Todos te buscan


Paz y bien

Domingo 5 - T.O. - Ciclo B - Mc 1, 29-39

En Galilea buscaban a Jesús, unos por curiosidad, otros porque solucionaba problemas materiales y otros por motivos superiores: era un placer aprender de sus labios sentencias llenas de sentido sobrenatural que dejaban paz y consuelo en el alma. Jesús hacía el bien: sus manos bendecían y curaban, y sus palabras orientaban hacia Dios. Otros, sin embargo, le buscaban para hacerle alguna pregunta capciosa, para discutir y tratar de perderle.

Hoy sigue Jesús bendiciendo a los hombres, orientándoles en su actuación, curándoles de sus dolencias, y lo hace a través de su vicario en la tierra -el Papa- y de sus sacerdotes. También hoy los hombres sienten la necesidad de alguien que les ayude en las facetas más importantes: el sentido de sus vidas, el sentido del dolor y del amor, resolver el mal que han cometido y recuperar la alegría...

Jesús sigue presente en sus representantes. Lo que se necesita es acudir a ellos con humildad -sin ánimo de polémica-, con el deseo de aceptar su ayuda. Dios no se impone, propone su doctrina de salvación eterna y la orientación correcta de la vida. Todo depende de la buena voluntad de cada uno: primero buscar a Dios, luego estar dispuesto a acudir a quien Él indica. No hay otro camino. Ninguna teoría o ideología puede calmar la sed profunda de verdad que anida en el corazón humano.
Jesús, que hacías oración cuando estabas entre nosotros, que yo aprenda a buscar el silencio para hablar contigo, porque para llegar a conocer el corazón humano necesito penetrar primero en el Tuyo: sólo conociéndote, me conoceré. Te buscaré, porque sólo Tú tienes palabras de vida eterna, y me dejaré orientar y curar por Ti, que sigues bendiciendo a través de las manos y las palabras de tus ministros. 
Fraternalmente,



___
Huellas del P. Jesús Martínez García, “Selección de Obras”

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Te damos gracias, María

El Espíritu es animoso, pero la carne es débil

En la fiesta de los Tabernáculos. Joaquín y Ana poseían la Sabiduría. (El Hombre - Dios)