31 de diciembre de 2010

Nuestros deseos de fin de año

Debemos robustecernos cada vez más en el Señor, en el poder de su fuerza. Sabemos que sin el Espíritu Santo no hay crecimiento, pero con Él ¡adelante!, pues todo lo podemos en aquel que nos conforta... y no olvidemos un segundo, que en todas las cosas interviene el Señor para bien de los lo que lo aman.
«No creo que Dios quiera exactamente que seamos felices, quiere que seamos capaces de amar y de ser amados, quiere que maduremos, y yo sugiero que precisamente porque Dios nos ama nos concedió el don de sufrir; o por decirlo de otro modo: el dolor es el megáfono que Dios utiliza para despertar a un mundo de sordos; porque somos como bloques de piedra, a partir de los cuales el escultor poco a poco va formando la figura de un hombre, los golpes de su cincel que tanto daño nos hacen también nos hacen más perfectos.» (Clive Staples Lewis)
Amigos, desde el primer minuto de 2011, junto a Maria, sigamos edificando la Santa Iglesia Católica del Señor para la gloria de Dios Padre.

Fraternalmente,

30 de diciembre de 2010

¿Dónde termina la misión?

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre!

Dentro del plan de salvación, están incluidos los planes individuales que, para cada uno de los hombres, Dios Padre tiene preparado desde la eternidad. Conocer la misión que El nos tiene reservada y definir donde finaliza es permanente inquietud de quienes responden afirmativamente al llamado de Dios.

Confundir el camino puede hacernos perder; un horario equivocado, hacernos llegar tarde o no alcanzar un objetivo; no saber donde queda concluido algo, puede generar conclusiones falsas y consecuencias no deseadas; de la misma manera, en el cumplimiento de la misión que el Señor nos encomendó, deber tener claro donde culmina, para que no nos quede sin final, inconclusa.

Si lo primero es anunciar al Señor, su amor, su salvación, lo que sigue es acompañar aquella nueva vida que nade del Espíritu, hasta que alcance la madurez y movilidad propia. Un buen nacimiento no basta; se requiere de un muy buen trabajo pastoral posterior.

Así como mal presentado el «kerygma» ocasionará graves deformaciones para el crecimiento en la fe, lo mismo podemos esperar si descuidamos la labor pastoral. Cimientos buenos permiten construir bien, pero además hay que construir bien. Malos cimientos no permiten una buena construccón; pero aún siendo buenas las bases, si lo que levantamos es defectuoso o lo abandonamos, nada bueno quedará.

Por todo el mundo, la Santa Iglesia Católica esta siendo renovada en sus carismas por el poder del Espíritu Santo, Seminarios de Vida, Retiros Ignacianos, Convivencias con Dios, Cursillos y tantos otros... y así cada vez más personas experimentan el amor del Señor. Entonces, si no seguimos sosteniendo el crecimiento, seguramente, los frutos recibidos serán flores y se morirán sin remedio.

Si todos los profesionales de las ciencias actualizan su saber con encuentros, congresos, investigación... ¿por que en el área espiritual nos contentamos solamente con algunos conocimientos? Nuestra Iglesia es rica en sabiduría, pródiga en enseñanzas y por sobre todo une a la diversidad en un mismo y solo Espíritu.

Y esto sirve también para todos los blogueros católicos y cristianos no católicos, aquellos que yo llamo «apóstoles 2.0.» quienes están en la prédica constante, en el aliciente permanente para que, aquellos que buscan, encuentren el camino de la Luz. Somos testigos de la obra del Señor, quien derrama su gracia en abundancia incalculable. No desperdiciemos sus bendiciones y pongamos nuestros talentos a trabajar.

La misión termina, cuando los nacidos de nuevo, se convierten en misioneros, fruto de una vida consagrada a Dios.

Fraternalmente,

29 de diciembre de 2010

Vine huyendo del ruido

Padre Nuestro, Padre de todos,
líbrame del orgullo de estar solo.
No he venido a refugiarme
dentro de tu torreón
como quien huye a un exilio
de aristocracia interior.
Pues vine huyendo del ruido
pero de los hombres no.
No vengo a la soledad
cuando vengo a la oración,
pues sé que estando contigo
con mis hermanos estoy
y se que estando con ellos,
tu estás en el medio, Señor.
Allí donde hay un cristiano
no hay soledad, sino amor
pues lleva toda la Iglesia
dentro de su corazón.
Y dice siempre «nosotros», incluso si dice «yo»

Laudes, sábado II semana

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre!

28 de diciembre de 2010

No hay vida humana inútil

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre!

La liturgia hoy nos propone la celebración de los Santos Inocentes, mártires. Aunque parezca un contrasentido -en medio de la Navidad- la palabra de hoy nos quiere marcar claramente las dos caras de una misma moneda: en una, la aceptación de la voluntad de Dios, por el bien, por la vida y en la otra, el mal, el desamparo, la muerte material de niños inocentes. Todo esto exige una actitud y una respuesta personal y social.

«Homo sacra res homini», el hombre es cosa sagrada para el hombre, escribió Séneca. «El embrión humano es algo divino, en tanto que es un hombre en potencia», escribió Aristóteles. Ambos pensadores son ajenos a la cultura judeo-cristiana; con todo, intuyeron que, aun con las limitaciones y miserias que acompañan la existencia en este mundo, la vida humana encierra un valor inconmensurable, prácticamente divino, desde su comienzo hasta su natural término. Sin embargo, será necesaria la revelación cristiana para hallar el fundamento claro y sólido de tal aserto. La sacralidad de la vida humana hace acto de presencia al menos por tres razones: la razón del origen, de la naturaleza y del destino.

La vida humana es, pues, tanto por su origen, como por su naturaleza, como por su fin o sentido, una criatura muy de Dios, muy especialmente suya. Atentar contra esa vida es atentar contra Dios, como desafiarle cara a cara. En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis (Mt 25, 40). Estas palabras de Jesucristo nos hablan del punto inaudito al que llega su amorosa solidaridad con cada uno de nosotros. Respeta infinitamente nuestra libertad, pero quien la use contra su imagen -varón o mujer-, quiérase o no, la usa contra Dios mismo. Y ante Él, más que ante tribunales e historias humanas, habrá que responder.

Se comprende bien así que, por encima de intereses más bien inconfesables, la Iglesia de Cristo haya enseñado siempre -también hoy porque es verdad perenne-, que el aborto procurado es un crimen abominable: Dios, Señor de la vida, ha confiado a los hombres la excelsa misión de conservar la vida, misión que deben cumplir de modo digno del hombre.

Para el cristiano no hay vida humana inútil, por más que las apariencias sugieran lo contrario. Toda persona, cualquiera que sea su estado físico o psíquico, está eternamente llamada a ser eternamente feliz en el cielo. Aunque a veces cueste entenderlo, también el dolor entra en los planes de Dios y lo encamina al bien de los que le aman.

Una tribulación pasajera y liviana -dice el apóstol Pablo-, produce un inmenso e incalculable tesoro de gloria (2 Cor 4, 13-15). ¿Qué decir, pues, de una tribulación grave y duradera, como puede ser una vida con graves deficiencias físicas o psíquicas, tanto para quien la sufre como para quienes han de protegerla y mimarla? Somos pobres en palabras que expresen su grandeza y el honor eterno que alcanzarán. Considero, hermanos -insiste San Pablo-, que no se pueden comparar los sufrimientos de esta vida presente con la gloria futura que se ha de manifestar en nosotros (Rom 21, 8-18). El Apóstol se gozaba en sus sufrimientos, porque así cumplía en su carne una porción de lo que Cristo ha querido sufrir en su Cuerpo, que es la Iglesia, para el bien de sus miembros y de toda la humanidad (1 Cor 12, 27).

Por eso, la Iglesia -afirma el Papa- cree firmemente que la vida humana, aunque débil y enferma, es siempre un don espléndido del Dios de la bondad. Contra el pesimismo y el egoísmo, que ofuscan el mundo, la Iglesia está en favor de la vida.

Estos niños mártires, hoy, también tienen nombres concretos en niños, jóvenes, parejas, personas mayores, inmigrantes, enfermos... que piden la respuesta de nuestra caridad. Así nos lo dice Juan Pablo II: «En efecto, son muchas en nuestro tiempo las necesidades que interpelan a la sensibilidad cristiana. Es la hora de una nueva imaginación de la caridad, que se despliegue no sólo en la eficacia de las ayudas prestadas, sino también en la capacidad de hacernos cercanos y solidarios con el que sufre».

Por último, la plegaria de Angelo es maravillosa
Inspíranos Padre, para que recordemos que sin Ti nada podemos y que todo nuestro esfuerzo, vaya siempre encaminado a ser testimonio vivo del gran Amor de Dios hacia los hombres. Danos la fuerza y el valor que necesitaremos para continuar siempre fieles a tu palabra.
Fraternalmente,



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Textos extraídos de encuentra.com / reflexión de
Rev. D. Joan Pere PULIDO

27 de diciembre de 2010

Ver y creer

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre!

Hoy, la liturgia celebra la fiesta de san Juan, apóstol y evangelista, modelo de discípulo y de todo verdadero teólogo. Santa Teresa-Benedicta de la Cruz sobre el Apóstol dice: Nadie ha contemplado tan profundamente los abismos escondidos de la vida divina como él. Por eso él proclama solemnemente y secretamente... el misterio del eterno nacimiento del Verbo divino. El experimentó las luchas del Señor tan de cerca como sólo lo puede hacer un alma que ama esponsalmente... Cuidadosamente ha guardado y nos ha transmitido testimonios en los cuales el Redentor confesó su divinidad, frente a amigos y enemigos... Por él sabemos qué parte nos corresponde en la vida de Cristo y en la vida del Dios Trinitario...

Desde la experiencia fundamental, auténtica actualización de Pentecostés en nuestras vidas, comenzamos a sentirnos discípulos de Jesús. Aún sabiendo que de Dios es la iniciativa, igual hay que desearlo en las profundidades del corazón. Después ya no hay alternativas, como dice el Apóstol San Juan, hay que vivir como vivió el Señor. Esto significa que hay muchas cosas indispensables que jamás pueden dejarse de lado.

Los Apóstoles escucharon el mensaje y lo retransmitieron a la Iglesia: Jesús la luz, vino al mundo para que todo el que crea en Él no siga en las tinieblas (Jn 12, 46). Por eso, estar en comunión con el Señor, es creerle para no caminar en la oscuridad. No podemos decir que pertenecemos a Cristo, si no tenemos su mente y nos siguen atrayendo las cosas del mundo.

Nada hizo Jesús en su vida por cuenta suya. Será obediente hasta la muerte, y es esta obediencia perfecta al Padre, la que determinó que éste lo hiciera Señor y Cristo y le otorga la plenitud del Espíritu Santo prometido, para que Jesús diera cumplimiento a la promesa del Padre y lo derramara sobre todos (Jl 3, 1). Por la obediencia de Jesús, una muchedumbre fue constituida sana y santa.

La misión que nos encomendó el Señor es crecer en comunidad, sin pretender nada más que servir a los demás, aceptar a los hermanos como son, dando testimonio de vida siendo prenda de paz y unión. Si no obramos con caridad, de nada sirven nuestras acciones, por más buenas que sean. Pero también hay que tener en cuenta que ese amor, es el que plantea Pablo a los Corintios. Esto no es fácil, pero si logramos crecer en ese amor, todos nos conocerán como discípulos del Señor.

Confiados en el testimonio de los Apóstoles, nosotros nos vemos movidos en cada Navidad a ver y creer. Con todo, el corazón ardiente, lleno de celo, rebosante de amor de Juan, es lo que le lleva a correr y a avanzarse, en una clara invitación a que nosotros vivamos igualmente nuestra fe con este deseo tan ardiente de encontrar y servir al Resucitado.

Fraternalmente,

26 de diciembre de 2010

Sagrada Familia, dos prófugos y la vida

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre!

Fiesta de la Sagrada Familia, ciclo A, San Mateo 2, 13-15; 19-23

Es todavía de noche cuando la Sagrada Familia sale de Belén nada menos que hacia el lejano Egipto, pero José está acostumbrado a obedecer a Dios y lo hace con prontitud. José no inquiere sobre las razones que puede tener Dios para ordenar ese viaje, porque Dios siempre sabe más. Obedeciendo a Dios el hombre no se equivoca nunca. Sólo se equivoca cuando el príncipe de la mentira distorsiona la realidad y hace que se vean con aparente claridad cosas que no son verdad.

Son dos prófugos que han huido para que Él siguiera viviendo. Clima distinto, país diferente, costumbres raras, en medio de una gente que no los conoce y que no deja de desconfiar de quienes han huido y son desconocidos. En aquella época Egipto era un país idólatra, tirano y enemigo de Israel, pero allí se pueden refugiar por un tiempo para salvar al que nos salva. Bendita obediencia que descomplica el alma y hace que el hombre tenga una especial confianza con Dios.

El sacrificio que comporta ponerse en marcha -o lo que sea- cuando Dios lo pide traerá en seguida el gozo. Sin él saberlo, se están cumpliendo las Escrituras sagradas (de Egipto llamé a mi hijo). No conoce hasta cuándo tienen que estar allí. De momento está viviendo donde Dios quiere, como Dios quiere, con quien Dios quiere, hasta que Dios quiera. Procurando trabajar y entablar amistades, santificando lo que tiene en esos momentos entre manos. Porque ahí le espera Dios.

Hoy nosotros tenemos muchos «egiptos» a los que huir y donde escondernos. Son esas estaciones de la vida que una y otra vez nos alejan del camino del Señor. Huimos a los egiptos interiores porque pensamos que la vida diaria no nos ofrece seguridades para sobrevivir. Los egiptos de hoy se llaman de mil maneras; el cielo sólo es uno pero los infiernos son muchos. Cada persona tiene sus propios infiernos. El recorrido de nuestra vida pasa una y otra vez por ir desde el Señor a nuestros egiptos que encontramos como aparente refugio del que tenemos que regresar.

El Evangelio de hoy es una lección de humildad, de resignación y de buena armonía, sobre todo para las familias cristianas en este particular y doloroso momento de la historia, como dice el tango «Igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches se ha mezclado la vida y herida por un sable sin remache ves llorar la Biblia contra un calefón...»

Cuando se ama la voluntad de Dios se es muy feliz. La imaginación -movida por la vanidad- puede sugerir que en otro lugar o con otras personas seríamos más felices o más eficaces. Pero no hay que esperar al día de mañana o a que cambien las circunstancias para servir a Dios. Ahora es cuando Dios nos espera. Entonces se cumplirán las palabras de Dios y estaremos escribiendo una historia humana que será a la vez historia santa, en medio de la vida corriente.

Fraternalmente,


25 de diciembre de 2010

Yo vengo a ver

Yo vengo de ver, Antón,
un niño en pobrezas tales,
que le di para pañales
las telas del corazón


Lope de Vega
Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre!


24 de diciembre de 2010

Y el Verbo de hizo carne...

Señor, Navidad es el recuerdo de tu nacimiento entre nosotros, es la presencia de tu amor en nuestra familia y en nuestra sociedad. Navidad es certeza de que el Dios del cielo y de la tierra es nuestro padre, que tú, Divino Niño, eres nuestro hermano. Que esta reunión junto a tu pesebre nos aumente la fe en tu bondad, nos comprometa a vivir verdaderamente como hermanos, nos dé valor para matar el odio y sembrar la justicia y la paz. Oh! Divino Niño, enséñanos a comprender que donde hay amor y justicia, allí estas tú y allí también es Navidad.

Que esta Navidad nos encuentre unidos en la oración amando y perdonando, limpiando nuestra casa para recibir a Dios y habite por siempre en nosotros.

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre!

Claudio

23 de diciembre de 2010

Aprendiendo de Zacarías

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre!

La Palabra de hoy es el relato del nacimiento del Bautista, pero también, el relato del levantamiento de la «sanción» que Dios le había impuesto a Zacarías por no haber creído en Él. La combinación celestial de premios y castigos. La demostración perfecta que Dios escribe derecho en renglones que son torcidos.

Dios perdona a quien reconoce su error, se arrepiente de él y lo confiesa humildemente. No solo perdona: recompensa.

Ese el tema de la reflexión. Los errores, las desobediencias, las pruebas, los castigos y los premios... Un pasaje bíblico que me ha marcado mucho es el capítulo 28 del libro del Deuteronomio «Por no haber servido con gozo y alegría de corazón a Yavé, tu Dios, cuando nada te faltaba, serás esclavo de tus enemigos» (v. 47-48). Ahora bien, si tu obedeces de verdad la vos de Yavé, tu Dios, practicando y guardando todos los mandamientos (...) Yavé, tu Dios, te levantará por encima (...) entonces vendrán sobre tí todas las bendiciones...»(v. 1-2). Duro en la corrección, justo en la recompensa. Celoso de su amor a sus hijos.

El Señor conoce nuestras limitaciones y torpezas, debilidades y miserias. El mejor que nadie sabe cuales son las cosas que debemos cambiar para llegar a ser santos, como también sabe del sufrimiento y angustia que la mayoría de las veces nos produce la prueba.

Por eso, al mismo tiempo que las permite, nos dirige palabras de aliento y consuelo, tratando de que lo comprendamos y nos eduquemos. El nos pide que no menospreciemos la corrección de Dios y que no nos desanimemos cuando nos reprende, porque a todo aquel a quien ama y que recibe como hijo, lo corrige y castiga (Hb 12, 5-6; Pr 3, 11, 12)

Cautiva siempre en forma profunda el pasaje evangélico donde la mujer adúltera sorprendida en pecado fue llevada frente a Jesús y el Señor la perdonó, mostrando varias enseñanzas: una, que todos somos pecadores como ella; dos, que necesitamos de su misericordia para la salvación; tres, que los que acusan, cuando el Señor se manifiesta, no se quedan, se van avergonzados; cuatro, recuerda que no vino el Señor a condenar, sino a salvar; quinto, que Dios envía de regreso a la vida, pero habiendo experimentado la dulzura del amor verdadero; sexto, que le da instrucciones al rescatado: vete y no peques más; séptimo, que esto se aplica para nosotros hoy, en todos los sentidos.

Somos sus hijos amados y nos reprende como a tales, si no lo hiciera, seríamos bastardos como dice la Palabra. Como dijimos otras veces, todos somos iguales. Jesús, no distinguió a esta mujer por haber sido prostituta, ni a Nicodemo por ser rico, ni a Mateo por ser recaudador de impuesto, ni a Pedro por ser un impulsivo. A todos dió la oportunidad de la salvación, por igual, con diferentes funciones y tareas pero todos conformando un solo cuerpo, con una misma alma, una sola fe, un solo bautismo, una misma esperanza y por sobretodo, el mismo y único eterno Amor por el cual estamos unidos en vínculo perfecto.

Fraternalmente,

21 de diciembre de 2010

La eterna portadora de Jesús

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre!

«Cuando comprendí la misión a que Dios me destinaba, me llené de gozo. Mi corazón se abrió como un lirio cerrado y proporcionó la sangre que sirvió de tierra al Germen del Señor.

Dije SI. Si y basta. Aquel si anuló el no de Eva al mandamiento de Dios. Si Señor, como tu quieras. Conoceré lo que quieres. Viviré como quieres: Me alegraré si quieres. Sufriré por lo que quieras. Si. Siempre si, Señor mío, desde el momento en que tu rayo me hizo Madre, hasta el momento en que me llamaste a Tí. Si, siempre si. La culpa ha sido vencida. Ha desaparecido. Ha sido destruida. Esta bajo mi calcañal. Se ha lavado con mi llanto, destruido con mi obediencia. De mi nacerá el nuevo Árbol que producirá el Fruto que conocerá todo el mal por haberlo padecido en Si y producirá todo el bien . A él podrán acercarse los hombres y seré feliz al ver que lo aceptan aun cuando no piensen que ha nacido de mí. Con tal que el hombre se salve y Dios sea amado, hágase de su esclava lo que se hace del lugar donde nace un árbol: una grada para subir.

Yo soy la eterna Portadora de Jesús. Está en mi seno, cual Hostia en la Custodia. Quien viene a mi, lo encuentra. Quien se apoya en mi, lo toca. Quien se vuelve mí, habla con El. Yo soy su vestido. El es mi alma. Mucho más unido ahora que no cuento estuvo dentro de mi durante nueve meses. Se le mitiga todo dolor, florece toda su esperanza y mana toda clase de gracias a quien viene a mi y pone su cabeza sobre mi seno.

Yo ruego por vosotros. Recordadlo. La bienaventuranza de estar en el cielo viva en los rayos de luz de Dios, no me borra el recuerdo de mis hijos que sufren en la tierra. Todo el cielo ruega, porque el cielo ama. El cielo es caridad que vive y la caridad tiene piedad de vosotros. Si no fuese más que yo, sería ya una plegaria suficiente en favor de las necesidades de quien espera en Dios. Porque nunca ceso de rogar por todos vosotros: santos y malvados, para dar a los santos la alegría y a los malvados el arrepentimiento que salva. Venid, venid hijos de mi dolor. Os espero a los pies de la Cruz para repartiros gracias.»

Estamos llegando ya al final del tiempo de Adviento, un tiempo de conversión y de purificación. Hoy es María quien nos enseña el mejor camino.

Fraternalmente,

Claudio



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El Hombre-Dios, María Valtorta, tomo I

El don de Dios nos debe hacer siempre mejores

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre!

La Palabra de hoy es el relato del segundo misterio gozoso del Santo Rosario. María, respondiendo a la discreta invitación del ángel fue a compartir su alegría con la anciana Isabel, su prima. Y se cumple lo dicho a Zacarías: «Tu hijo será lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre»

El texto bíblico es una impresionante enseñanza de caridad y amor al prójimo. La primera manifestación de la caridad es la que se ejercita para con el prójimo. Aunque aparente ser un juego de palabras, la caridad es para con Dios y para con el prójimo. En la caridad para con el prójimo se contiene también la caridad para con nosotros. Pero si nos amamos más que a los otros, no somos ya caritativos, somos egoístas.

Lo más importante en la historia no es lo más espectacular. El evangelio prefiere señalar los acontecimientos que fueron portadores de vida. También nos enseña la obediencia y humildad de María. Y la Virgen no se pone a hablar de sus cosas, su alma sólo puede alabar a Dios por lo que estaba haciendo por ella. Sin duda María estaría cansada del viaje, pero ella sabe descansar en Dios. Estemos seguros que Dios, con su poder y su bondad viene siempre al encuentro de los generosos.

Algunos años después, las muchedumbres judías caminarán hacia Juan Bautista en busca de Salvación pues reconocerán que Dios le comunicó el fuego de su Espíritu y de su Palabra. Pero nadie se preguntará sobre como recibió el Espíritu de Dios; y nadie sabrá que María, la niña humilde puso en movimiento los resortes del plan de Dios en aquel día de la Visitación. El Espíritu le habló a través del movimiento de su hijo en sus entrañas. El Bautista pronunció su primer discurso de Anunciador del Verbo.

¡Dichosa por haber creído! María descubre con gozo que su virginidad es fecunda, ella, que renunció a tener hijos y dar vida, como lo desean todas las mujeres, esta comunicando la vida del Espíritu Santo que es el Espíritu de Jesús. María ha pasado a ser el Templo de Dios.

Y termino con aquel concepto del inicio: la caridad. El don de Dios nos debe hacer siempre mejores. Cuanto más recibimos de El, tanto más debemos dar; porque el recibir más es señal que está en nosotros y con nosotros. Y cuando más El está en nosotros y con nosotros, tanto más debemos esforzarnos en llegar a la perfección.

El Señor provee aún en las cosas comunes y corrientes a quien en Él espera.

Fraternalmente,

Claudio



20 de diciembre de 2010

Dios busca su mamá

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre!

Llegó la hora. Dios quiere entrar en este mundo, hacerse hombre y busca una Madre. Pablo llama a esta hora, «la plenitud de los tiempos». Dios busca Madre; la hace y la elige. Solo Él pudo hacerlo, Dios quiso ser hombre, como todos.

Nació de mujer. Incluso ya tenía previsto su nombre: MARIA; la hizo pura y simple, llena de gracia, toda hermosa, llena de luz. Que pudiera mirarla sin cansarse, escucharla con gozo y alegría, admirarla como obra de sus manos, hecha amor.

Por eso envió un ángel, un mensajero para comunicar su elección.
«Dios te salve, llena de gracia, agraciada»
«Pero, ¿qué es ésto? Si parece un mensajero del cielo»
«Si, María, mensajero de Dios, soy, te traigo un mensaje muy grande: serás madre»
«¿Madre yo? Pero si..»
Quizás en ese momento te preguntaste: «¿Y ahora qué? No pediste un plazo para pensar, para reflexionar, unos días para consultar. La mayoría habría dicho: «Por favor, Señor, déjame pensarlo, hablar con mis padres, con mi prometido, con alguna amiga de confianza...»

No había tiempo para eso. Supiste escoger. Supiste decidirte. Por eso te llamamos «bendita entre las mujeres»; tu vida fue así, vida para tí y para todos nosotros...

El ángel se explica:
«Tu hijo será grande, hijo de David. Le llamarán Hijo del Altísimo. Le pondrás por nombre Jesús, porque salvará a su pueblo»
«¿Cómo sera eso?
«Será obra del Espíritu y de su Poder»
«Pues, si El quiere, que así sea. Yo no soy más que una pobre servidora.»
Al dar su SI María, se abre un nuevo camino, una encrucijada en la historia. En esta encrucijada está ella. Su SI es punto de convergencia del amor de Dios y de la humanidad caída. La promesas se cumplen, la esperanza renace. A la puerta esta la salvación; a la puerta, la luz que asoma; a la puerta, la paz y alegría.

Tu, María, eres la puerta que les da paso. Tu, la puerta por donde entramos los pobres hijos de Eva. Puerta del cielo te llamamos. Y todo porque dijiste SI, el SI que cambió el rumbo de la historia, que hizo llegar la plenitud de los tiempos.

Quisiera, María, como tú, oír la voz de Dios y escucharla, decir siempre SI, ser servidor humilde del Señor. Como tú, como el hijo que llevas en tus entrañas. Llevar yo en mi corazón al Hijo del Altísimo, ser templo, sagrario precioso. Vivir siempre en su compañía. Pero me pregunto ¿Será esto posible? Dime que si, María. Dime lo que el ángel te dijo a tí: para Dios no hay nada imposible.

Que la luz de la salvación me ilumine, que llene mi vida de gozo y alegría, como llenó la suya, aún en los momentos de dolor, de luchas y dificultades.

Fraternalmente,

Claudio

19 de diciembre de 2010

La vocación de José

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre!

4º domingo de adviento - Ciclo A - Mateo 1, 18-24
«José, descendiente de David, no temas llevar a tu casa a María, tu esposa, porque la criatura que espera es obra del Espíritu Santo. Y dará a luz un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt 1, 20-21)
José era un hombre justo, bueno, cercano a Dios. Por eso Dios quiso pedirle más. Dios siempre habla con los hombres pidiéndoles su colaboración, para apoyarse en ellos. Así habló con Abrahán, con Moisés y los Profetas. También cuenta con nosotros para realizar sus maravillas entre los hombres, y en nosotros. En el juego divino de la entrega es como si Dios pidiera una mano, y cuando se le ha dado, pide el brazo, y si se le da, pide la vida entera. Dios a quien más ama más le pide, para poderle dar más. Pero esto puede dar miedo.

En toda vocación hay un ángel, alguien que nos habla de parte de Dios con sus palabras o con su ejemplo. Y ante la voz de Dios surge el temor. Porque en la entrega de uno mismo parece que algo se pierde, algo hay que romper. Quizá el amor propio, la propia seguridad, el proyecto personal de futuro. Miedo, además, ante la fuerza y el proyecto de Dios, que nos sobrepasa.

José teme por eso; teme perder a su esposa, a quien más ama, pues intuye que Dios ha hecho obras grandes en ella, y prefiere desaparecer de la escena. Ante lo sobrenatural tiene miedo. Pero el ángel le tranquiliza: le habla de su vocación, del porqué y del para qué de su vida. Tiene que ser San José. Y su misión consiste en cuidar del Mesías y de su Madre.

No hemos de tener miedo a ser santos, si es el mismo Dios quien nos lo plantea. Podemos serlo con la gracia del bautismo, y con la gracia de la vocación particular si la hemos recibido. Lo que se necesita es poner de nuestra parte toda nuestra libertad, nuestras energías, toda nuestra vida; ser fieles.

Cuando yo no entienda los planes divinos, iré a la oración a preguntarte. Y tarde o temprano Tú me enviarás un ángel (como a José, como a María recogida en oración, como a Jesús en su oración en el huerto), que también me dirá: No temas.

Fraternalmente,

Claudio


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Jesús Martínez García - Selección de Obras

18 de diciembre de 2010

Nuestra Señora de Loreto

María, Madre del sí, tú escuchaste a Jesús
y conoces el timbre de su voz
y el latido de su corazón.
Estrella de la mañana, háblanos de él
y descríbenos tu camino
para seguirlo por la senda de la fe.

María, que en Nazaret habitaste con Jesús,
imprime en nuestra vida tus sentimientos,
tu docilidad, tu silencio que escucha y hace florecer
la Palabra en opciones de auténtica libertad.

María, háblanos de Jesús, para que el frescor
de nuestra fe brille en nuestros ojos
y caliente el corazón de aquellos
con quienes nos encontremos,
como tú hiciste al visitar a Isabel,
que en su vejez se alegró contigo
por el don de la vida.

María, Virgen del Magníficat
ayúdanos a llevar la alegría al mundo
y, como en Caná, impulsa a todos los jóvenes
comprometidos en el servicio a los hermanos
a hacer sólo lo que Jesús les diga.

María, dirige tu mirada al ágora de los jóvenes,
para que sea el terreno fecundo de la Iglesia italiana.
Ora para que Jesús, muerto y resucitado,
renazca en nosotros
y nos transforme en una noche llena de luz, llena de él.

María, Virgen de Loreto, puerta del cielo,
ayúdanos a elevar nuestra mirada a las alturas.
Queremos ver a Jesús, hablar con él
y anunciar a todos su amor. Amén

S.S. BENEDICTO XVI
Visita al Santuario Lauretano
01 de Setiembre de 2007


Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre,

Claudio

17 de diciembre de 2010

Todos por igual

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre

La genealogía de Jesús, la nómina representa la herencia que José le transmitió a Jesús. Y contraria a lo que debía ser, el relato evangélico, la historia oficial no esconde los pecados de sus antepasados. En la palabra de Dios encontramos que el Señor no hace diferencias entre las personas, hace salir el sol sobre justos e injustos, indicando no que Él sea con esto injusto, sino que su amor se ofrece a todos y busca la conversión del equivocado y no que muera o se pierda. En este sentido, las historias de David, es emblemática.

Cuatro mujeres se nombran en el evangelio de San Mateo, mencionadas las cuatro en la Biblia. Tamar (Gén 38) que dió todo para no perder las bendiciones divinas; Rahab, una prostituta extranjera que la Biblia elogia (Josué 2); Rut, otra extranjera de vida ejemplar; la viuda de Urias, la bella Betsabé, compartió el pecado de David... Todo esto nos anuncia discretamente al que vino a salvar a los pecadores y para abrir el reino de Israel a las muchedumbres venidas de los demás pueblos.

La aceptación incondicional de Dios, no quiere decir que esté bien cualquier cosa que hagamos, pensemos o dejemos de hacer, sino que Él ama nuestro ser brindándonos la posibilidad de recuperar la gracia perdida por causa del pecado, por medio de la fe en su Hijo Jesucristo y con la acción del Espíritu Santo. El jamás nos abandonará, y si volvemos, nos recibe con los brazos abiertos porque quiere nuestra vida, nuestro gozo y plenitud.

Dios no hace acepción de personas, no distingue como mejores a aquellos o éstos, no hace ninguna distinción y el Señor, espera de nosotros la misma actitud; precisamente, el Mesías, la gran expectativa del pueblo de Dios, traería el Shalom, la plenitud de las bendiciones del Padre, la totalidad de la salvación, la perfección del amor que abarca a todos.

Fraternalmente,

16 de diciembre de 2010

Deja que te guíe mi palabra...

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre,

Nuestro Papa en su mensaje al Movimiento de Acción Católica Italiana ha dicho: «Jesús es el camino que lleva a la verdadera vida, la vida que nunca termina. A menudo es un camino empinado y angosto, pero si nos permitimos ser atraídos por el, es siempre un camino estupendo, como un camino de Montaña: cuanto mas rápido subimos, mas fácil se hace mirar hacia abajo en busca de nuevos panoramas, panoramas todavía mas vastos y hermosos. El viaje es cansador pero nosotros no estamos solos... Lo que es importante es no perder nuestro camino, no salirnos de la senda, porque nos arriesgamos a caer en un abismo o a perdernos en el bosque.»


Si tu existes, yo te hice, te pensé antes de nacer.
Si tu vives a mi vera, no te faltará la abundad,
Ni a tus padres, ni a tus hijos, ni nación.
Tengo siembra y cosecha, solo…

Deja que te guié mi palabra,
Tengo mi reino de regalo y salvación de humanidad.
Deja que te guié mi palabra,
Tengo mi reino de regalo y salvación de humanidad.
Yo tengo más, tengo gracia y gloria al que me siga
Y vida eterna.

Si tu amas, si tu adoras, el amor yo lo inventé
Si no llegas a la hora de mi rapto esperaré.
Si te impones en hacer tu voluntad
Si no encuentras a quien dar tu carga...

Deja que te guié mi palabra,
Tengo mi reino de regalo y salvación de humanidad.
Deja que te guié mi palabra,
Tengo mi reino de regalo y salvación de humanidad.
Yo tengo más, tengo gracia y gloria al que me siga
Y vida eterna.




Fraternalmente,

15 de diciembre de 2010

Reanimar la virtud de la esperanza

Palabra del amado
Yo soy el que ama la pureza, yo soy el que da toda santidad. Busco un corazón puro: allí está el lugar de mi descanso. Prepara para mi una sala amplia, alfombrada y allí celebraré la Pascua con mis discípulos. (Mc 14, 15; Lc 2, 12)

Si quieres que vaya a tu casa y me quede contigo, límpiate de la levadura antigua (1 Cor 5, 7) y asea la morada de tu corazón. Deja afuera a todo el mundo y aleja de ti el tumulto de los vicios. Con amargo sentimiento del alma, siéntate como un pájaro solitario en el tejado (Sal 101, 8) a meditar en tus faltas.

Todo amate prepara para su amado que lo quiere, el lugar mejor y más lindo, porque en esto se manifiesta la amorosa disposición de quien recibe a su preferido. Pero cónvencete que no puedes llegar a ésta preparación con el solo mérito de tus acciones y esto aunque te prepares un año entero sin tener que hacer otra cosa.

Se te permite acercarte a mi mesa sólo por una condescendencia de mi amor y de mi gracia; así como si un rico convidara a un pordiosero a su mesa y el pobre no pudiera retribuirle de otra manera que con humillaciones y agradecimientos.

Has todo lo que esté de tu parte y hazlo con mucha diligencia, no por costumbre ni por obligación. El cuerpo de tu amado Señor y Dios, que se digna ir a tí, recíbelo con temor, veneración y amor. Yo te llamé, yo mandé que así se hiciera y yo supliré lo que falta. Pero tú, ven y recíbeme.
Adviento es el tiempo para reanimar en Cristo la esperanza de tiempos mejores, reanimar la virtud de la esperanza en mi vida; esa que pierdo con frecuencia porque confío demasiado en mis fuerzas y no querer reconocerme necesitado de la mano sanadora del Señor. Pero El, en su infinita misericordia se sigue donando y ofreciéndome su mano salvadora para sacarme del barro y llenarme el corazón de esperanza.

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre,

Claudio

14 de diciembre de 2010

¡Escoge la vida!

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre,

La liturgia de la Iglesia nos propone de forma sintética, al inicio de la Cuaresma, en las lecturas del jueves que sigue al miércoles de Ceniza, la decisión fundamental de la existencia cristiana: la elección que nos pone ante el relato de las tentaciones y de las que ningún hombre puede eximirse. En la lectura tomada del Deuteronomio se dice; «Mira, yo pongo hoy ante ti vida y felicidad, murte y desgracia (...) Te pongo delante vida o muerte, bendición o maldición. Escoge la vida» (Dt 30, 15.19)

¡Escoge la vida! ¿Qué significa? ¿Cómo se hace? ¿Qué es la vida? ¿Tener lo más posible? ¿Poder tenerlo todo, permitírselo todo, no conocer más límites que los del propio deseo? ¿Poder tenerlo todo y poder hacerlo todo, gozar la vida sin límite alguno? ¿No es esto la vida? ¿No parece ésta así, como en todos los tiempos, la única respuesta posible?

Pero si contemplamos nuestro mundo, vemos que este estilo de vida acaba en un circulo diabólico de alcohol, sexo y droga; que esta aparente elección de la vida debe considerar al prójimo como un rival; siente lo que se posee siempre como demasiado poco y lleva precisamente a la anticultura de la muerte, al aburrimiento de la vida, a la falta de amor a si mismo, que hoy observamos por doquier.

La gloria de esta elección es una imagen engañosa del diablo. En efecto, se pone contra la verdad, porque presenta al hombre como un dios, pero como una falso dios, que no conoce el amor, sino sólo a si mismo, y lo refiere todo a si mismo. El criterio de referencia para el hombre es el ídolo, no Dios, en este intento de ser un dios.

Esta forma de elegir la vida es mentira, porque deja a Dios de lado a sí lo deforma todo. «¡Escoge la vida!» Una vez más, ¿que significa? El Deuteronomio nos da una respuesta muy sencilla: Escoge la vida, es decir, escoge a Dios, pues él es la vida. «Si escuchas los mandamientos del Señor, tu Dios, que yo te prescribo hoy, si amas al Señor, tu Dios, si sigues sus caminos y guardas sus mandamientos, preceptos y normas, vivirás» (Dt 30, 16)

¡Escoge la vida! ¡Escoge a Dios! Escoger a Dios significa, según el Deuteronomio, amarlo, entrar en comunión de pensamiento y de voluntad con él, fiarse de él, encomendarse a él, seguir sus caminos.

El Señor nos aplica a nosotros este anuncio relativo a su camino y nos muestra cómo podemos escoger la vida: «Quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará. Pues ¿de que le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si el mismo se pierde o se arruina? (Lc 9, 24-25). La cruz, no tiene nada que ver con la negación de la vida, con la negación de la alegría y de la plenitud del ser humano. Al contrario, nos muestra exactamente la verdadera forma de encontrar la vida.

Cuanto más osadamente los hombres se han atrevido a perderse, a entregarse, cuanto más han aprendido a olvidarse, tanto más grande y más rica ha llegado a ser su vida. Basta pensar en Francisco de Asís, en Teresa de Avila, en Vicente de Paúl, en el cura de Ars, en Maximiliano Kolbe: todos son modelos de verdaderos discípulos, que nos muestra el camino de la vida, porque nos muestran a Cristo.

De ellos podemos aprender a escoger a Dios, a escoger a Cristo y a escoger así la vida.

Fraternalmente,

Claudio


# 1997, meditación del Cardenal Joseph Ratzinger para la doctrina de la fe, sobre las tentaciones de nuestro Señor

13 de diciembre de 2010

Aprende

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre,

Ten calma, desacelera el ritmo de tu corazón
silenciando tu mente.
Afirma tu paso con la visión del futuro.
Encuentra la calma de las montañas.
Rompe la tensión de tus nervios y músculos
con la dulce música de los arroyos
que viven en tu memoria.
Vive intensamente la paz del sueño.
Aprende a tomar vacaciones en un minuto,
al detenerte a mirar una flor,
al conversar con un amigo,
al contemplar un amanecer,
o al leer algunas líneas de un buen libro.
Recuerda cada día la fábula de la liebre y la tortuga,
para que sepas que vivir más intenso
no quiere decir vivir más rápido y que la vida
es más que aumentar la velocidad.
Voltea hacia las ramas del roble que florece
y comprende que creció grande y fuerte
porque creció despacio y bien.
Ten calma, desacelera el paso
y echa tus raíces en la buena tierra
de lo que realmente vale,
para así crecer hacia las estrellas.

Hellen Keller


Fraternalmente,

Claudio



PD.: El título original de este poema es «Ten calma», que -generalmente- lo utilizo como título al post; me tomé el atrevimiento de cambiarlo en virtud de la enorme vida de la autora (coloqué el link en su nombre). Solo esto quería decir. Las palabras sobran.

12 de diciembre de 2010

Adventus 2010, apostalado 2.0

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre,
«¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?» (Mt 11, 2-11)
Buena pregunta la que le hacen a Jesús aquellos discípulos de Juan.

Hoy muchas personas también se hacen esa pregunta porque conocen a Jesús sólo de oídas. No me refiero a esas personas a las que no se les ha predicado sobre el Señor; me refiero a esos otros a los que criados en un ambiente cristiano, saben casi nada sobre quién es de verdad Jesús.

Los siglos han ido demostrándonos distintas posibles figuras del Maestro. Cada una de ellas era una respuesta a esa pregunta. Para unos es un revolucionario, un iluminado, un profeta para otros; pero lo único que de verdad ha prevalecido más allá del tiempo es su divinidad y este es quizás el punto más delicado para las personas de nuestro tiempo. Mientras a la gente se le hable de un Jesús tan humano que esconda su divinidad, todo irá bien. Pero cuando se les presente al Señor en plenitud comienzan las decepciones.

Juan Bautista estaba encarcelado y, con buen método pedagógico, envía a sus discípulos a que conozcan a Jesús haciéndole esa pregunta, quizá para que se hagan discípulos suyos (Juan siempre llevando a la gente a Dios). Y Jesús les contesta con una frase que alude a una profecía claramente mesiánica: cuando llegue el Mesías se acabarán todos los males, porque él será el libertador del hombre.

A la vez, Jesús les expuso de qué liberación se trataba: había venido a salvar de los pecados, de la ignorancia y del sufrimiento. La señal de que uno ha entendido el Reino de Jesús y a él pertenece es que trata de vivir sin pecado, procura conocer la verdad de la revelación y si padece el sufrimiento -como lo padeció Cristo- lo ofrece al Padre para reparar los pecados. Aquellos discípulos le preguntaron porque estaban desconcertados. Ellos esperaban un Mesías guerrero, y, en cambio, la única guerra a la que nos llama Jesús es a la guerra interior contra nosotros mismos. No encajaba en las ideas que ellos tenían.

Algo parecido pasa en nuestro tiempo. Muchas veces Dios no encaja en las expectativas que nos hacemos sobre Él. Hacemos nuestros proyectos. Edificamos nuestras ideas. Trazamos el camino y queremos que Dios los siga. Muchas veces me pregunto si el "hágase tu voluntad..." del Padrenuestro es tan verdadero en nosotros como para hacerlo vida.

Y existe otra señal clara de que uno ha entendido a Jesús: el apostolado, ayudar a los amigos a que quiten sus pecados (limpiar leprosos), explicarles la doctrina cristiana (evangelizar a los que no la conocen, y por eso son verdaderamente pobres), y tratar de solucionar el sufrimiento ajeno (escuchando, comprendiendo, animando, dedicando tiempo, viviendo la solidaridad). No es verdaderamente cristiano quien se encierra en sus problemas personales y vive al margen de las necesidades ajenas. Los demás nos necesitan; mejor dicho, Dios cuenta con nosotros para ayudar a los demás a solucionar sus problemas humanos, y sobre todo ayudarles a estar cerca de Dios.

Fraternalmente,

11 de diciembre de 2010

Nuestra Señora de Guadalupe

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre,

¡Oh Virgen Inmaculada,
Madre del verdadero Dios y Madre de la Iglesia!
Tú, que desde este lugar manifiestas tu clemencia y tu compasión
a todos los que solicitan tu amparo;
escucha la oración que con filial confianza te dirigimos,
y preséntala ante tu Hijo Jesús, único Redentor nuestro.

Madre de misericordia, Maestra del sacrificio escondido y silencioso,
a Ti, que sales al encuentro de nosotros, los pecadores,
te consagramos también nuestra vida, nuestros trabajos,
nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores.

Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos;
ya que todo lo que tenemos y somos lo ponemos bajo tu cuidado,
Señora y Madre nuestra.

Queremos ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino
De una plena fidelidad a Jesucristo a su Iglesia:
No nos sueltes de tu mano amorosa.

Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas, te pedimos por todos
Los Obispos, para que conduzcan a los fieles por senderos
de intensa vida cristiana, de amor y de humilde servicio a Dios
y a las almas.

Contempla esta inmensa mies, e intercede para que el Señor
infunda hambre de santidad en todo el Pueblo de Dios,
y otorgue abundantes vocaciones de sacerdotes y religiosos, fuertes en la fe
y celosos dispensadores de los misterios de Dios.

Concede a nuestros hogares
la gracia de amar y de respetar la vida que comienza
con el mismo amor con el que concebiste en tu seno la vida del Hijo de Dios.
Virgen Santa María, Madre del Amor Hermoso, protege a nuestras familias,
Para que estén muy unidas, y bendice a la educación de nuestros hijos.

Esperanza nuestra, míranos con compasión,
Enséñanos a ir continuamente a Jesús y, si caemos, ayúdanos
a levantarnos, a volver a Él, mediante la confesión de nuestra culpas
y pecados en el sacramento de la Penitencia, que trae sosiego al alma.

Te suplicamos que nos concedas un amor muy grande a todos los santos sacramentos,
Que son como las huellas que tu Hijo nos dejó en la tierra.

Así, Madre Santísima, con la paz de Dios en la conciencia,
Con nuestros corazones libres de mal y de odios,
Podremos llevar a todos la verdadera alegría y la verdadera paz,
que vienen de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
que con Dios Padre y con el Espíritu Santo,
vive y reina por los siglos de los siglos. Amén

Juan Pablo II
México, enero de 1979

Fraternalmente

Claudio

10 de diciembre de 2010

No digamos malas palabras

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre!

Dice Arcendo en sus apuntes de adviento: « 5 - Siempre es bueno recuperar las buenas formas, porque todo lo que decimos debe tener un sentido más humano y por tanto más cristiano, por eso…, No digas “hasta luego”, di “adiós”. No digas “menos mal”, si no “gracias a Dios”. No digas “quizá”, di “si Dios quiere”. Y en estas fiestas no tengamos miedo a decir que "El Niño Jesús, te bendiga"»

Y la expresión siempre es bueno recuperar las buenas formas, me hace acordar a otra no digas malas palabras; aquella trata de rescatar la buena expresión, esta intenta corregir a los boca-sucia. Cuántas veces habremos escuchado esta corrección de nuestros padres, maestros o amigos y cuántas le restamos importancia. Sin embargo, no se trata de un asunto de lenguaje simplemente, sino de la voluntad de Dios.

Dice la Palabra «No salga de sus bocas ni una mala palabra, sino palabras buenas que edifiquen cuando sea necesario y que hagan bien a los que las oigan» (Ef 4, 29); hay aquí dos aspectos a tener presente en el uso del vocablo: no dañar y construir -con el buen uso- el Reino de Dios entre los hombres.

Las malas palabras no se agotan en la vulgar grosería, aunque sean tan abundantes y tristemente famosas; es más, se las suele minimizar arguyendo su popularidad. Hay más maneras de hablar mal: el chisme, la burla, las bromas pesadas, los chistes con doble sentido que ofenden, las «cargadas» fundadas en un defecto físico, el doble mensaje, la mentira y hasta la misma palabra que es absolutamente inútil. El Evangelio lo presenta claramente de boca del mismo Jesús «... tendrán que dar cuenta hasta de las palabras ociosas que hayan dicho».

Nuestra responsabilidad -como discípulos de Cristo- es ser transmisores de la Verdad, permaneciendo en su Palabra. Permanecer es tener siempre vigente todas y cada una de las indicaciones dadas por el Señor, incluso esta que estamos tratando, quizá una de las más difíciles para los creyentes de hoy, es especial los más jóvenes.

El mundo tiene su idioma: quejas, maldiciones, sarcasmos, ofensas y halagos ladinos, modos que solo nos harán progresar en la ignorancia de Dios. En cambio, el idioma del Reino de los Cielos es: alabanza, verdad, agradecimiento, aliento, silencio prudente, diálogo fraterno, corrección amorosa, aporte del conocimiento en humildad y compartir, palabras de consuelo, de unión...; todo lo que conforta, consuela, sirve y ayuda a la persona, a la familia y a la sociedad.

Sin embargo, no son pocos los creyentes que utilizan todavía un lenguaje perverso. Esto no es agradable al Señor. Pero, todo aquel que quiera cambiar, deseando hacer la voluntad de Dios, si lo pide, recibirá la asistencia del Espíritu Santo quién no lo dejará huérfano. Intentémoslo, no nos preocupemos por lo que nos van a decir, hay mucho donde apoyarse.

Aunque no quedase nadie, ni siquiera uno que hable bien, no nos rindamos, que cuando estema frente al Trono de la Gracias, el Señor nos va a dar un abrazo impresionante, nos va a sonreir seguramente y posiblemente utilice sus palabras: «ya que has sido fiel en lo poco, yo te confiaré mucho más. Ven a compartir la alegría de tu Señor»

Fraternalmente,

Claudio

9 de diciembre de 2010

Maria, orgullo de nuestra raza

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre!

por Martin Gelabert Ballester O.P.

Es posible pararse en la letra de los dogmas. Pero, dado que los dogmas nunca agotan la realidad a la que apuntan, es posible ir más allá de ellos y buscar, en los dogmas sobre María, no un motivo de fácil admiración, sino una llamada a una exigente renovación. El dogma de la Inmaculada nos orienta sobre una serie de aspectos propios de toda relación del creyente con Dios. La figura de María aparece así como el más acabado ejemplo de lo que es y debe ser cada cristiano

El dogma recuerda que María, como todos los creyentes, fue redimida. Todos necesitamos de Cristo para salvarnos. El dogma de la Inmaculada de ningún modo niega la universalidad de la acción salvadora de Cristo. Sin Cristo ninguno podemos alcanzar la santidad ni llegar a Dios. El dogma lo deja muy claro: María fue redimida, sí, necesitó de Cristo. Ella pertenecía a la comunidad humana de personas que, en razón del primer pecado, se convirtieron en radicalmente incapaces de alcanzar la salvación.

Por otra parte, el dogma es expresión del amor de Dios a María. Pero el amor de Dios a una persona no excluye a ninguna otra. Dios ama a todos con todo su amor, a todos por igual. A veces pensamos que Dios ama más a unos que a otros, más a los justos que a los pecadores. Es una triste manera de entender a un Dios que en Jesucristo se revela como Amor y nada más que Amor. Amor incondicional. En Dios no hay más ni menos amor. Sólo hay “su” amor. Somos nosotros los que, al amar egoísta y limitadamente, proyectamos en Dios nuestros pequeños amores, incapaces de comprender un Amor sin límites, que ama a quien no se lo merece.

La fiesta de la Inmaculada nos orienta no sólo a la verdad del amor de Dios a María y a todos nosotros, sino a la necesidad de responder a su amor, para alcanzar así la plenitud de la amistad. Y ahí es dónde María aparece como el más acabado ejemplo de correspondencia al amor de Dios. Ella acogió incondicionalmente la Palabra de Dios y acogió el Amor de Dios. Y así es la más acabada manifestación de lo que supone la fe: amar a Dios con todas las fuerzas. De este modo se convierte, como dice la liturgia, en “orgullo de nuestra raza”. En una de las nuestras se ha manifestado hasta donde puede llegar un ser humano en su entrega a Dios.

Fraternalmente,

Claudio

8 de diciembre de 2010

María, arca elegida de la salvación...


«Señora mía Inmaculada, yo me alegro contigo al verte enriquecida con tanta pureza. Doy gracias y siempre las daré a nuestro Creador por haberte preservado de toda mancha de culpa, como lo tengo por cierto, y por defender este grande y singular privilegio de tu Inmaculada Concepción estoy pronto y juro dar, si fuera menester, hasta mi vida. Quisiera que todo el mundo te reconociese y te aclamase como aquella hermosa aurora siempre iluminada por la divina luz. Como el arca elegida de la salvación… como aquel jardín cerrado que hizo las delicias de Dios... Déjame que te alabe como lo hizo Dios, toda tú eres hermosa y no hay mancha alguna en ti. Purísima paloma, toda blanca, toda bella y siempre amiga de Dios. ¡Qué hermosa eres, amiga mía, qué hermosa eres!. Me parece que faltaran mil años todavía para poder contemplar tu hermoso rostro maternal en el cielo, para empezar a amarte y alabarte en el Paraíso como a la más buena de las madres, mi madrecita, mi Reina, mi gran benefactora, la más bella, la más amable, la más pura, la siempre Inmaculada Virgen María. Amén.»

Oración de San Alfonso
(Fragmentos)

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre!

Claudio

6 de diciembre de 2010

Mi fuerza y mi fracaso

Mi fuerza y mi fracaso, eres tú.
Mi herencia y pobreza, eres tú.
Tú, mi justicia, Jesús,
mi guerra y mi paz,
mi libre libertad.
Mi muerte y mi vida, tú.
Palabras de mis gritos,
silencio de mi espera,
testigo de mi sueños,
cruz de mi cruz, tú.
Perdón de mis pecados,
juez de mi pobre llanto,
razón de mi esperanza,
mi tierra prometida,
tú, Jesús.

Pedro Casaldaliga

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre!

Claudio

Prudencia

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre!
«El que se tenga por sabio y prudente, demuestre con su buena conducta que sus actos tienen la sencillez propia de la sabiduría. Pero si ustedes están dominados por la rivalidad y por el espíritu de discordia, no se vanaglorien ni falten a la verdad. Semejante sabiduría no desciende de lo alto sino que es terrena, sensual y demoníaca. Porque donde hay rivalidad y discordia, hay también desorden y toda clase de maldad. En cambio, la sabiduría que viene de lo alto es, ante todo, pura; y además, pacífica, benévola y conciliadora; está llena de misericordia y dispuesta a hacer el bien; es imparcial y sincera. Un fruto de justicia se siembra pacíficamente para los que trabajan por la paz» (Santiago 3, 13-18)
De esta virtud han dicho ya muchas cosas los antiguos. Les debemos profundo reconocimiento y gratitud por ello.

Según una cierta dimensión nos han enseñado que el valor del hombre debe medirse con el metro del bien moral que lleva a cabo en su vida. Esto precisamente sitúa en primer puesto la virtud de la prudencia. El hombre prudente, que se afana por todo lo que es verdaderamente bueno, se esfuerza por medirlo todo, cualquier situación y todo su obrar, según el metro del bien moral.

Prudente no es, el que sabe arreglárselas en la vida y sacar de ella el mayor provecho; sino quien acierta a edificar la vida toda según la voz de la conciencia recta y según las exigencias de la moral justa.

De este modo la prudencia viene a ser la clave para que cada uno realice la tarea fundamental que ha recibido de Dios. Esta tarea es la perfección del hombre mismo. Dios ha dado a cada uno su humanidad. Es necesario que nosotros respondamos a esta tarea programándola como se debe.

Pero el cristiano tiene el derecho y el deber de contemplar la virtud de la prudencia también con otra visual. Esta virtud es como una imagen y semejanza de la Providencia de Dios mismo en las dimensiones del hombre concreto. Porque el hombre —lo sabemos por el libro del Génesis— ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. Y Dios realiza su plan en la historia de lo creado y, sobre todo, en la historia de la humanidad.

La prudencia es algo distinto de la astucia. La prudencia exige la razón humilde, disciplinada y vigilante, que no se deja ofuscar por prejuicios; no juzga según deseos y pasiones, sino que busca la verdad, también la verdad incómoda. Prudencia significa ponerse en busca de la verdad y actuar conforme a ella.

El siervo prudente es ante todo un hombre de verdad y un hombre de la razón sincera. Dios, a través de Jesucristo, nos ha abierto de par en par la ventana de la verdad que, ante nuestras solas fuerzas, se queda con frecuencia estrecha y sólo en parte transparente. Él nos muestra en la Sagrada Escritura y en la fe de la Iglesia la verdad esencial del hombre, que imprime la dirección justa a nuestra actuación.

Así, la primera virtud cardinal del sacerdote ministro de Jesucristo consiste en dejarse plasmar por la verdad que Cristo nos muestra. De esta manera nos transformamos en hombres verdaderamente razonables, que juzgan según el conjunto y no a partir de detalles casuales. No nos dejamos guiar por la pequeña ventana de nuestra astucia personal, sino que, desde la gran ventana que Cristo nos ha abierto sobre toda la verdad, contemplamos el mundo y a los hombres y reconocemos así qué es lo que cuenta verdaderamente en la vida.

Fraternalmente,

Claudio



Leído en Conoceréis de verdad

5 de diciembre de 2010

Templanza

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre!

2º domingo de adviento, ciclo A - San Mateo 3, 1 - 12

Sorprende la figura recia y austera del Bautista; es toda una imagen de lo que predicaba: la necesidad de estar desprendidos de las cosas de la tierra. La vida es un camino que ha de acabar en Dios. Es un camino corto, y lo que importa es acertar a entrar por la puerta estrecha. Quien cifre su felicidad en la comodidad, en el confort, en la falta de sobriedad acabará olvidando que es peregrino que va a la casa del Padre, y no atinará a entrar.

La palabra griega que se usa para "arrepentirse" significa en español "cambiar de mentalidad". Juan les decía entonces: "cambien de mentalidad..." Bien sabía Juan que el cambio de mentalidad provoca el cambio de conducta. La realidad de muchos cristianos es que apremiados por los exigencias del Evangelio, se imponen una y otra vez el cambiar determinados aspectos de su comportamiento. Si hago aquello... si dejo de hacer lo otro... si intento reprimir éste o aquel sentimiento...

Y el tema no tiene nada que ver con esto de hacer o dejar de hacer... La vida cristiana es una invitación al cambio de interiores. Si cambias en tu interior todo lo que salga de ti será bueno. No es cambiar las cosas que hago anhelando en mi interior lo que realmente quiero. Es dejarse transformar desde dentro por el amor de Dios para que lo que sale de dentro sea más bueno y mejor.

Nos es necesaria la templanza en esta vida para poder entrar en la otra. Los bienes de la tierra son objetivamente buenos como medios, pero subjetivamente pueden convertirse en estorbo, y llenar el corazón de tal manera, que uno esté tan grueso, que le sea imposible entrar por la puerta angosta. En la medida que no utilizamos las cosas como instrumentos sino como fines, se convierten en tiranos y esclavizan.

Se nos pide una templanza habitual, estando desprendidos de las cosas que usamos, viviendo la castidad, la mansedumbre, la sobriedad en muchas facetas: en la comida y en la bebida, en el uso de la televisión, en la curiosidad, en el deseo de sobresalir, en el afán de lujo, en la preocupación excesiva por el vestido o las diversiones.

Quien no es sobrio, es como el deportista que ha comido mucho y no está ágil para hacer deporte. Quien no es templado, no puede escuchar a Dios y le resultará muy difícil hacer lo que debe. En el Adviento resuenan cada año las palabras de Juan el Bautista como un toque de atención, como un aviso a los viajeros para que estemos a lo que tenemos que estar en esta vida y no nos despistemos.

Fraternalmente, buen domingo!

Claudio

4 de diciembre de 2010

Nuestra Señora de los Milagros de Caacupé


Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre!

Santísima Madre de Dios y Madre nuestra,
desde tu santuario de Caacupé
cubre con tu manto protector
a tus devotos y a todo el Paraguay
Intercede por nuestros padres y bienhechores,
por los desvalidos y todos los necesitados
de perdón y misericordia.
Protege a nuestra Santa Madre Iglesia
y alcanza la luz a los magistrados
para que hagan justicia
y haya paz entre los hombres.
Después de la gracia que te pedimos,
danos también la gracia mayor de perseverar
en nuestra fe y en tu amor,
poder así merecer la realización de la promesa
que nuestros Señor Jesucristo
nos hiciera cuando dijo:
«El que persevere hasta el fin se salvará»
A ti Madre querida, clamamos
para que nos concedas tan singular favor. Amén

Fraternalmente,
Claudio


En Paraguay, la Virgen se manifestó como Madre protectora de los más humildes a través de esta advocación. Se le llama Nuestra Señora de los Milagros de Caacupé, Virgencita de Caacupé, Virgen de los Milagros de Caacupé, Virgen Azul de Paraguay o, sencillamente, María de Caacupé. La primera población se originó en 1600. Cuenta la leyenda que un indígena cristiano había ido hacia las selvas del valle Ytú, para la búsqueda de alimentos y madera.

Era un indio guaraní, converso de la misión franciscana de Tobatí, y se encontraba en grave peligro de muerte. Estaba rodeado por los fieros Mbayaes, tribu que no ha querido aceptar la fe cristiana y se ha declarado acérrima enemiga de los conversos.

Entonces, cuenta la leyenda que la imagen de la Virgen María se le apareció y dijo: "Caaguy Cupe-pe", que traducido significa "detrás de la yerba" (en alusión a la yerba mate, infusión a la que se atribuyen muchos poderes medicinales, y que es uno de los principales renglones exportables del país).

Y allí detrás encontró un grueso tronco que le ofrece refugio seguro y se escondió, agazapado y tembloroso, pidiéndole amparo a su Madre del Cielo, la Inmaculada, que los buenos frailes le han enseñado a amar profundamente. En ese momento promete que tallará, con la madera del árbol protector, una bonita imagen de la Virgen, si es que llega a salir con vida del trance. Sus perseguidores siguieron de largo sin advertir su presencia, y el indio escultor, agradecido, en cuanto pudo regresar, tomó del árbol la madera que necesitaba para su trabajo.

Se dice que brota agua en el sitio preciso de la aparición, y esta agua ayudó a los guaraníes a sobrevivir el calor del mes de diciembre. Del tronco surgieron dos tallas; la mayor fue destinada a la Iglesia de Tobatí y la más pequeña la conservó el indio en su poder, para su devoción personal. Años después la gran inundación que creó el lago de Ypacaray amenazaba con destruir los poblados cercanos y los frailes franciscanos, acompañados de los habitantes de la región, organizaron rogativas pidiendo la tranquilidad de las aguas.

Se cuenta que el Padre Luis de Bolaños bendijo las aguas y éstas retrocedieron hasta sus límites actuales; junto con la calma, apareció flotando un maletín sellado que encerraba en su interior una imagen de la Virgen, que fue reconocida por los presentes como la misma que el indio tallara años atrás. Desde entonces el pueblo la llamó la "Virgen de los Milagros".

Luego, el indio escultor se instala con su familia en esos valles, con la seguridad que la Virgen María siempre lo cuidara. Construyó un humilde oratorio, y este a su vez, como un imán atraía pobladores en su entorno, constituyéndose un poblado conocido primeramente como los ytuenses. Por el 1765, la zona ya era conocida como el valle de Caacupé, costumbre que iba arraigándose. El 4 de abril de 1770, se toma como referencia la fundación de Caacupé.

La historia no ha recogido datos de la imagen mayor, que se supone saqueada por los salvajes Mbayaes. Tampoco se supo mas de aquel indiecito guaraní y cristiano, pero aunque nunca sepamos a quien deben la fe y la iglesia esa obra de inspiración divina, nuestra fe nos dice que ya está desde hace tiempo compartiendo con nuestra Madre Celestial..... y quien podría negar que no estuviera hoy intercediendo por todos los que están reunidos brindándole homenaje.

3 de diciembre de 2010

El hombre proyecto de pueblo...

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre!

Mezcla de tierra y cielo,
proyecto humano y divino...
en cada hombre se hace rostro
y su historia se hace pueblo.

Es barro que busca la Vida,
agua que mezcla lo nuevo,
amor que se hace esperanza
en cada dolor del pueblo.

El pan en el horno florece...
¡es pan para todos, amigos!
nadie se sienta más hombre,
la vida se vive en el pueblo.

Porque el proyecto se hace silencio,
porque la vida se hace rezo,
porque el hombre se hace encuentro
en cada historia de pueblo.

Déjenme que les cuente
lo que me quema por dentro;
es amor que se hizo carne
con chayas y dolor de pueblo.

¿Saben? Lo aprendí junto al silencio...
Dios es trino y uno,
es vida de tres y un encuentro...
aquí la historia es camino
y el hombre siempre un proyecto.

Fraternalmente,
Claudio

2 de diciembre de 2010

Yo quiero amor...

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre!
«Porque yo quiero amor, no sacrificios, y conocimiento de Dios más que víctimas consumidas por el fuego» (Os 6, 6)
El profeta Oseas hablando en nombre de Dios, da a conocer su voluntad; no se trata de las cosas exteriores -aunque son necesarias- sino una vida que refleje una fe auténtica en Jesucristo resucitado. Este mensaje de Dios que nos llega desde el Antiguo Testamento permanece vigente.

Leemos en Mateo 9, 13, que el mismo Jesús nos dice: «Aprendan lo que significa esta palabra de Dios: "yo no le pido ofrendas sino que tengan compasión". Pues no vine a llamar a hombres perfectos sino a pecadores.». El maestro tiene que continuar enseñando, pero el aprender, también es algo de nuestra parte que tampoco debemos considerar terminado. Dice el Señor, que aprendamos lo que significa. Hagámoslo.

En el libro del Deuteronomio podemos ver enseñanzas respecto a los mandamientos de Dios y el cómo se han de transmitir de generación en generación, porque nuestros hijos nos preguntarán su significado. La Palabra de Dios, es muy concreta en cuanto al significado de la Ley.

Lo mismo pasa con las señales visibles en el marco de la liturgia y el contexto de la historia de la salvación, donde el sacrificio explica su razón de ser y su utilidad para el plan de salvación. Tal vez, el pueblo de Dios no alcanza a comprender algunos significados frente a señales que se nos presentan día a día y que es lo que Dios quiere que hagamos exactamente.

Sin embargo, Jesús nos recuerda que el eje de nuestra fe es la misericordia, un amor sensible, maduro, notable, genuino, reflejo de la experiencia íntima en la oración personal. No será la mucha actividad, aunque no la excluye, ni una función determinada en el servicio de la Iglesia, sino el cómo amemos al modo de Dios.

Al Señor no le importó ganar una conversación teológica, ni prevalecer sobre la autoridad romana, ni siquiera triunfar evitando el dolor. El vino a amarnos y lo logró, y continúa amándome, amándote y espera que entendamos el significado de su Palabra de una vez: yo quiero amor...

Fraternalmente,

Claudio

1 de diciembre de 2010

Saber sufrir

Saber sufrir
y tener el alma recia y curtida
es lo que importa saber;
la ciencia del padecer
es la ciencia de la vida.

No hay como saber sufrir
con entereza el dolor,
para saber combatir;
que el dolor es
la mejor enseñanza del vivir.

El ayuda con su mano
las empresas duraderas
del vivir fecundo y sano;
El sabe aventar del grano
la suciedad de las eras.

Por eso, Dios y Señor,
porque por amor me hieres,
porque, con inmenso amor,
pruebas con mayor dolor
a las almas que más quieres.

Por tu bondad y tu amor,
porque lo mandas y quieres,
porque es tuyo mi dolor,
¡bendita sea, Señor, la mano con que me hieres!

José M. Pemán


Cordialmente,

Claudio

Mateo 15, 29 - 37

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre!

Dice el Señor:
Venid a mi todos los que estaís cansados y oprimidos y yo os aliviaré (Mt 11, 28)

El pan que yo daré es mi misma carne para la vida del mundo (Jn 6, 52)

El que come mi carne y bebe mi sangre vive en mí y yo en él (Jn 6, 57)

Las Palabras que os he dicho son espíritu y vida (Jn 6, 64)
Estas son tus palabras ¡oh Cristo verdad eterna!, aunque no hayan sido pronunciadas todas en el mismo tiempo ni escritas en un solo lugar. Pero como son tuyas y son verdaderas, yo las debo recibir todas con gratitud y con fe. Tuyas son porque tu las pronunciaste, pero son también mías porque tu las dijiste por mi salvación.

Tu me ordenas acercarme a ti con toda confianza si quiero ser de tu compañía y me mandas recibir el alimento de la inmortalidad si quiero alcanzar la vida eterna y la gloria. Dulce al oído del pecador es esta palabra y llena de intimidad. Con ella, Señor y Dios mío, invitas al pobre y al necesitado a recibir la comunión de tu Cuerpo Santísimo.

Pero ¿quién soy yo Señor, para que presuma acercarme a tí? Toda la extensión de los cielos no pueden contener tu grandeza y tu dices: ¡Venid a mi todos! ¿Qué significa esta condescendencia tan bondadosa y esta invitación tan amorosa? ¿Cómo me atreveré acercarme a tí, yo que no encuentro en mi la sombra de alguno bueno que pueda darme aliento para hacerlo? ¿Cómo podré albergarte en mi casa, yo que tantas veces he ofendido tu presencia tan benigna?

Los ángeles y los arcángeles ante ti se postran con toda reverencia, los santos y los justos te temen y tu dices: ¡Venid a mi todos! Y si no lo dijeras tu, Señor, ¿quién lo creería? Y si no lo mandaras tu, Señor, ¿quién osaría acercarse?
«Te damos gracias, oh Padre santo, por tu santo nombre que has hecho habitar en nuestros corazones, por el conocimiento, la fe y la inmortalidad que nos has revelado por Jesús, tu Hijo. ¡Gloria a ti por los siglos. Amén! Eres tú, Señor todopoderoso, que has creado el universo, para alabanza de tu nombre; has dado a los hombres las delicias del alimento y bebida para que te den gracias. Pero a nosotros, nos has hecho la gracia de un alimento celestial y de una bebida espiritual, y la vida eterna, por Jesús, tu siervo»
Fraternalmente,

Claudio



Textos: La Imitación de Cristo.
Oración: La Didajé (entre 60-120), catequesis judeo-cristiana