Raíces
Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre,
Si hablamos de raíz, es por propósito, ya que lo que no se ve de la planta, pero lo que le da sustento. Es lo no atractivo pero que explica la belleza para admirar después. Sin raíz, no hay árbol ni frutos... ¿Cuál será la raíz de nuestra vida espiritual? Es aquella donde el resto de los elementos hallan sustento, aquello que permite la belleza admirable pero que no está a la vista. ¿Que será?
La respuesta puede ser solo una: nuestra intimidad con Dios.
Y es como una verdad de perogrullo, siendo Dios=Amor, no puedo tener una relación con Él que no sea de amor. Si viene a mi personalmente, no puedo relacionarme con Él de otro modo que no sea personal; si le creo que vino por mí, si asumo que de ser el único pecador me hubiese rescatado dando su vida solo por mí, la respuesta entonces, no puede ser otra... (Jn 3, 16)
Toda nuestra fe se apoya en cada vida personal con Dios. La Santa Iglesia Católica es la suma de todas las vidas espirituales, a modo de árboles que conforman un bosque.Y siguiendo la analogía, aunque muchos árboles pudieran sostener a otros sin raíces, poco tardarían en secarse. La raíz es el amor. Y es que podemos amar, porque Él nos amó primero, Recepción y donación de vida que da significado a todo lo demás. Todo se explica allí y nada tiene sentido si descuidamos la raíz.
Me surgen preguntas que pueden ayudar a detectar el «estado» de mis raíces que alimentan mi vida espiritual, comprender mejor por que luce como luce, ver los cambios que se requieren, evaluar los frutos en cantidad y calidad y luego definir los nutrientes necesarios. ¿Me cuesta orar a solas? ¿ Busco conocer la voluntad de Dios en cada circunstancia de la vida? ¿Alabo a Dios en lo secreto, me duele cuando le fallo, busco la reconciliación? ¿ Me preocupan las personas que aún no lo conocen? ¿ Estoy verdaderamente centrado en amar y ser luz para los demás?
Pueden surgir otras, sin dudas y nos darán, desde respuestas sinceras, los indicios de que cosas necesitan ajustes, quizás un mejor cuidado de la raíz, que produzca una vida espiritual sana con un fruto abundante y exquisito.
La escritura dice que no se puede servir a dos señores, dice también que la raíz de todos los males es el amor al dinero; entonces por deducción, la raíz de todos los bienes es el amor a Dios, que se demuestra efectivamente, se corrobora y se describe auténtico en tanto y en cuanto amamos a quienes nos rodean (1 Jn 1, 10. 15. 17, 4, 7-8)
Y esto lo afirma el Padre Rafael Felipe cuando enseña: «Tratar a Jesús, hablar con Él como un amigo habla con su amigo, confesarlo con una fe convencida: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel», recibirlo a menudo en la Eucaristía y visitarlo con frecuencia, escuchar atentamente sus palabras de perdón... todo ello nos ayudará a presentarlo mejor a los demás y a descubrir la alegría interior que produce el hecho de que muchas otras personas le conozcan y le amen.
Fraternalmente,
Nadie puede dar lo que no tiene o no ha recibido. Antes de hablar del Maestro, es necesario haber hablado con Él. Sólo si lo conocemos bien y nos hemos dejado conocer por Él, estaremos en condiciones de presentarlo a los demás, tal como hace Felipe en el Evangelio de hoy. Tal como han hecho tantos santos y santas a lo largo de la historia. Profundas raíces espirituales.
Si hablamos de raíz, es por propósito, ya que lo que no se ve de la planta, pero lo que le da sustento. Es lo no atractivo pero que explica la belleza para admirar después. Sin raíz, no hay árbol ni frutos... ¿Cuál será la raíz de nuestra vida espiritual? Es aquella donde el resto de los elementos hallan sustento, aquello que permite la belleza admirable pero que no está a la vista. ¿Que será?
La respuesta puede ser solo una: nuestra intimidad con Dios.
Y es como una verdad de perogrullo, siendo Dios=Amor, no puedo tener una relación con Él que no sea de amor. Si viene a mi personalmente, no puedo relacionarme con Él de otro modo que no sea personal; si le creo que vino por mí, si asumo que de ser el único pecador me hubiese rescatado dando su vida solo por mí, la respuesta entonces, no puede ser otra... (Jn 3, 16)
Toda nuestra fe se apoya en cada vida personal con Dios. La Santa Iglesia Católica es la suma de todas las vidas espirituales, a modo de árboles que conforman un bosque.Y siguiendo la analogía, aunque muchos árboles pudieran sostener a otros sin raíces, poco tardarían en secarse. La raíz es el amor. Y es que podemos amar, porque Él nos amó primero, Recepción y donación de vida que da significado a todo lo demás. Todo se explica allí y nada tiene sentido si descuidamos la raíz.
Me surgen preguntas que pueden ayudar a detectar el «estado» de mis raíces que alimentan mi vida espiritual, comprender mejor por que luce como luce, ver los cambios que se requieren, evaluar los frutos en cantidad y calidad y luego definir los nutrientes necesarios. ¿Me cuesta orar a solas? ¿ Busco conocer la voluntad de Dios en cada circunstancia de la vida? ¿Alabo a Dios en lo secreto, me duele cuando le fallo, busco la reconciliación? ¿ Me preocupan las personas que aún no lo conocen? ¿ Estoy verdaderamente centrado en amar y ser luz para los demás?
Pueden surgir otras, sin dudas y nos darán, desde respuestas sinceras, los indicios de que cosas necesitan ajustes, quizás un mejor cuidado de la raíz, que produzca una vida espiritual sana con un fruto abundante y exquisito.
La escritura dice que no se puede servir a dos señores, dice también que la raíz de todos los males es el amor al dinero; entonces por deducción, la raíz de todos los bienes es el amor a Dios, que se demuestra efectivamente, se corrobora y se describe auténtico en tanto y en cuanto amamos a quienes nos rodean (1 Jn 1, 10. 15. 17, 4, 7-8)
Y esto lo afirma el Padre Rafael Felipe cuando enseña: «Tratar a Jesús, hablar con Él como un amigo habla con su amigo, confesarlo con una fe convencida: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel», recibirlo a menudo en la Eucaristía y visitarlo con frecuencia, escuchar atentamente sus palabras de perdón... todo ello nos ayudará a presentarlo mejor a los demás y a descubrir la alegría interior que produce el hecho de que muchas otras personas le conozcan y le amen.
Fraternalmente,
Querido amigo, preciosa y necesaria entrada.
ResponderBorrarAprovecho para enviarte un abrazo y mis mejores deseos para el 2011 de la mano de JESÚS y de MARÍA.
ABRAZOS.
Así es, Claudio, no puedo transmitir mi fe si no la tengo. Y ese es nuestro pecado cuando queremos ser puente, como Felipe de Natanael, para acercar algún hermano a JESÚS.
ResponderBorrarPrimero debo acercarme yo, intimar, hundir mis raíces en ÉL, para luego dar el fruto de transmitirlo.
Un fuerte abrazo en XTO.JESÚS.
Me has recordado unas palabras de San Agustín : "Pero, ¿quién podrá invocarte sin conocerte? Pues el que te desconoce se expone a invocar una cosa por otra. ¿Será más bien que hay que invocarte para conocerte? Pero, ¿cómo van a invocar a aquel en quien no han creído? Y ¿cómo van a creer sin alguien que proclame?"
ResponderBorrarUna genial reflexión.Un abrazo y mi gratitud por las palabras tan caritativas que siempre me dispensas.
Un post muy didáctico para mí y esclarecedor, querido Claudio. Muchísimas gracias por compartir esas cosas de Dios con nosotros. Te puse entre mis blogs preferidos.
ResponderBorrarUn abrazo, amigo.
Este relato me habla de una experiencia de Dios profunda de parte de los dos dicipulos que van en busca de Natanael y le hablan del Mesias todo aquel que ha encontrado a Cristo no puede contenerlo a dentro de si tiene que comunicarlo darlo y es así cuanto somos su autenticoa testigos ellos utilizan las mismas palbras de Jesús ven y veras hemos de ser invitación para otros a seguir a Jesús ser pequeños jesús en el mundo que solo hablen de ÉL y den sabor a¨ÉL que el Señor te siga iluminando con su luz y su luz brille siemptre en ti y el señor conceda a todos una verdadera experiencia de ÉL en nosotros para poder ser sus testigos gracias y muy unidos en oración y un abrazo fuerte
ResponderBorrarPara ser como el Maestro, es necesario conocer al Maestro.
ResponderBorrarMe gusta mucho leerte.
Un abrazo y que Dios te bendiga!
Me encantó la entrada, hermanos... esos puntos esenciales son vitales en nuestra vida...
ResponderBorrarEntrraizarnos en esa intimidad con ÉL, nos capacitará para llevarlo a los demás, no sólo con el habla, sino con los actos, la mirada, la intención pura, el beneficio, la mente positiva y generosa,el corazón y la caridad.
Buena entrada... como todas!!!
Un abrazo en CRISTO
FELIZ AÑO para toda la comunidad...
Carmen
Arcendo, Salvador, Angelo, Felicitas,Lourdes, Alicia, Carmen...
ResponderBorrarsolo a Él sea la gloria por siempre!
Un fuertes abrazo a tod@s
Hola Claudio! Buen post y preguntas interesantes a contestar.
ResponderBorrarEl tema de la oración siempre da para descubrir lo poco que amamos.
Cuando uno vive enamorado ya no se hace preguntas, vive intensamente ese amor, se da , se entrega y se encuentran. En el silencio más profundo se halla el amor, no hace falta palabras para deciese que se aman...es un misterio de amor y llegar a ese punto no está en nuestra mano, pero si es bueno desearlo.
Hay que saber explicar algo que no se entiende de forma que sin entender deseas enamorarte de Dios.
Claudio, es un don llegar a atisbar el misterio de amor de Dios, pero ya de niños no supieron enseñarnos a orar, solo a pedir y eso nos ha restado interés para realmente conocer algo en algo a Dios.
Gracias por tu espacio
Feliz Epifanía
Con ternura
Sor.Cecilia