Los legados de la Virgen


María Santísima sintió los afectos que vibran en la naturaleza humana, sobre todo sintió el amor en su corazón.

Amó a Dios y lo amó con ese amor correspondiente al conocimiento completísimo que tenía de El; lo amó con ese agradecimiento inmenso que pedían los privilegios y las gracias incomparables que Dios le había concedido.

Como ella, mi amor a Dios ha de revestir también esos dos matices: la gratitud por lo que el Señor ha hecho de mi y el conocimiento que de El tengo y adquirí a lo largo del camino.
Virgen elegida por Dios entre todas las criaturas, ayúdame a agradecer al Señor el que me haya hecho su hijo. Amen...
Paz y bien

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