Dios se ha hecho débil hasta morir

Acusado, condenado, muerto. Traicionado, negado, vendido. Abandonado también de Dios porque sobre Mi estaban los crímenes que había tomado. Me vi más pobre que un mendigo a quien los bandidos hubieran robado. No se me dejó ni siquiera mi vestido con que cubriera mi amoratada desnudez de mártir. Ni siquiera después de muerto dejaron de insultarme y de herirme. Sumergido bajo el fango de todos vuestros pecados, arrojado hasta el fondo tenebroso del dolor, sin más luz del Cielo que respondiese a mi mirada de agonizante, y sin más voz que contestase a mi última súplica... 
Isaías da la razón de tanto dolor: Verdaderamente El tomo sobre Si nuestros males y cargo nuestros dolores.

Fraternalmente,


Dominus Providebit

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