29 de abril de 2012

La salvación y mucho más...

Paz y bien

4º Domingo de Pascua - B - Juan 10, 11-18

Jesús es el Señor de nuestra vida, es la autoridad, el Pastor que nos guía con sus palabras y con el ejemplo de su vida. Y si el ejercicio de toda autoridad ha de ser un servicio, Jesús demostró con su entrega en los años que vivió entre nosotros -y de manera elocuente en la cruz- que dio su vida por sus ovejas. ¿Cuál ha de ser nuestra respuesta ante sus silbidos amorosos, ante las indicaciones que nos hace a través de los que ha constituido como pastores en la Iglesia? La respuesta ha de ser la sumisión y la obediencia.

Nuestra actitud ante los documentos del Papa y de los Obispos ha de ser la sumisión de nuestra inteligencia. No son opiniones lo que dicen, lo han pensado muy bien y se han informado por expertos cuando indican cuál es la respuesta de la fe o la solución moral a una cuestión. Sólo el Papa y los Obispos unidos a él tienen esta autoridad delegada de Cristo. Por eso, aunque un teólogo fuera muy listo, si disiente del Magisterio de la Iglesia, se equivoca y no hay ni que escucharle.

Si en cualquier tema humano no todas las opiniones valen lo mismo -pues puede haber opiniones autorizadas y otras que no lo son-, en cuestiones de fe o de moral mucho más, pues no se trata de opiniones, sino de conocer la verdad objetiva. La única autoridad en estos temas es Cristo, que es la Verdad, el Buen Pastor, y la de aquellos que le representan, a los que dio una especial asistencia para que fueran fieles intérpretes de sus palabras y confirmaran en la fe a sus hermanos.
Gracias, Señor, porque siendo Dios no usas la prepotencia con los hombres, sino que nos presentas la verdad en un ejercicio de humildad y de servicio. Gracias porque tus ministros gastan su vida aprendiendo tus palabras y enseñándonos sin medir el tiempo que dedican.
Fraternalmente,


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Huellas de P. Jesús Martínez García



Dominus Providebit

1 comentario:

  1. Gracias, Señor, porque siendo Dios no usas la prepotencia con los hombres, sino que nos presentas la verdad en un ejercicio de humildad y de servicio. Gracias porque tus ministros gastan su vida aprendiendo tus palabras y enseñándonos sin medir el tiempo que dedican.
    ¡Muchas gracias Claudio!
    ¡Feliz Domingo! Dios te bendiga.

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