Las manifestaciones del Cristo
Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre
Si el hombre hubiese permanecido en gracia, en su inocencia, si hubiese sido fiel al Creador, hubiera visto a Dios a través de las apariencias externas. En el Génesis se lee que el Señor hablaba familiarmente con Adán inocente; tal era la suerte del hombre: ver y entender a Dios exactamente como un hijo conoce a su padre. Después vino la culpa y el hombre no se animó a mirar a Dios.
Juan no tenía necesidad ninguna de señal. Pero fue necesaria para que otros comprendan. ¿Jesús tenia necesidad de ser bautizado? No, pero la sabiduría de Dios había dispuesto que aquel fuese el momento y el modo que Juan y Jesús cruzaran camino encontrándose. El bautismo y la señal bajando del cielo..., y esto fue para que los hombres no tuvieran dudas o excusa en seguir a Jesús.
Las manifestaciones del Cristo fueron muchas. La primera, después de su nacimiento, fue la de los Magos, la segunda en el Templo, la tercera sobre la ribera del Jordán; después se sucedieron tantas como semillas que se arrojan a los cuatro vientos para que llegue a toda clase de vida social: pastores, poderosos, doctores, incrédulos, pecadores, sacerdotes, dominadores, niños, soldados, hebreos y gentiles.
Dice el Rev. Antoni Orioli, «Ante este testimonio que conserva dentro de la Iglesia la misma energía de hace dos mil años, preguntémonos, hermanos: En medio de una cultura laicista que niega el pecado, ¿contemplo a Jesús como aquel que me salva del mal moral? En medio de una corriente de opinión que sólo ve en Jesús un hombre religioso extraordinario, ¿creo en Él como aquel que existe desde siempre, antes que Juan, antes de que el mundo fuera creado? En medio de un mundo desorientado por mil ideologías y opiniones, ¿admito a Jesús como aquel que da sentido definitivo a mi vida? En medio de una civilización que margina la fe, ¿adoro a Jesús como aquel en quien reposa plenamente el Espíritu de Dios?»
Todavía ahora, hoy, las manifestaciones se repiten. Pero así como entonces, así también ahora el mundo no las acepta. Aún mucho más, no ve las actuales y olvida las pasadas. Y sin embargo, el Señor no nos abandona, una y otra vez, vuelve a tratar de salvarnos para que tengamos plena fe en Él.
Fraternalmente,
«Yo no lo conocía, pero Dios, que me envió a bautizar con agua me dijo también: Verás al Espíritu bajar sobre aquel que ha de bautizar con el Espíritu Santo y se quedará en él.» (Jn 1, 32-33)Juan personalmente no tenía necesidad de la señal. Su alma presantificada desde el vientre de su madre, poseía aquella mirada de inteligencia sobrenatural que todos los hombres hubieran tenido de no haber mediado el pecado de Adán.
Si el hombre hubiese permanecido en gracia, en su inocencia, si hubiese sido fiel al Creador, hubiera visto a Dios a través de las apariencias externas. En el Génesis se lee que el Señor hablaba familiarmente con Adán inocente; tal era la suerte del hombre: ver y entender a Dios exactamente como un hijo conoce a su padre. Después vino la culpa y el hombre no se animó a mirar a Dios.
Juan no tenía necesidad ninguna de señal. Pero fue necesaria para que otros comprendan. ¿Jesús tenia necesidad de ser bautizado? No, pero la sabiduría de Dios había dispuesto que aquel fuese el momento y el modo que Juan y Jesús cruzaran camino encontrándose. El bautismo y la señal bajando del cielo..., y esto fue para que los hombres no tuvieran dudas o excusa en seguir a Jesús.
Las manifestaciones del Cristo fueron muchas. La primera, después de su nacimiento, fue la de los Magos, la segunda en el Templo, la tercera sobre la ribera del Jordán; después se sucedieron tantas como semillas que se arrojan a los cuatro vientos para que llegue a toda clase de vida social: pastores, poderosos, doctores, incrédulos, pecadores, sacerdotes, dominadores, niños, soldados, hebreos y gentiles.
Dice el Rev. Antoni Orioli, «Ante este testimonio que conserva dentro de la Iglesia la misma energía de hace dos mil años, preguntémonos, hermanos: En medio de una cultura laicista que niega el pecado, ¿contemplo a Jesús como aquel que me salva del mal moral? En medio de una corriente de opinión que sólo ve en Jesús un hombre religioso extraordinario, ¿creo en Él como aquel que existe desde siempre, antes que Juan, antes de que el mundo fuera creado? En medio de un mundo desorientado por mil ideologías y opiniones, ¿admito a Jesús como aquel que da sentido definitivo a mi vida? En medio de una civilización que margina la fe, ¿adoro a Jesús como aquel en quien reposa plenamente el Espíritu de Dios?»
Todavía ahora, hoy, las manifestaciones se repiten. Pero así como entonces, así también ahora el mundo no las acepta. Aún mucho más, no ve las actuales y olvida las pasadas. Y sin embargo, el Señor no nos abandona, una y otra vez, vuelve a tratar de salvarnos para que tengamos plena fe en Él.
Fraternalmente,
Don Claudio: Si viene usted por Villena (Alicante, Españita) encontrará aquí a un amigo.
ResponderBorrarLe mando mi mejor saludo y le ruego que quite eso de la "verificación de palabra" que es un incordio.
Lourdes, como dice la Palabra, llevamos este tesoro en vasos de barro para que esta fuerza soberana parezca cosa de Dios y no nuestra.
ResponderBorrarUnidos en oración
Un beso
Javier, muy gentil de su parte, es un honor. Cumplí con su pedido lo de la «palabra de verificación»; francamente a mi también me parecía algo sin sentido.
ResponderBorrarUn abrazo fuerte en el Señor
Desearte una FELIZ Y BENDECIDO año, hermano Claudio... Agradecerte tu buen blog... y postrarnos todos ante ÉL... ante SU NOMBRE... ÉL... MAESTRO, SALVADOR RESUCITADO Y PRESENTE EN CADA CORAZÓN HUMANO Y DIVINO A LA VEZ.
ResponderBorrarReconozcámosle desde nuestra disponibilidad y apertura... desde SU INFINITA PRESENCIA DE AMOR.
Un abrazo en CRISTO.
Carmen.
concienciaprimordial.blogspot.com
caeluminterrae.blogspot.com
Siempre me gustó la humildad de Juan el Bautista y su sencillez en su modo de vida y cuando reconocía, a pesar de todos los seguidores que tenía, que no era él el que salvaba.
ResponderBorrar¡Que Dios nuestro Señor nos ayude a tener su humildad y sencillez!
Un abrazo amigo y que tengas una feliz semana.
Carmen, deseo para vos un año feliz y santo. En el Nombre de Jesús.
ResponderBorrarFraternalmente,
Alicia, buena y bendecida semana para vos y los tuyos.
ResponderBorrarUn beso
Ay! ¡si Dios se manifiesta a cada instante, si Dios está en todas las cosas!.
ResponderBorrarHay que abrir los ojos del corazón y dejarse invadir por su presencia.
Gracias!
Amen Visi.
ResponderBorrarFraternalmente,