¡Señor, haznos uno..!
El sol acaba de iluminar a lo lejos
al franja externa del primer oriente.
Una vez más, bajo la movediza cascada de sus rayos,
se despierta la superficie viva de la tierra,
se estremece y reinicia su pasmoso trabajo.
Dios mío, te ofreceré la anhelada cosecha de este primer esfuerzo.
Te presentaré en mi copa la savia
de todos los frutos que hoy serán pulverizados.
Oh Señor, llevaré a tu presencia
las profundidades de mi alma
ampliamente abierta a todas las fuerzas
que dentro de un instante van a elevarse
a todos los puntos del globo y a converger hacia el Espíritu.
En otro tiempo, se traían a tu templo las primicias
de las cosechas y lo mejor de los rebaños.
La ofrenda que realmente esperas,
la que tú necesitas misteriosamente todos los días
para calmar tu hambre, para apagar tu sed,
no es nada menos que el desarrollo del mundo
empujado por el progreso universal.
Recibe, Señor, esta Hostia total que la Creación
movida por tu atractivo, te presenta en la nueva aurora.
El pan, nuestro esfuerzo, no es por si mismo,
lo se, sino una inmensa descomposición.
El vino, nuestro dolor, no es aún sino una bebida disolvente.
Pero en el fondo de esta masa informe, pusiste,
estoy seguro porque lo siento,
un deseo irresistible y santificador
que nos hace gritar, desde el impío hasta el fiel:
«Señor, haznos uno»
La que da gloria a Dios, más que la grandeza y la hermosura del universo es la sociedad humana basada sobre la justicia. Y por eso se alegra la creación entera cuando Dios establece su reino entre los hombres. Alegría del universo que hasta aquí fue echado a perder por la ambición desmedida del hombre. Alegría de las naciones que descubren su razón de ser en Dios.
Fraternalmente,
†
Dominus Providebit
Huellas de Teilhard de Chardin
Bendito seja Deus meu Senhor e meu Criador por todo o amanhecer e pelo acordar neste mundo que Ele criou.
ResponderBorrarQue todas as criaturas cantem em Seu louvor e que cantem as Suas glórias.
Suyo es el Reino, el Poder y la Gloria... por siempre!
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