11 de noviembre de 2010

Conocer a Dios solo de oidas

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre!
«Los hombres creen ser los amos del mundo y que pueden hacer de él lo que quieran. Creen ser sus propietarios y poseer un poder sobre su curso... Pero este mundo está habitado por los sencillos de Cristo a quienes desprecian y por sus ángeles en quienes no creen.» (Beato John Henry Newman, Sermón «El mundo invisible», PPS vol. 4, nº 13).
Muchos son aún los que con sus prevenciones racionalistas niegan a Dios o, por lo menos, limitan sus obras al ámbito de sus propios conocimientos terrenales. Pareciera que nada es posible sino está basado y previsto en la infalibilidad de su sabiduría estrictamente humana. Entonces se habla y se juzga con la autoridad que proviene de haber aprobado exámenes educacionales, pretendiendo opinar sobre grandezas que no entienden y de maravillas que los superan y que ignoran. (Jb 42, 3)

Diría que estos hombres empañan el consejo con razones sin sentido, porque no tienen en cuenta, como lo hizo en algún momento Job, que el Señor es todopoderoso y ningún proyecto le es irrealizable (Jb 38, 2). Pero, ¡cuánto tuvo que penar él hasta aprender!

Nada nuevo hay bajo el sol y similares sufrimientos se siguen padeciendo hoy cuando no se reconoce la grandeza de Dios. Sin embargo, no es el sufrimiento el que hace crecer el don del entendimiento, sino que como todas las gracias, aumenta cuando se viven fuertes experiencias de Dios; y Job, como le pasa en la actualidad a muchos cristianos, sólo lo conocía de oídas (v. 42, 5).

No se pueden captar las cosas divinas plenamente sin antes haber vivido sensibles manifestaciones del amor del Señor, que en esta vida las da, a través de los carismas el Espíritu Santo, conforme al plan trazado por el Padre. Y no las puede conocer pues sólo espiritualmente pueden ser juzgadas; porque esas cosas sólo las revela Dios por medio de su Espíritu a los hombres espirituales y no a quienes se niegan a si mismo la posibilidad de conocer los proyectos de Dios, porque haciendo uso de su libertad, no permiten a Jesucristo es encuentro personal, esa experiencia fundamental imprescindible para todo cristiano (1 Co 2, 14).

La fusión del Espíritu de Dios con el de su creatura -que se produce en estos encuentros- la transformará, como lo hizo con Pedro y todos los apóstoles en el primer Pentecostés o con Pablo camino a Damasco.

Los que de alguna manera hemos vivido todas estas experiencias -las de antes y después- comprendemos la actitud de hermanos que confían mucho en sus conocimientos y fuerzas humanas, respondiendo a sus propios criterios, sin tener en cuanta la voluntad de Dios.

Es muy bueno munirse de conocimientos cada vez más profundos en cualquiera de sus disciplinas humanas, pero debemos aceptar con humildad que esa erudición no sirve para contemplar o conocer y menos cuestionar la obra de quien es infinitamente sabio y omnipotente.

Y esto sucede, porque hay otra sabiduría que proviene sólo del Señor. Para alcanzarla, sólo debemos pedirla con fe, sin vacilar; y Dios, que da a todos generosamente y sin echarlo en cara, a los que se la pidan se la dará (St 1, 5-6).

Fraternalmente,

Claudio



Extraído de revista Resurrección - Editorial Kyrios. Argentina.

1 comentario:

  1. Gracias por su compartir enriquece mucho y me ayuda gracias es verdad muchas veces no solo dueño del mundo sino tambien dueños de nuestras vidas cuando nada tenemos todo es pasajero todo pasa sólo tenemos este instante de la vida solo este momento donde he deser ese reflejo del amor de Dios para los otros nuestra vida esta en las manos de Dios y todo cuanto vivimos nos viene de ÉL para nuestro crecimiento en todo los sentido vivamos el momento presente en presencia de Dios lo demás viene por añadidura unidos en oración y unabrazo fraterno y mil Gracias

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