El peso del amor

Paz y bien

1º Domingo de Cuaresma - B - Marcos 1, 12-15

El anuncio del plazo agotado va unido a un pregón de sorprendente alegría: "el Reino de Dios se ha acercado". Jesús mismo es el horizonte entre ese tiempo anterior al plazo cumplido y aquel Reino que viene. La puerta para pasar de una a otra realidad es una palabra que llena toda la Cuaresma: "conviértanse".

Jesús trae esa palabra de la soledad del desierto, adonde lo ha "empujado" el Espíritu Santo. En el crisol del ayuno, la oración y el silencio, Cristo ha recogido los cabos sueltos de nuestra historia humana; ha comprendido de modo singular y hondísimo nuestro drama y ha encontrado una brecha de debilidad en las murallas de nuestro orgullo. Sabe que por ahí puede colarse la salvación.

Cuando el hombre es introducido en el orden sobrenatural por la gracia, participa en la vida íntima de Dios, y esa transformación radical que le diviniza en su misma esencia, crea en él inclinaciones e instintos nuevos. La gracia le da a participar el ser Dios, se piensa como Dios, se ama y actua a la manera de Dios, a semejanza del Dios hecho carne y habitante en la tierra entre nosotros.

La gracia imprime en él, hasta en sus menores reacciones, un instinto divino. En adelante, y en la medida que se deje guiar por el Espíritu de Dios, el hombre actuará espontáneamente como hijo de Dios.

El pondus eran las piedras que los romanos ponían en la bodega de los barcos para que empujara hacia abajo y no se volcaran. San Agustín dirá: «Deus meus, pondus meus». Dios ha de ser el peso, el Amor hacia el que sea atraído el corazón del hombre, como Fin último. Esa atracción hacia el Bien supremo le transforma en lo más profundo de su psicología, pasando a ser Dios el centro de polarización de todos sus movimientos amorosos. He aquí el secreto de los santos.

La Iglesia entera, especialmente en el tiempo de cuaresma, acompaña a Cristo en este desierto. Se sabe acechada y tentada por el diablo, se sabe sola y peregrina, se sabe rodeada de fieras y acompañada de ángeles; sabe también que hay un drama en ese silencio que nos deja presentir a Dios sin nunca verle y abrazarnos a su amor sin todavía poseerlo. Pero sobre todo la Iglesia sabe que en todo ello no está sola sino que su Esposo comparte el camino y marca una ruta que conduce finalmente a la conversión y al gozo de la Buena Nueva.

Suyo es el reino, el poder y la gloria!

Fraternalmente,



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Huellas de Jesús Martínez García /  Nelson Medina O.P.

Comentarios

  1. Mil gracias amigo me da mucha alegría volveros a ver gracias por este compartir de hoy es realmente muy profundo La gracia imprime en él, hasta en sus menores reacciones, un instinto divino. En adelante, y en la medida que se deje guiar por el Espíritu de Dios, el hombre actuará espontáneamente como hijo de Dios. Tiene toda la razón al meditar este evangelio esta mañana me he quedado que Jesús es empujado por Él espíritu, y me pregunta ¿cuántas veces yo dejo actuar el Espíritu en mi vida? y los cuatros verbo que habla también el evangelio tiempo, creer, esta cerca el reino y conversión,pueste es un tiempo de gracia y un regalo de Dios para acercarnos a Él, y nos dice como llegar a ÉL gracias amigo muy unidos en oración y un abrazo muy fuerte.

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  2. Me ha encantado lo del pondus.
    Gracias¡

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  3. El drama del silencio... presentirle sin verle... ¿Te imaginas como ha de ser cuando por fin le veamos?... ¡tal gozo!...
    Sentiremos por fin en ese momento que todo ha valido la pena, sabremos por fin cuan necesario era este caminar por el desierto...
    Te abrazo.

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