La victoria la tienen los esforzados

Paz y bien
Mateo 11, 12

No basta con querer una cosa; es indispensable poner los medios para alcanzarla; porque querer una cosa y no poner los medios, una de dos: o es una simpleza o es una cobardía.

Una simpleza que pretende alcanzar las cosas sin esfuerzo, sin trabajo, sin emplearse a fondo; o una cobardía, que no deja desarrollar las fuerzas del espíritu, las inhibe, afloja los resortes de la voluntad.

El que lucha y al mismo tiempo confía en Dios, llegará a la victoria; el que se esfuerza  y también tiene fe en sus propios esfuerzos, va por buen camino; el que se emplea a fondo con optimismo y no mira tanto al trabajo cuanto al éxito que coronará el trabajo, es digno de que Dios mismo esté de su parte y lo apoye.

Y si Dios está de su parte, ya puede dar por descontada la victoria; victoria que no llegará quizá por sus esfuerzos sino por la ayuda de Dios; pero ayuda de Dios que exige que nosotros pongamos nuestros propios esfuerzos.

Esfuerzos para renunciar el propio egoísmo, a las propias conveniencias y comodidades; esfuerzos en dejarse abrazar por la providencia de Dios..., se acabarían tantas cosas..! Se acabaría la ambición que genera insatisfacción y competencia. Y aún más, se liberarían los ricos de la codicia que los encadena: tienen alimentos, pero pierden el apetito; adquieren autos y aviones, pero no saben a donde ir; poseen bellas mansiones, pero no tiene hogar; buscan extravagantes diversiones, porque no saben sonreír; se llenan de cosas, porque su corazón está vacío... y no satisfechos, tratan de poseer personas que les rehuyen; viven apegados a una imagen o al que dirán, porque no se aceptan ni se aman a si mismos; tratan de dominar a los demás, porque están insatisfechos consigo mismos.
«...el Reino de Dios se alcanza a la fuerza y solamente los esforzados entran en él.»
Fraternalmente,


Dominus Providebit

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