En el seno de la Iglesia


Domingo III, tiempo ordinario. Lucas 1, 1-4; 14, 14-21

La Tradición de la Iglesia es fuente de revelación. La Escritura sola no basta para saber lo que Dios nos ha querido decir. Dios podía habernos dejado la Escritura y darnos a cada uno una especial asistencia del Espíritu para entenderla en su sentido correcto y preciso, pero no lo ha establecido así, sino que ha querido dar su especial asistencia a algunas personas (sus Apóstoles y sus sucesores en el episcopado, bajo la guía de Pedro, que en cada momento es el Papa).

La Escritura se escribió en el seno de la Iglesia, y ahí es donde se entiende. Hoy la entendemos en la comunión de la única Iglesia de Jesucristo, la que nacida de Jesús estableció en sus apóstoles y discípulos. Nosotros creemos lo mismo que creían aquellos primeros cristianos, aunque con un desarrollo teológico más explicitado. No creemos otras cosas.

Quienes se han separado de la comunión de la Iglesia a lo largo de los siglos, han acabado creyendo otras cosas (suprimiendo el amor a la Virgen, la fe en algunos sacramentos, la no obediencia al sucesor de Pedro, etc.) o interpretan a su manera la Escritura. Jesucristo dio un sentido a sus palabras y el Espíritu Santo en Pentecostés hizo recordar todas aquellas enseñanzas de Jesús y durante la historia ha ayudado a los Pastores de la Iglesia a mantenerse fieles a las enseñanzas de su Fundador.

Importa mucho, como hizo san Lucas al escribir a su amigo Teófilo, que nos informemos bien de la vida y las enseñanzas de Jesús contenidas en el Nuevo Testamento, que se han conservado intactas precisamente en la Tradición de la Iglesia, para creer y vivir según lo que Él enseñó.
Dame a entender, Señor, que profundizar en la fe no es tiempo perdido, sino una necesidad para fundamentar mi vida y no quedar sorprendido por los falsos profetas.
Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.

Paz y bien



Textos: Selección de obras de p. Jesús Martínez García

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