La vida cristiana es un constante equilibrio
Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre!
Domingo 34, tiempo ordinario, ciclo C - Lucas 21, 5-19
Domingo 34, tiempo ordinario, ciclo C - Lucas 21, 5-19
¿Cree usted que la gente de nuestro tiempo es constante en lo que comienza y en lo que vive? ¿Piensa usted que la perseverancia es una virtud en este tiempo?
La verdad es que la vida y sus acontecimientos van tan rápidos que en muchas ocasiones ni tan siquiera tenemos tiempo de mantenernos en la constancia de un ideal o un seguimiento afectivo hacia algún proyecto humano. Jesús toca hoy este tema de la perseverancia dentro del contexto de su segunda venida al final de los tiempos.
Algunos estaban hablando de la belleza de las piedras del templo y de los adornos que este poseía. Jesús les dice que toda esa belleza quedará destruida algún día. La gente extrañada le pregunta sobre el tema y el Señor les ofrece algunas claves para interpretar el momento:
No se dejen engañar. Hay muchas distracciones en la vida. Tantas que nos hacen olvidarnos de cosas importantes. Creen que nos ofrecen respuestas a la vida y lo único que hacen es crearnos más interrogantes interiores.
Vendrán muchos haciéndose pasar por mí... Hay líderes humanos que ofrecen nuevos caminos y proyectos pero sólo Jesús nos ofrece un proyecto duradero y eterno. Tenemos que estar alertas para saber cuál es la hondura y la trascendencia de los mensajes que nos ofrecen.
Cuando oigan alarmas de guerra y revoluciones, no se asusten... Cualquiera puede decir que este tiempo final es hoy... La verdad es que por desgracia la humanidad siempre ha estado en ese estado de violencia. Algunos creen ver en todos estos signos el final del tiempo presente... Jesús nos dice que no nos asustemos...
Habrá grandes terremotos, hambres y enfermedades... La descripción que nos hace el Señor es para echarnos a temblar y desear, ¡como no!, la paz eterna.
Les echaran manos y les perseguirán... Incluso ya no es catastrófico lo que sucede a nuestros alrededor, es que también nuestra vida física corre peligro...
Así tendrán oportunidad de dar testimonio de mi. Entre las ruinas de la vida y del mundo humano, también desde la amenaza constante de la propia vida podemos dar testimonio de nuestro Salvador.
Serán traicionados incluso por sus padres, hermanos, parientes y amigos. Matarán a algunos de ustedes, y todo el mundo les odiará por causa mía; pero no se perderá ni un cabello de su cabeza. No es el mundo en el que vivo quien puede hacer tambalear mi fe. También las personas, e incluso las personas más cercanas que me rodean, pueden ser para mí motivo y excusa para el alejamiento de Dios.
Permanezcan firmes, y salvarán su vida. Todas las cosas y las circunstancias de la vida no pueden alejarnos de la presencia de Dios.
Las personas se preguntan sobre por qué Dios permite las guerras y las violencias, los terremotos y las calamidades naturales, el hambre y las enfermedades. Esto les lleva muchas veces a alejarse de Dios. Es como una lucha interna entre la razón y la justicia con misericordia. Si el Creador es tan bueno como dicen no puede permitir estas cosas...
Jesús da la respuesta a todos estos interrogantes de las personas de todas las épocas y nos alerta para que cuando perdamos todas las seguridades exteriores y cercanas, Él siga estando en lo profundo de nuestra vida.
No es una llamada al fanatismo y a la cerrazón. Todo lo contrario. Es percibir que detrás de estos asuntos inexplicables hay una razón luminosa.
Cuando los cristianos percibimos esas dolorosas realidades tenemos que mirar a Cristo, no para escapar de lo terrible de las circunstancias sino para encontrar en Él el sentido de las cosas y de nuestra vida.
El Maestro nos invita a ser personas de verdad, plenas, realizadas, con dominio de sí mismo; con calma interior, que no se dejan desequilibrar interiormente y todo ello nos llevará a encontrar la paz de Cristo donde no existe el miedo.
La vida cristiana es un constante equilibrio entre lo que Dios quiere para el mundo y lo que el mundo desde su autonomía decide. No podemos hacer oídos sordos, y mucho menos desentendernos a la hora de buscar soluciones para los graves problemas que sufre la humanidad. Vivir haciendo que la Palabra se cumpla, dejar que Dios camine entre nosotros y mantenernos en el Señor por muy fuertes que sean los tiempos es el reto que tenemos ante nosotros.
Lo importante no es saber el cómo. Lo importante no es saber el cuándo. Lo importante es estar siempre preparados. Lo importante es vivir cada día como si fuera el último día de nuestra vida en la tierra.
Necesitamos la perseverancia para que nuestro mundo no se quede huérfano de la presencia del buen Dios. Si te cansas y abandonas el mundo, la humanidad no será mejor, ni tú tampoco...
Fraternalmente, buen domingo.
La verdad es que la vida y sus acontecimientos van tan rápidos que en muchas ocasiones ni tan siquiera tenemos tiempo de mantenernos en la constancia de un ideal o un seguimiento afectivo hacia algún proyecto humano. Jesús toca hoy este tema de la perseverancia dentro del contexto de su segunda venida al final de los tiempos.
Algunos estaban hablando de la belleza de las piedras del templo y de los adornos que este poseía. Jesús les dice que toda esa belleza quedará destruida algún día. La gente extrañada le pregunta sobre el tema y el Señor les ofrece algunas claves para interpretar el momento:
No se dejen engañar. Hay muchas distracciones en la vida. Tantas que nos hacen olvidarnos de cosas importantes. Creen que nos ofrecen respuestas a la vida y lo único que hacen es crearnos más interrogantes interiores.
Vendrán muchos haciéndose pasar por mí... Hay líderes humanos que ofrecen nuevos caminos y proyectos pero sólo Jesús nos ofrece un proyecto duradero y eterno. Tenemos que estar alertas para saber cuál es la hondura y la trascendencia de los mensajes que nos ofrecen.
Cuando oigan alarmas de guerra y revoluciones, no se asusten... Cualquiera puede decir que este tiempo final es hoy... La verdad es que por desgracia la humanidad siempre ha estado en ese estado de violencia. Algunos creen ver en todos estos signos el final del tiempo presente... Jesús nos dice que no nos asustemos...
Habrá grandes terremotos, hambres y enfermedades... La descripción que nos hace el Señor es para echarnos a temblar y desear, ¡como no!, la paz eterna.
Les echaran manos y les perseguirán... Incluso ya no es catastrófico lo que sucede a nuestros alrededor, es que también nuestra vida física corre peligro...
Así tendrán oportunidad de dar testimonio de mi. Entre las ruinas de la vida y del mundo humano, también desde la amenaza constante de la propia vida podemos dar testimonio de nuestro Salvador.
Serán traicionados incluso por sus padres, hermanos, parientes y amigos. Matarán a algunos de ustedes, y todo el mundo les odiará por causa mía; pero no se perderá ni un cabello de su cabeza. No es el mundo en el que vivo quien puede hacer tambalear mi fe. También las personas, e incluso las personas más cercanas que me rodean, pueden ser para mí motivo y excusa para el alejamiento de Dios.
Permanezcan firmes, y salvarán su vida. Todas las cosas y las circunstancias de la vida no pueden alejarnos de la presencia de Dios.
Las personas se preguntan sobre por qué Dios permite las guerras y las violencias, los terremotos y las calamidades naturales, el hambre y las enfermedades. Esto les lleva muchas veces a alejarse de Dios. Es como una lucha interna entre la razón y la justicia con misericordia. Si el Creador es tan bueno como dicen no puede permitir estas cosas...
Jesús da la respuesta a todos estos interrogantes de las personas de todas las épocas y nos alerta para que cuando perdamos todas las seguridades exteriores y cercanas, Él siga estando en lo profundo de nuestra vida.
No es una llamada al fanatismo y a la cerrazón. Todo lo contrario. Es percibir que detrás de estos asuntos inexplicables hay una razón luminosa.
Cuando los cristianos percibimos esas dolorosas realidades tenemos que mirar a Cristo, no para escapar de lo terrible de las circunstancias sino para encontrar en Él el sentido de las cosas y de nuestra vida.
El Maestro nos invita a ser personas de verdad, plenas, realizadas, con dominio de sí mismo; con calma interior, que no se dejan desequilibrar interiormente y todo ello nos llevará a encontrar la paz de Cristo donde no existe el miedo.
La vida cristiana es un constante equilibrio entre lo que Dios quiere para el mundo y lo que el mundo desde su autonomía decide. No podemos hacer oídos sordos, y mucho menos desentendernos a la hora de buscar soluciones para los graves problemas que sufre la humanidad. Vivir haciendo que la Palabra se cumpla, dejar que Dios camine entre nosotros y mantenernos en el Señor por muy fuertes que sean los tiempos es el reto que tenemos ante nosotros.
Lo importante no es saber el cómo. Lo importante no es saber el cuándo. Lo importante es estar siempre preparados. Lo importante es vivir cada día como si fuera el último día de nuestra vida en la tierra.
Necesitamos la perseverancia para que nuestro mundo no se quede huérfano de la presencia del buen Dios. Si te cansas y abandonas el mundo, la humanidad no será mejor, ni tú tampoco...
Fraternalmente, buen domingo.
Gracias creo que estamos en un tiempo dificil pero no imposible donde nada tiene valor todo es lo rapido y lo facil y realmente lo valores no existe ni las virtudes siento que estamos llamado a vivir en coherencia con nuestro estilo de vida a poner realmente la confianza en Dios y abandonarnos en sus mano haciendo de esta vida un anticipo del cielo siendo fieles al llamado que el Sñor nos ha hecho siendo perseverante hasta el final es como si nos dijera orar sin cesar unidos en oración yun abrazo en Cristo Jesús
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