Silencio
Ecle. 7, 5-6
Hoy nos cuesta bastante aceptar el silencio; estamos rodeados por todas partes de un ruido ensordecedor. Ese ruido puede impedir que nos oigamos a nosotros mismos y que oigamos la voz de Dios que nos habla en nuestro interior.
Cuesta a veces callar en los momentos difíciles, en las penas amargas y en los goces íntimos, en las calumnias mordaces y en las alabanzas excesivas, en los pareceres hirientes y en los vaivenes de un corazón que se aleja.
Silencios que traen como consecuencia la inmersión en el Dios que portamos en nuestra intimidad.
Si miramos el bosque, lo veremos lleno de vida; pero la flor que abre sus pétalos lo hace en silencio; la violeta que esparce su perfume, la enredadera que trepa a lo alto, la gramilla que alfombra, las ramas que se extienden, el agua que se desliza... todo eso es silencio y todo eso es vida y da la vida.
Muchas veces es preferible el silencio a mi alrededor que no palabras sin sentido; si las palabras son plata, el silencio es oro y si el silencio ha llegado a convertirse en oro, en ese caso el silencio muy fácilmente será cielo.
Fraternalmente,
Claudio
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Bom dia amigo
ResponderBorrarO silêncio hoje tem várias vertentes. A que nos apresentas é a que talvez me preocupa mais. O silêncio de Deus.
Corremos por aí buscando apenas as coisas do momento como se isso nos bastasse e fosse perene.
Este mundo hoje oferece-nos tudo e sem silêncio esquecemo-nos que estamos aqui de passagem assim como esquecemos as outras grandes verdades e ensinamentos.
Agradeço o teu silêncio neste artigo.
Basta olvidarlo un tiempo para darse cuenta de lo vital que es en nuestra vida de unión con Dios.
ResponderBorrarUn abrazo
Con tu texto de hoy he podido apreciar el perfume de la violeta...he visto trepar a la enredadera... extenderse a la gramilla... y el agua se ha deslizado entre mis dedos...
ResponderBorrarHoy con tu texto me has hecho sentir el silencio en mitad de la nada, necesito del silencio para sentir, para rezar , para vivir... necesito ese cielo...
Gracias !!!
¡Gloria a Dios!
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