Nacer de nuevo
Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre,
«¡A vino nuevo, odres nuevos! » (Mc 2, 22)
Espíritus renovados... nacidos de nuevo... sin importar la edad que tengamos. «La conversión es cosa de un instante, la santificación es una obra de toda la vida» es la reflexión de san José Maria Escrivá de Balaguer. Un proceso de conversión que se da cuando nosotros decidimos, con absoluta libertad.
Dios necesitó un solo segundo para perdonarnos, pero necesita toda nuestra vida para transformarnos. Es una tarea continua, un proceso; cuando un orfebre está trabajando una pieza de plata, la tiene que pulir y pulir hasta que su rostro se refleje con toda claridad y nitidez en la misma. De esta manera se ve la obra de Dios en nosotros. El nos va puliendo y purificando hasta que en nosotros se refleje el rostro de Cristo.
Ya somos odres nuevos y de a poco va creciendo la vida de Jesús en nosotros. Y este crecimiento se manifiesta viviendo las bienaventuranzas. Decíamos en un comentario que las bienaventuranzas no son mandamientos ni obligaciones. Son el evangelio puro. Es la obra de santificación que el Espíritu va haciendo en nuestra vida.
- Los pobres de espíritu, no actúan buscando riquezas ni intereses egoístas. Al contrario, están dependiendo solo de Dios y están totalmente disponibles para servir al hermano.
- Los mansos, poseen los bienes materiales según el orden divino, sin codicia, ni violencia, pero con la fortaleza que les hace responder con tranquilidad y firmeza a las situaciones de pecado.
- Los que lloran, a la luz de Dios captan la grandeza y la miseria del hombre y por tanto, la profunda necesidad que existe de salvación en la sociedad y sus estructuras, clamando por un mundo nuevo.
- Los que tiene hambre y sed de justicia, pero no solo de la justicia humana sino que buscan y trabajan eficazmente por la justicia de Dios que no está basada en la ley sino en el amor. Promotores activos de todo lo bueno, justo y honorable, para que el hombre llegue a ser lo que Dios quiere en el orden económico, político y cultural.
- Los misericordiosos, haciendo suyas las miserias de los demás, los comprenden y pueden dar pasos efectivos para remediarlas.
- Los puros de corazón, siendo libres de los criterios mundanos y los intereses partidistas o egoístas, para establecer los valores evangélicos en cualquier ambiente o estructura.
- Los buscadores de paz, siembran frutos de justicia y de paz, proclaman palabras de vida, actúan con poder, destruyen las obras de pecado y colaboran a instaurar la paz mesiánica que es el cúmulo de todas las bendiciones de los tiempos nuevos.
- Los perseguidos, si al Justo Cristo le persiguió el mundo injusto y sus secuaces, al siervo le pasará lo mismo que a su amo. Pero esto no hará sino crucificarlo como Cristo para absorber en su carne el mal que corrompe a la humanidad y de esa manera liberar el mal que pervierte las relaciones de los hombres.
Pero, ¿quién puede hacer todo esto? Nadie, ciertamente. Es imposible para las fuerzas del hombre, aunque tenga buena voluntad y comprometa en ello todos sus esfuerzos. Sin embargo, es posible para Dios. Esto es lo que El quiere en nosotros. Fiel es quien nos ha llamado, quien ha iniciado en nosotros la obra, El la terminará.
Somos además, vino nuevo.
Fraternalmente,
_________
Con textos del libro «id y envaglizad a los bautizados»
Dios necesitó un solo segundo para perdonarnos, pero necesita toda nuestra vida para transformarnos. Es una tarea continua, un proceso; cuando un orfebre está trabajando una pieza de plata, la tiene que pulir y pulir hasta que su rostro se refleje con toda claridad y nitidez en la misma. De esta manera se ve la obra de Dios en nosotros. El nos va puliendo y purificando hasta que en nosotros se refleje el rostro de Cristo.
Ya somos odres nuevos y de a poco va creciendo la vida de Jesús en nosotros. Y este crecimiento se manifiesta viviendo las bienaventuranzas. Decíamos en un comentario que las bienaventuranzas no son mandamientos ni obligaciones. Son el evangelio puro. Es la obra de santificación que el Espíritu va haciendo en nuestra vida.
- Los pobres de espíritu, no actúan buscando riquezas ni intereses egoístas. Al contrario, están dependiendo solo de Dios y están totalmente disponibles para servir al hermano.
- Los mansos, poseen los bienes materiales según el orden divino, sin codicia, ni violencia, pero con la fortaleza que les hace responder con tranquilidad y firmeza a las situaciones de pecado.
- Los que lloran, a la luz de Dios captan la grandeza y la miseria del hombre y por tanto, la profunda necesidad que existe de salvación en la sociedad y sus estructuras, clamando por un mundo nuevo.
- Los que tiene hambre y sed de justicia, pero no solo de la justicia humana sino que buscan y trabajan eficazmente por la justicia de Dios que no está basada en la ley sino en el amor. Promotores activos de todo lo bueno, justo y honorable, para que el hombre llegue a ser lo que Dios quiere en el orden económico, político y cultural.
- Los misericordiosos, haciendo suyas las miserias de los demás, los comprenden y pueden dar pasos efectivos para remediarlas.
- Los puros de corazón, siendo libres de los criterios mundanos y los intereses partidistas o egoístas, para establecer los valores evangélicos en cualquier ambiente o estructura.
- Los buscadores de paz, siembran frutos de justicia y de paz, proclaman palabras de vida, actúan con poder, destruyen las obras de pecado y colaboran a instaurar la paz mesiánica que es el cúmulo de todas las bendiciones de los tiempos nuevos.
- Los perseguidos, si al Justo Cristo le persiguió el mundo injusto y sus secuaces, al siervo le pasará lo mismo que a su amo. Pero esto no hará sino crucificarlo como Cristo para absorber en su carne el mal que corrompe a la humanidad y de esa manera liberar el mal que pervierte las relaciones de los hombres.
Pero, ¿quién puede hacer todo esto? Nadie, ciertamente. Es imposible para las fuerzas del hombre, aunque tenga buena voluntad y comprometa en ello todos sus esfuerzos. Sin embargo, es posible para Dios. Esto es lo que El quiere en nosotros. Fiel es quien nos ha llamado, quien ha iniciado en nosotros la obra, El la terminará.
Somos además, vino nuevo.
Fraternalmente,
_________
Con textos del libro «id y envaglizad a los bautizados»
Ya somos odres nuevos y de a poco va creciendo la vida de Jesús en nosotros.Gracias por este compartir es verdad la vida de Jesusu se va ir reflejando en la medida de nuestra unión con ÉL para ser verdaderos odres nuevos muy unidos en oración y un abrazo
ResponderBorrarCon la fuerza del Espíritu Santo seremos capaces de alcanzar los propósitos de Dios.
ResponderBorrarQue Dios nos ayude a desterrar lo que impide el fluir o el derramamiento de Su vino nuevo.
Amigo me encanta leerte.
Un besote
Sin la ayuda de Dios, que difícil es todo eso. Un abrazo ¡¡
ResponderBorrar¡Gloria a Dios!
ResponderBorrar