16 de abril de 2010

El rinconcito de María - I

Jesús, es la luz del mundo

A aquella mujer sorprendida en adulterio no la dejó sola con el consejo de no quieras pecar más. También le reveló el camino para dejar de pecar, cuando dice Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida. Todos necesitamos esta luz que no es otra cosa que la sabiduría de Dios, la mente de Cristo (1 Co 2,16) y sus sentimientos pues nos debemos revestir de ellos (Flp 2,5). Esta es la manera concreta de seguir a mi Hijo.

Para ello les ayudará el Espíritu Santo que les da la vida en Cristo Jesús (Rm 8,2), gracias a quien le pertenecen a Jesucristo (Rm 8,9) y al Padre (Rm 8,14); pues gracias a Él podemos decir ¡Abba Padre! y ¡Jesús es el Señor!. Cuando el amor de Dios, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo entra en el corazón de las personas, entonces estamos recibiendo esta luz de Dios y es precisamente la que no nos deja caminar en tinieblas, es decir, en la duda, en la indefinición, en el abstracto, en el temor, en la debilidad, en la desconfianza, en la ineficacia del bien, en la contradicción.

Fíjense como en el cielo no habrá más luminarias porque Dios será la luz. También en este mundo Jesús es la luz para todos los que vienen a este mundo, no de la manera perfecta y plena como en el cielo, pero si de una manera propia y eficaz tal como puede darse en la tierra. Puede darse también y, no pocos lo saben, como una luz que brilla de múltiples maneras en la intimidad de los creyentes y como carisma del Espíritu Santo. Por ello vemos a Dios como puede ser visto en este mundo, no cara a cara, sino de otra manera. De un modo parcial, como en un espejo, en enigma. Pablo contrapone esta visión terrena con la visión cara a cara propia del cielo y de la visión beatífica.

Pero no es de despreciar esta visión de las cosas de Dios por los carismas del Espíritu Santo, pues es el único modo como pueden ustedes ver y oír y hasta recibir aquellas cosas que están reservadas para los que aman a Dios, pues se les ha revelado que estas cosas las revela el Espíritu Santo: él todo lo sondea, hasta las profundidades de Dios; es el que conoce lo intimo de Dios (1 Col 2, 9-11) y lo íntimo de los hombres.

Por aquí va el camino de seguimiento de mi Hijo y una vez enlazados con Él por obra y gracia del Espíritu Él se transforma en luz permanente para ustedes, hasta que conozcan aquella otra Luz perfecta en el cielo, donde ya no habrá llanto ni quejido.

"Por esta luz conocí los carismas, me dijo uno de ustedes, y por los carismas conocí mejor a Dios y todas sus maravillas y, por ellos, me enamore de la Trinidad, de la Iglesia, de tí, Madre de Dios, de la oración, de la liturgia, de los sacramentos, de los sacerdotes, de los obispos y papas, de las Escrituras y por el amor que todo esto significa, me vi un día que entraba en la ley de Espíritu, que es amor y puede verme libre de aquella otra ley del pecado y de la muerte, a pesar de toda mi fidelidad". Gracias pecadora sorprendida en adulterio, perdonada por Jesús, y que por tu causa él nos ha mostrado su misericordia, y la ha empleado con generosidad en todos ustedes y la seguirá empleando.

Bendiciones


Fuente: RESURRECCIÓN, revista de la RCC, Nº 64

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