3 de noviembre de 2011

Laberintos

Noé, varón justo, trabajó cien años en fabricar una arca para guarecerse en ella con pocas personas: ¿pues cómo podré yo en una hora prepararme para recibir con reverencia al que fabricó el mundo?

Moisés, tu gran siervo y tu amigo especial, hizo una arca de madera incorruptible, y la revistió de oro purísimo para poner en ella las tablas de la Ley; ¿y yo, criatura corrompida, osaré recibirte tan fácilmente a Ti, hacedor de la ley y dador de la vida?

Salomón, el más sabio de los reyes de Israel, edificó en siete años, en honor de tu nombre, un magnífico templo. Celebró ocho días la fiesta de su dedicación, ofreció mil hostias pacíficas, y colocó solemnemente el Arca del Testamento, con músicas y regocijos, en el lugar que le estaba preparado.

Y yo, miserable y más pobre de los hombres, ¿cómo te introduciré en mi casa, que a duras penas puedo aguantar media hora de oración? Y ¡ojalá que por lo menos una vez fuera media hora transcurrida como se debe!

 Fraternalmente,
















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*Tomas de Kempis

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