12 de diciembre de 2011

Vaciar nuestras cisternas


¡Paz y bien!
«¿Cómo invocarán a Aquel en quien no han creído?
O ¿cómo creerán en El, sin haber oído de El?
y ¿cómo predicarán si no son enviados? (Rom. 10, 14-15)

 «Individuo» indica algo no divido, no divisible y, por lo tanto, algo que no puede ser compartido con otros. El individuo es aquel que no se deja dividir, que se encierra en barreras, que recibe pero no da. Hay muchos besos humanos que Van der Meersch llama mordeduras de egoísmo. Hay muchos gestos de amor en los que cada parte procura sacar algo de la otra para provecho de si misma. 

Por el contrario las «personas» irradian. La palabra «persona» significa resonar a través de, difundir la voz, comunicar a distancia. Dios es felicidad porque es un misterio de personas divinas que juntas dan voz, hablan. 

Hay quienes dudan de la existencia de Dios, o simplemente la niegan; nosotros quizá nos esforzamos por convencerlos de que Dios existe; quizá no lo logramos. ¿Por qué no lo logramos? ¿Porque Dios no existe o porque nosotros no sabemos demostrar su existencia?

Al mundo hay que decirle que Dios existe, no tanto con argumentos, cuanto con obras; hay que presentar un Dios vivo y vivificante; al fin y al cabo, como El es.

En todo cuanto toquemos, pongamos la marca de Dios; en todo lo que digamos, transparentemos a Dios; en todo cuanto hagamos, vivamos nosotros a Dios... y pronto los demás verán esas marcas de Dios, oirán esos sonidos de Dios, sentirán esa presencia de Dios.

Y sobrarán los argumentos; como el niño no necesita argumentos para amar a su madre. el hombre no debe necesitar de argumentos o palabras para creer en Dios ni para amarle.

Somos nosotros los que estamos enviados por Dios para dar a conocer su existencia y su bondad a todos cuanto lo ignoran; si fallamos ¿cómo van ellos a llegar al conocimiento del Dios verdadero?

Juan XXIII decía «Si guardan el agua en sus pozos, el agua se pudrirá con ustedes. Vacíen sus cisternas pues ellas siempre serán llenadas de nuevo por la lluvia que viene del cielo»

Fraternalmente, 



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Con aportes de Florin Callerand y Alfonso Milagro

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