen camino; el que se emplea a fondo con optimismo y no mira tanto al trabajo cuanto al éxito que coronará el trabajo, es digno de que Dios mismo esté de su parte y lo apoye.

Y si Dios está de su parte, ya puede dar por descontada la victoria; victoria que no llegará quizá por sus esfuerzos sino por la ayuda de Dios; pero ayuda de Dios que exige que nosotros pongamos nuestros propios esfuerzos.

Esfuerzos para renunciar el propio egoísmo, a las propias conveniencias y comodidades; esfuerzos en dejarse abrazar por la providencia de Dios..., se acabarían tantas cosas..! Se acabaría la ambición que genera insatisfacción y competencia. Y aún más, se liberarían los ricos de la codicia que los encadena: tienen alimentos, pero pierden el apetito; adquieren autos y aviones, pero no saben a donde ir; poseen bellas mansiones, pero no tiene hogar; buscan extravagantes diversiones, porque no saben sonreír; se llenan de cosas, porque su corazón está vacío... y no satisfechos, tratan de poseer personas que les rehuyen; viven apegados a una imagen o al que dirán, porque no se aceptan ni se aman a si mismos; tratan de dominar a los demás, porque están insatisfechos consigo mismos.
«...el Reino de Dios se alcanza a la fuerza y solamente los esforzados entran en él.»
Fraternalmente,


Dominus Providebit

10 de abril de 2012

Trilogías

Paz y bien
Sabiduría 2, 5

Puede parecer algo artificial, pero no deja de tener su razón: las trilogías, que al fin pueden ser símbolos de la Trinidad y así prudentemente, aprovechar el tiempo que Dios nos concede para la práctica del bien como legados históricos, esto es al fin, la práctica de las virtudes.

Tres cosas debemos ser: puros, justos y honrados.

Tres cosas debemos tener: valor, afecto y amabilidad.

Tres cosas debemos dar: limosna al necesitado, consuelo al triste y estima a quien la merece.

Tres cosas debemos amar: la sabiduría, la virtud y la inocencia.

Tres cosas debemos ensalzar: la frugalidad, la laboriosidad y la presteza.

Tres cosas debemos despreciar: la crueldad, la arrogancia y la ingratitud.

Tres cosas debemos lograr: la bondad de corazón, la integridad de nuestros propósitos y nuestra alegría.
«Nuestros días pasan fugaces como una sombra, la muerte no vuelve atrás; una vez señalado por la muerte, nadie vuelve»
Fraternalmente,


Dominus Providebit

9 de abril de 2012

Me levanto hoy

Paz y bien
Oración de San Patricio
Me levanto hoy por una fuerza poderosa,
la invocación a la Trinidad,
la creencia en la Trinidad,
la confesión de la Unidad del Creador del Mundo.

Me levanto hoy por la fuerza del nacimiento de Cristo y de su bautismo,
por la fuerza de su resurrección y de su ascensión,
por la fuerza de su venida el día del juicio.

Me levanto hoy por la fuerza de Dios que me guía,
por el poder de Dios que me sostiene,
por la inteligencia de Dios que me conduce,
por el ojo de Dios que mira delante de mi,
por el oído de Dios que me escucha,
por la palabra de Dios que habla conmigo,
por la mano de Dios que me guarda,
por el camino de Dios que me precede,
por el escudo de Dios que me protege,
por el ejército de Dios que me salva de las redes del demonio,
de las seducciones de los vicios,
de las inclinaciones de la naturaleza,
de todos los hombres que me desean el mal,
de lejos y de cerca, en la soledad y en la multitud.

Cristo conmigo,
Cristo frente a mí,
Cristo tras de mí,
Cristo en mí, Cristo a mi derecha,
Cristo a mi izquierda,
Cristo al descansar,
Cristo al levantar,
Cristo en el corazón de cada hombre que piense en mí,
Cristo en la boca de todos los que hablen de mí,
Cristo en cada ojo que me mira,
Cristo en cada oído que me escucha.

Me levanto hoy por una fuerza poderosa,
la invocación a la Trinidad,
la creencia en la Trinidad,
la confesión de la Unidad del Creador del Mundo.

En el Señor está la salvación, que tu salvación, Señor, esté siempre con nosotros. ¡Amén! 
Fraternalmente,


Dominus Providebit

8 de abril de 2012

Un SI a la creación sin límite


¡¡Feliz Pascua de Resurrección!!

Celebramos la Pascua Victoriosa de Cristo Resucitado. Es la gran noticia que la Iglesia sigue anunciando en el mundo Cristo, el Amado, vive, fue como un beso del Padre al cuerpo roto y ensangrentado de su Hijo y lo llenó de Espíritu de vida. Cristo vive y está siempre con nosotros.

La fuerza de la resurrección se me da para que también yo la comunique. Esto obliga a luchar contra las fuerzas que producen muerte, a situarnos junto a los crucificados, a resucitar lo que va muriendo, a alentar a lo que va naciendo.

A veces nos desanimamos pensando que ni la sociedad ni la Iglesia se renuevan positivamente, que la injusticia campea libremente, que los sistemas económicos y financieros son perversos, y en ellos vivimos tranquilamente instalados, que el mundo sigue roto y la Iglesia dividida, que la gente pasa de todo tipo de utopías, que el consumismo todo lo materializa, y sentimos la tentación de gritar ¿Hasta cuándo?

La respuesta de Dios es la resurrección de Cristo y un sí a la vida y a todas nuestras más profundas aspiraciones. La resurrección es un sí de Dios a la vida humana. Es un no a la vida entendida como absurdo, como frustración y sin sentido.

Un sí a la creación sin límite. Mira a tu alrededor, busca señales de la resurrección de Cristo. Verdad que existen y son palpables.

Fraternalmente, buen domingo en la paz de Cristo Resucitado!



Dominus Providebit

7 de abril de 2012

El dolor de María Santísima...


¡Oh, Padre, devuélveme a mi Hijo! Que lo vea regresar como Hombre y no como un cadáver, como a Rey y no como a un sentenciado. Después, lo sé. El volvera a Tí, al cielo. Pero lo habré visto curado de tanto mal, lo habré visto fuerte después de su gran debilidad, lo habré visto triunfante después de su gran lucha, lo habré visto como a Dios después de que tanto sufrió por los hombres. Me sentiré feliz aun cuando no lo tenga cerca. Sabré que estará contigo, Padre Santo, sabré que para siempre está fuera del dolor... pero ahora, ahora no puedo olvidar que está en el sepulcro, está allí muerto por los dolores que le hicieron sufrir, que Él, mi Hijo Dios, está sujeto a la suerte de los hombres en la oscuridad del sepulcro, Él tu viviente.

Padre, Padre, escucha a tu sierva. Por aquel “si”...nunca te he pedido nada porque he obedecido tu voluntad, tu voluntad que es la mía. Nada debía exigirte por haber sacrificado mi voluntad a Ti, Padre Santo. ¡Pero ahora, ahora, por aquel “si” que di al Angel mensajero, escúchame, oh Padre! Lo que sufro, lo ofrezco por el bien de los hombres. Pero confórtame ahora, Padre. ¡Padre, piedad! ¡Piedad, Hijo mío! ¡Piedad Espíritu divino! Acuérdate de tu Virgen.


Dominus Providebit



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El Hombre Dios, Revelaciones a Maria Valtorta, tomo XI Pag. 652-653

6 de abril de 2012

La cima del Gólgota


No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muéveme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.




 
Dominus Providebit

Dios se ha hecho débil hasta morir

Acusado, condenado, muerto. Traicionado, negado, vendido. Abandonado también de Dios porque sobre Mi estaban los crímenes que había tomado. Me vi más pobre que un mendigo a quien los bandidos hubieran robado. No se me dejó ni siquiera mi vestido con que cubriera mi amoratada desnudez de mártir. Ni siquiera después de muerto dejaron de insultarme y de herirme. Sumergido bajo el fango de todos vuestros pecados, arrojado hasta el fondo tenebroso del dolor, sin más luz del Cielo que respondiese a mi mirada de agonizante, y sin más voz que contestase a mi última súplica... 
Isaías da la razón de tanto dolor: Verdaderamente El tomo sobre Si nuestros males y cargo nuestros dolores.

Fraternalmente,


Dominus Providebit

5 de abril de 2012

Meditando el Evangelio del Jueves Santo

Paz y bien
Jn 13, 17

Un breve diálogo con el Señor que puedes llevar a tu oración para profundizar en el sentido del Jueves Santo
Jesús, son tus últimas horas. ¡Cómo quieres a esos discípulos, a los que vas a dejar esta noche! ¡Cuánto van a sufrir! ¡Cuánto van a sufrir María, tu madre, que a querido acompañarte a Jerusalén sabiendo que ha llegado tu hora! ¿Qué más puedes hacer? Te queda una última cena para decir lo más importante, lo que les debe quedar como testamento para que lo puedan predicar después al mundo entero. 
Sabiendo Jesús que todo lo había puesto el Padre en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía..., empezó a lavarles los pies a sus discípulos.
Eres Dios y esa conciencia de tu divinidad te impulsa a servir. Y quieres hace algo gráfico, que entre por los ojos, inequívoco. Al lavar los pies a los apóstoles les estás grabando a fuego la clave de tu paso por la tierra: ser de Dios es ser servidor de los demás. No bastaba saberlo, hace falta ponerlo en práctica cada día. Por eso, al acabar, les dices: «ustedes serán felices si, sabiendo estas cosas las practican» Ayúdame a poner por obra esta enseñanza en mil pequeños detalles cada día: en casa, en el trabajo, buscando el modo de ayudar los que más lo necesiten. 
Todos los modos de decir resultan pobres, si pretenden explicar aunque sea de lejos, el misterio del Jueves Santo. Pero no es difícil imaginar en parte los sentimientos del corazón de Jesucristo en aquella tarde, la última que pasaba con los suyos, antes del sacrificio del Calvario.

Considerar la experiencia tan humana, de la despedida de dos personas que se quieren, desearían estar siempre juntas, pero el deber -el que sea- les obliga a alejarse. Su afán sería continuar sin separarse y no pueden. El amor del hombre, que por grande que sea es limitado, recurre a un símbolo: los que se despiden se cambian un recuerdo, quizá una fotografía, con una dedicatoria tan encendida, que sorprende que no arda la cartulina. No logran hacer más porque el poder de las criaturas no llega tan lejos como su querer.

Lo que nosotros no podemos, lo puede el Señor. Jesucristo, perfecto Dios y perfecto Hombre, no deja un símbolo sino una realidad: Se queda Él mismo. Irá al Padre, pero permanecerá con los hombres. No nos legará un simple regalo que nos haga evocar su memoria, una imagen que tienda a desdibujarse con el tiempo, como la fotografía que pronto aparece desvaída, amarillenta y sin sentido para los que no fueron protagonistas de aquel amoroso momento.

Bajo las especies del pan y del vino esta Él realmente presente: con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad.

La alegría del Jueves Santo arranca de ahí: de comprender que el Creador se ha desbordado en cariño por sus criaturas. Nuestro Señor Jesucristo, como si aún no fueran suficientes todas las otras pruebas de su misericordia, instituye la Eucaristía para que podamos tenerle siempre cerca y -en lo que nos es posible entender- porque, movido por su Amor, quien no necesita de nada, no quiere prescindir de nosotros.

Fraternalmente,



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Huellas de Pablo Cardona «Una Cita con Dios» / San Josemaría Escrivá de Balaguer «Es Cristo que pasa»

4 de abril de 2012

Salvarse salvando... amor en estado puro

Paz y bien

Preocuparse por los demás, pensar en los demás, entregarse a los demás, en cristiano se llama apostolado; el apostolado no es una asignatura opcional para los cristianos ni un objeto de lujo del que en absoluto se pueda prescindir.

Aunque, según el Papa Juan Pablo II, ni siquiera sería preciso exponer la doctrina cristiana si nuestra vida fuera auténtica; ni sería necesario recurrir a las palabras si nuestras obras dieran testimonio.

No debemos olvidar que el hombre no se salva hasta que el mismo no se convierta en salvador de los demás... solamente se salvará salvando. Ante el múltiple trabajo que queda por hacer, conviene recordar un viejo proverbio oriental «Más vale encender un fósforo que maldecir en la oscuridad»; más que lamentarnos de que falta mucho por hacer, o de que otros hacen poco, hagamos algo nosotros, encendamos una luz para disipar las tinieblas.

El sálvese quien pueda no es cristiano. Indudablemente hay que salvarse en racimo, con los hermanos y por los hermanos; hay que salvarse salvando; salvando nos salvaremos.

Salvarse salvando... amor en estado puro... saber amar y saberse querido por Dios.

Cuando hayamos entendido hasta qué punto Dios nos quiere, entonces experimentaremos el no haber sabido corresponder y, en Dios, aprenderemos a amar.

Con el amor aprenderemos a conocer a los demás y comprenderemos que existe una razón para nuestra vida. Si elegimos siempre el amor a los demás, sean cuales sean las consecuencias de esta elección, habremos empeñado nuestra vida y seremos verdaderos revolucionarios en nuestro mundo de hoy. Porque no es la justicia, ni la violencia, ni el poder, quienes transforman el mundo, sino el amor.

Fraternalmente,



Dominus Providebit

3 de abril de 2012

El hombre interior

Paz y bien
Lc. 17, 21

A Dios se lo encuentra en la profundo del corazón. Quien se encuentra con Dios se conoce mucho mejor a si mismo, porque se descubre y experimenta amado por Dios. En ese encuentro reconoce que cosas pide Dios que destierre del corazón para que pueda habitarlo más plenamente la Trinidad Santa.

El hombre interior, aún en medio de luchas y padecimientos, gustará la felicidad porque se sabe propiedad de Dios. El hombre exterior, el que sigue sus propias inclinaciones y vive como propiedad del mundo, aún en medio de efímeros gozos, padece; experimenta lo pasajero del mundo y la atención al que dirán carcome su aparente paz y bienestar.

El hombre exterior no se conoce; no es testigo consciente de sus propios defectos y por eso se transforma en juez de las conductas ajenas. El hombre interior se conoce radicalmente incapaz y profundamente pecador; esa convicción es un escudo para librarlo de la constante tentación de juzgar al prójimo.

El hombre exterior ama el mundo, pero siempre queda con las manos vacías, porque el mundo es pasajero e inconstante. El hombre interior ama a Jesús, lo sigue en todo y todo lo posee en Jesús. Así, por Jesús, llega a amar al mundo y a darle su verdadero valor, porque lo aprecia desde la perspectiva del creador.

La presencia de Dios en el corazón del hombre es un regalo de Dios, es gracia. Esta gracia es el consuelo que Dios produce en quien ora. Es una gracia que anima y reconforta al creyente en su lucha por amar e imitar a Cristo, pero no pueden hacerse depender ese amor e imitación, ni tampoco la misma oración, a la presencia de la consolación.

Quien ora solamente como búsqueda de consolación no oraría por amor a Dios sino por amor al consuelo. El hombre interior ha de ser constante en la oración y en el amor a Jesús; y habrá de ser agradecido cuando Dios lo reconforte y aliente con la gracia del consuelo espiritual.

El camino de la unión a Dios consiste, en definitiva, en estar siempre disponible a la acción del Espíritu Santo en la propia vida; de hombres carnales, Él hará hombres espirituales; de hombres exteriores Él hará hombres interiores; de hombres mundanos, Él hará hombres de Dios; humildad, sumisión, mortificación, vida interior... son dones del mismo Espíritu Santo, que nos dispone a unirnos con Dios.

En ello consiste la verdadera sabiduría y libertad: ten por cierto que tu vida ha de ser una muerte continua y que cuanto más uno muere a si mismo, tanto más vivirá para Dios.

Fraternalmente,  




† 
Dominus Providebit

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Leído en la Imitación de Cristo, prólogos

2 de abril de 2012

Se puede, siempre se puede

Paz y bien

Cuando sé aquietarme noto como se ensanchan mis posibilidades y puedo avanzar seguro y decidido. Mi fuerza interior crece si estoy en armonía con Dios y con mi conciencia, y así renuevo la fe y alejo las dudas.

Sé que puedo confiar y superar los obstáculos, calmar las penas y dominar la incertidumbre. Todo sale mejor cuando conservo la serenidad y entro en sintonía con Dios dentro de mí.

Sé que en las crisis la luz se apaga para volver a encenderse y, mientras tanto, es penoso caminar. Por eso renuevo la decisión de ser perseverante y me digo a mi mismo palabras de ánimo y esperanza.

Sé que el sol volverá a brillar en el horizonte y no escucho los presagios apocalípticos de los pesimistas. Apelo a toda mi fuerza interior, confío en Dios y El me da fuerzas para proseguir y no rendirme.

Fraternalmente,


 
Dominus Providebit




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Algunas huellas de Gonzalo Gallo

1 de abril de 2012

Eloí, eloí, lemá sabaqtaní..!

Paz y bien

Domingo de Ramos

La Pasión que nos cuenta san Marcos es la más antigua que existe ya que es anterior a la de los otros Evangelios sinópticos —san Mateos y san Lucas— escritos más tarde.

Comienza el relato con la conspiración para arrestar y matar a Jesús. Le sigue un momento de alegría con perfume derramado y a renglón seguido la traición de Judas, La cena del Señor se continúa con  la negación de Pedro desde donde se pasa a la oración en Getsemaní. De la oración pasamos al arresto y de allí al Sanedrín y a las negaciones de Pedro. Pilato y la sentencia de muerte de Jesús le llevan directamente a la crucifixión, a la muerte y a la sepultura. ¿Cuántas veces en nuestra vida sucede lo mismo? De la gloria pasamos a la soledad del dolor , de allí al juicio y del juicio a la propia muerte.

Estamos en Domingo de Ramos cuando entramos triunfalmente en la vida de los demás. Cuando somos alguien para los otros, cuando el Evangelio no nos resulta pesado de llevar ni inconvenientes sus exigencias. Es Domingo de Ramos cuando todos nos alaban y nos admiran, cuando nuestra vida está llena de un sentido espiritual que es capaz de transmitir algo a los que nos rodean. Pero pronto llega la semana de pasión.

Ningún cristiano puede esperar que toda su vida sea una entrada triunfal en Jerusalén. Tenemos que asumir que también nosotros tenemos momentos de cruz, de muerte e incluso de sepultura. El Evangelio de hoy se detiene aquí, en la sepultura, que es como el interrogante máximo del ser humano. Una sepultura tapada encierra todo el misterio de la vida y de la muerte. De cara a la sepultura nos preguntamos qué sentido tiene la vida y la muerte. Jesús quiso recorrer ese mismo camino para explicarnos y hacernos ver el sentido de la vida y del proyecto que Dios tiene para con los seres humanos.

Cuando se ha apostado por Dios, y ante la impotencia por el sufrimiento aplastante y la muerte cercana, es humano, es algo profundamente humano, levantar la mirada a Dios y preguntarse: «¿Por qué? ¡¿Dónde está Dios?!».

Esa misma pregunta lanzada al cielo puede significar cosas distintas, según el corazón de quien la formula. En unos casos puede ser una queja, un desafío a Dios -si Dios existe, que lo demuestre ahora-, o puede ser la manifestación del dolor sumido en la certeza de quien sabe que Dios está por allí escuchándole en medio de su desolación. Es la exclamación final del Santo Job que, después de sufrir él solo su desgracia y sentir la lejanía de Dios, afirma: Yo sé que mi Redentor vive, y al fin... yo veré a Dios (Job 19, 25-26).

«En realidad -explica Juan Pablo II-, si Jesús prueba el sentimiento de verse abandonado por el Padre, sabe, sin embargo, que no lo está en absoluto. Él mismo dijo: El Padre y yo somos una misma cosa, y hablando de la pasión futura: Yo no estoy solo porque el Padre está conmigo. En la cima de su espíritu Jesús tiene la visión neta de Dios y la certeza de la unión con el Padre. Pero en las zonas que lindan con la sensibilidad y, por ello, más sujetas a impresiones, emociones, repercusiones de las experiencias dolorosas internas y externas, el alma humana de Jesús se reduce a un desierto, y Él no siente ya la "presencia" del Padre, sino la trágica experiencia de la más completa desolación... Si el pecado es la separación de Dios, Jesús debía probar en la crisis de su unión con el Padre, un sufrimiento proporcionado a esa separación» (Audiencia, 30-XI-1988).

En tan pocos líneas se nos revela la vida de Jesús como la de un ser humano camino de su hora final pero llevada con una actitud de obediencia al Padre. Ser cristiano es también descubrir lo que Dios quiere para cada uno en cada momento y circunstancia.
Gracias, Señor, porque has querido experimentar hasta lo más íntimo de tu humanidad todas las consecuencias dolorosas derivadas del pecado, incluso hasta el límite, hasta la amargura de la soledad -la ausencia de Dios-, y nos enseñas a confiar en el Padre.
Fraternalmente


 
Dominus Providebit