La salvación y mucho más...

Paz y bien

4º Domingo de Pascua - B - Juan 10, 11-18

Jesús es el Señor de nuestra vida, es la autoridad, el Pastor que nos guía con sus palabras y con el ejemplo de su vida. Y si el ejercicio de toda autoridad ha de ser un servicio, Jesús demostró con su entrega en los años que vivió entre nosotros -y de manera elocuente en la cruz- que dio su vida por sus ovejas. ¿Cuál ha de ser nuestra respuesta ante sus silbidos amorosos, ante las indicaciones que nos hace a través de los que ha constituido como pastores en la Iglesia? La respuesta ha de ser la sumisión y la obediencia.

Nuestra actitud ante los documentos del Papa y de los Obispos ha de ser la sumisión de nuestra inteligencia. No son opiniones lo que dicen, lo han pensado muy bien y se han informado por expertos cuando indican cuál es la respuesta de la fe o la solución moral a una cuestión. Sólo el Papa y los Obispos unidos a él tienen esta autoridad delegada de Cristo. Por eso, aunque un teólogo fuera muy listo, si disiente del Magisterio de la Iglesia, se equivoca y no hay ni que escucharle.

Si en cualquier tema humano no todas las opiniones valen lo mismo -pues puede haber opiniones autorizadas y otras que no lo son-, en cuestiones de fe o de moral mucho más, pues no se trata de opiniones, sino de conocer la verdad objetiva. La única autoridad en estos temas es Cristo, que es la Verdad, el Buen Pastor, y la de aquellos que le representan, a los que dio una especial asistencia para que fueran fieles intérpretes de sus palabras y confirmaran en la fe a sus hermanos.
Gracias, Señor, porque siendo Dios no usas la prepotencia con los hombres, sino que nos presentas la verdad en un ejercicio de humildad y de servicio. Gracias porque tus ministros gastan su vida aprendiendo tus palabras y enseñándonos sin medir el tiempo que dedican.
Fraternalmente,


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Huellas de P. Jesús Martínez García



Dominus Providebit

Comentarios

  1. Gracias, Señor, porque siendo Dios no usas la prepotencia con los hombres, sino que nos presentas la verdad en un ejercicio de humildad y de servicio. Gracias porque tus ministros gastan su vida aprendiendo tus palabras y enseñándonos sin medir el tiempo que dedican.
    ¡Muchas gracias Claudio!
    ¡Feliz Domingo! Dios te bendiga.

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