Gal 2, 19-20
Y también hay una vida de dolor; una vida en la que nuestra enfermedad muerde nuestro cuerpo; una vida en la que la enfermedad de alguno de los nuestros aprieta nuestro corazón; una vida de dificultades y de fracasos, de pobreza y de falta de trabajo, de incomprensiones, de lágrimas y angustias... de sentida soledad.
Pero también puede haber una vida que sea la suma de las dos anteriores, vale decir: una vida que no sea solamente de alegría o de dolor, sino que llegue a ser de alegría en el dolor; la alegría y el dolor probablemente te vendrán de Dios, pero el hacer de la vida una vida de alegría en el dolor dependerá exclusivamente de nosotros.
Pero eso no lo lograremos sino miramos el dolor en la cruz; la cruz sin Cristo se vuelve insoportable, pesada y cruel; Cristo en la cruz la hace llevadera.
Lo dice nuestro cantar popular
“En nuestros hogares tendrá la gracia residencia, y en el trabajo en las escuelas repartiremos nuestros colores y estando alegres, renovaremos nuestros corazones hasta acabar en el cielo”Fraternalmente,