Orígenes
y sopló en sus narices aliento de vida y
existió el hombre con aliento y vida (Gn. 2, 7)
Eso es el hombre, nada más que eso, pero nada menos que eso: un aliento de Dios, un algo de Dios, algo vital como es el aliento.
El hombre lleva en si un poco del calor de Dios de ese calor que es fecundo y que da vida. Pero si es calor de Dios, ¿por qué no se convierte en una llama que encienda cuanto alrededor suyo se halle? Si es calor de Dios, ¿por qué va esparciendo frío en sus relaciones, frío de resentimientos, frío de hostilidades, frío de egoísmos?
Caminos divergentes..., no estamos llamados a ser témpanos, sino fuego; donde están los témpanos hay frío, donde hay frío, no hay vida. Donde hay fuego, hay calor y donde hay calor, surge el acto de la vida.
Caminos divergentes..., no estamos llamados a ser témpanos, sino fuego; donde están los témpanos hay frío, donde hay frío, no hay vida. Donde hay fuego, hay calor y donde hay calor, surge el acto de la vida.
Fraternalmente,
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Con textos de Alfonso Milagro / Foto: El Ojo Digital - «Caminos Divergentes» de JavierLT
Llamados a una vida tan hermosa junto a Dios y entretenidos con el barro y la basura...
ResponderBorrarPero no perdamos la esperanza que para nuestro amado Jesús todo es posible y nos ama taaannntoooo!!
Un abrazo.