23 de abril de 2010

Iglesia, comunidad de carismas

El 24 de Junio de 1997 Juan Pablo II en una de sus audiencias públicas ha mostrado los tres pilares sobre los cuales se desenvuelve la vida interna de la Iglesia: a) su estructura ministerial con sus propios servicios, entre ellos los de dirigir y gobernar al pueblo de Dios; b) la estructura sacramental como señal visible vinculada al nacimiento y al crecimiento por la gracia en la vida divina de los fieles y c) los dones del Espíritu, el cual actuá libre y espontáneamente más allá de los caminos establecidos.

Los dones deben ser acogidos por los fieles con humildad, decía Juan Pablo II. Su diversidad muestra la libertad del Espíritu y enriquece la comunidad eclesial. Sin embargo, estos dones pueden también confundirse con ilusiones, ya sean nacidas de la propia psiquis de quien piensa que los ha recibido, ya sea como mentiras del demonio tentador. Por eso es importante que los lideres de las comunidades y sus asesores espirituales sepan discernirlos.

En aquella audiencia, Juan Pablo II señaló cuatro criterios para el discernimiento del carismas del Espíritu:

1 – Deben estar plenamente de acuerdo a la fe que la iglesia profesa. No puede haber desarmonía entre dones del Espíritu y la asistencia espiritual que el confiere a la Iglesia docente para conservar y presentar a los hombres el contenido de la fe recibido de Cristo y de los apóstoles, asegurando su autenticidad y verdad de su magisterio.

2 – Estos dones deben producir los frutos del Espíritu: amor, alegría y paz (Ga 5, 22). Cuando la presencia de un carisma causa perturbación o división en la comunidad es señal que no es auténtico “Dios no es un Dios de confusión, sino de paz” (1 Co 14,33)

3 – Docilidad de quien recibe estos dones para quien debe discernirlos, sobre todo para con los pastores de la iglesia. Pablo apela a su autoridad de Apóstol a fin de orientar a los cristianos sobre los carismas del Espíritu “Si alguien se cree profeta o inspirado por el Espíritu, debe reconocer en estas cosas que escribo un precepto del Señor” (1 Co 14,37). Juan Pablo II fue claro: “El verdadero carismático se reconoce por su docilidad sincera para con los pastores de la Iglesia. Un carisma no puede llevar a confrontar o a quebrar la unidad”.

4 – El uso de los carismas debe ser tal que “todo se haga para edificación” (1 Co 14,26), conduciendo la vida comunitaria a la unión con Dios y a la caridad fraterna, siempre de modo constructivo.

Concluye Juan Pablo II afirmando que es falsa la oposición entre carismas e institución. Es el mismo Espíritu quien colocó a los pastores en el gobierno de la Iglesia (Hch 20,28) y es el quien confiere a los fieles sus dones. “En este sentido -ha dicho Juan Pablo II- la Iglesia es una verdadera comunidad de carismas”.

Un carisma es un don sobrenatural que nos da el Espíritu Santo para la edificación de la comunidad cristiana (1 Corintios 12, 7). Se recibe de manera independiente de los méritos del individuo, y no es necesario para su salvación (1 Corintios 12,11). Un carisma no es una señal de santidad, o de mayor unión con Dios (l Corintios 13,1). No puede uno ni atraerlo ni retenerlo sin la concesión del Espíritu (1 Corintios 14, 28- 32).

En la lista de Corintios hay 9 carismas que se pueden distribuir en tres grupos:

1. Carismas de la mente: Sabiduría, Ciencia, Discernimiento de Espíritus.
2. Carismas de acción: Milagros, Sanaciones, Fe (de la que mueve montañas).
3. Carismas de la lengua: Profecía, Lenguas, Interpretación de lenguas. (1Cor.12:8-10).

Carisma de Sabiduría - Es el primero que señala Isaías, y el primero que señala aquí San Pablo, y es el más importante. La sabiduría es más valiosa que el oro y la plata, es el don de conocer los misterios maravillosos de Dios, su amor, su grandeza, su preocupación por nosotros.

Carisma de Ciencia - Es algo de lo muchísimo que Dios conoce que lo da a saber a una persona, a la que él quiera. Es conocer algo del presente, del pasado o del futuro, que nadie lo puede saber, que no se puede aprender en ningún libro.

Carisma de Fe - Esa fe que mueve montañas. La dinamita más potente que conoce la humanidad, que mueve las montañas del odio y de los celos, que desata las cadenas de las drogas y del alcohol, que sana enfermos incurables, que arregla matrimonios que ningún abogado puede solucionar, que resucita muertos.

Carisma de Sanaciones - Este carisma trata de sanar física e interiormente, con el poder del Espíritu de Dios. Este don lo deben tener todos los que predican la palabra de Dios, porque así lo prometió el mismo Jesús: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura... A los que creyeren les acompañarán estas señales... pondrán las manos sobre los enfermos y estos se sanarán (Marcos 16:15-19).

Carisma de Milagros - El Carisma de Milagros es para hacer milagros. Lo prometió Jesús también: En verdad en verdad os digo que el que cree en mi, ese hará también las obras que yo hago, y las hará mayores que éstas (Juan 14:12). Parará las tempestades y andará sobre las aguas, y multiplicará los panes y los peces, y resucitará muertos. ¡Y más que esto promete Jesús!

Carisma de Profecía - La profecía es hablar a los hombres de parte de Dios, y nos anima San Pablo a que aspiremos sobre todo al don de profecía (1 Cor. 14:1), y la define así: El que profetiza habla a los hombres para su edificación, exhortación, y consolación (1 Cor.14:3).

Carisma de Discernimiento de Espíritus - Es diferenciar lo que viene del bien y el mal. Éste se necesita mucho en los últimos tiempos, porque hay muchos falsos profetas y mesías...

Carisma de Lenguas - Es hablar en la lengua que el Espíritu Santo quiera. El que habla en lenguas habla a Dios, no a los hombres, pues nadie le entiende, diciendo su espíritu cosas misteriosas (1 Cor. 14:2). Sirve para la edificación de la persona.

Carisma de Interpretación de Lenguas - Cuando uno habla en lenguas no entiende lo que dice, ni ningún otro, a excepción del que Dios le ha dado este carisma especial de poder entender e interpretar lo que el hermano oró o cantó en lenguas.

La gran riqueza de la Renovación Carismática Católica son los dones y carismas con que el Espíritu Santo adorna a aquellos que se abren generosamente a su acción divina. En verdad, la Renovación vive de estos dones que manifiestan con pena libertad, que traen alegría o vigor y en profundo clima espiritual que se vive en sus grupos de oración o en sus comunidades.

Bendiciones,


Fuentes: Editorial Kyrios, Carismáticos-Hispanos

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