11 de abril de 2010

Fiesta de la Divina Misericordia


A grandes males, grandes remedios

En el siglo XVII, el pensamiento jansenista había sembrado en toda Europa una ola de desconfianza ante un Dios al que se le presentaba lejano, justiciero, con los fríos perfiles de un racionalismo deísta. No quedaba más que el temor y la desesperación ante ese Dios. La Divina Providencia, a través de una religiosa francesa llamada Margarita María Alacoque, nos presenta la figura de un Dios amor. El nos ama a corazón abierto. El se ha hecho hombre para que el hombre pueda sentir cercano todo su amor. Es la devoción al Corazón de Jesús que de niños nos enseñaron.

Situemosno en el siglo XX. Europa está inmersa en guerras que no cesan. El marxismo presenta la religión como «el opio del pueblo», un Dios enemigo del hombre. Una sombría desesperanza atenaza a muchas gentes al quedarse sin Dios. En este contexto aparece otra monja, la que será Santa Faustina Kowalska, que haciéndose acreedora de unas revelaciones, nos hará comprender que Dios Padre es misericordioso, pues la salvación la tenemos en su Hijo Jesús que por nosotros entregó su vida en la cruz.

Efectivamente, el 22 de mayo del 2000 el Papa Juan Pablo II declaró el domingo II de Pascua, que hoy celebramos, como la fiesta de la Divina Misericordia. Y para explicar el sentido de esta fiesta, el Papa escribió una de sus mas bellas encíclicas «Dives in Misericordia» para hacernos sentir el misterio de la bondad y misericordia de Dios.

El Papa Benedicto recuerda que hay tres grandes enfermedades que corroen el alma cristiana de occidente: El individualismo, el hedonismo, el relativismo. Estas tres tienen el denominador común de ser una desesperación interior que lleva al hombre a pegarse compulsivamente a lo material y marchar por la vida como cegos que ven. Ante esta situación el mensaje de hoy quiere decirnos: «Yo soy un Dios de misericordia. Yo soy un Dios amor para ti. Yo no quiero más que tu bien, quiero que seas feliz, ten también tú entrañas de misericordia para tus semejantes».

¿Por qué precisamente es este domingo la fiesta de la Divina Misericordia? Porque el evangelio de hoy nos muestra a Jesús resucitado, lleno de misericordia hacia sus discípulos cuando les dice: «Paz a vosotros, como el Padre me ha enviado, así os envío yo» Y les da su Espíritu para llevar el perdón a toda criatura. Así vemos cómo Jesús no viene en plan justiciero para decirles: me vais a oír, me las vais a pagar todas juntas, me dejasteis tirado en la pasión como una colilla…Nada. Olvido total. Les hace mirar hacia delante, porque con su Espíritu el futuro será de ellos.

Dicen los psicólogos que no hay peor cosa que mirar al pasado y lamentar lo que ya no tiene remedio, o estar llenos de miedo por lo que nos pueda traer el futuro. Jesús habla de presente: «paz a vosotros» Paz y perdón. Con mi espíritu a caminar fuertes por la vida. Yo estoy siempre a vuestro lado. Yo soy un Dios de misericordia.

El evangelio nos recuerda como al pobre Tomás se le llenaba la boca de bravatas, y profesiones de no creer en el resucitado. «Si no veo, no creo». Es el grito de tanto «positivista» contemporáneo. Al acercarse Jesús ocho días después Tomás cae de rodillas para decir: «Señor mío y Dios mío» Que esta plegaria sea nuestra plegaria para llenar nuestras almas de luz, porque hemos puesto nuestra confianza en un Dios que es perdón y misericordia.

Bendiciones


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