5 de diciembre de 2010

Templanza

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre!

2º domingo de adviento, ciclo A - San Mateo 3, 1 - 12

Sorprende la figura recia y austera del Bautista; es toda una imagen de lo que predicaba: la necesidad de estar desprendidos de las cosas de la tierra. La vida es un camino que ha de acabar en Dios. Es un camino corto, y lo que importa es acertar a entrar por la puerta estrecha. Quien cifre su felicidad en la comodidad, en el confort, en la falta de sobriedad acabará olvidando que es peregrino que va a la casa del Padre, y no atinará a entrar.

La palabra griega que se usa para "arrepentirse" significa en español "cambiar de mentalidad". Juan les decía entonces: "cambien de mentalidad..." Bien sabía Juan que el cambio de mentalidad provoca el cambio de conducta. La realidad de muchos cristianos es que apremiados por los exigencias del Evangelio, se imponen una y otra vez el cambiar determinados aspectos de su comportamiento. Si hago aquello... si dejo de hacer lo otro... si intento reprimir éste o aquel sentimiento...

Y el tema no tiene nada que ver con esto de hacer o dejar de hacer... La vida cristiana es una invitación al cambio de interiores. Si cambias en tu interior todo lo que salga de ti será bueno. No es cambiar las cosas que hago anhelando en mi interior lo que realmente quiero. Es dejarse transformar desde dentro por el amor de Dios para que lo que sale de dentro sea más bueno y mejor.

Nos es necesaria la templanza en esta vida para poder entrar en la otra. Los bienes de la tierra son objetivamente buenos como medios, pero subjetivamente pueden convertirse en estorbo, y llenar el corazón de tal manera, que uno esté tan grueso, que le sea imposible entrar por la puerta angosta. En la medida que no utilizamos las cosas como instrumentos sino como fines, se convierten en tiranos y esclavizan.

Se nos pide una templanza habitual, estando desprendidos de las cosas que usamos, viviendo la castidad, la mansedumbre, la sobriedad en muchas facetas: en la comida y en la bebida, en el uso de la televisión, en la curiosidad, en el deseo de sobresalir, en el afán de lujo, en la preocupación excesiva por el vestido o las diversiones.

Quien no es sobrio, es como el deportista que ha comido mucho y no está ágil para hacer deporte. Quien no es templado, no puede escuchar a Dios y le resultará muy difícil hacer lo que debe. En el Adviento resuenan cada año las palabras de Juan el Bautista como un toque de atención, como un aviso a los viajeros para que estemos a lo que tenemos que estar en esta vida y no nos despistemos.

Fraternalmente, buen domingo!

Claudio

4 comentarios:

  1. Cambiar de mentalidad. Que nuestras prioridades sean otras. Que las bases sobre las que nos sustentamos sean la Palabra y el Amor de Dios...Un abrazo: Joan Josep

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  2. AMIGO HOY PUBLIQUE SOBRE LA PIEDAD ,PIEDAD QUE NECESITO,SIENTO QUE ME FALTA TANTO AMOR PARA ENTRAR POR LA PUERTA ESTRECHA.DIOS ES TAN MISERICORDIOSO QUE A TRAVES DE TU REFLEXION,YA ME ENVIO EL AUXILIO.GRACIAS CLAUDIO,ERES COMO UN PILAR MAS EN ESTE CAMINAR HACIA LA META.UN ABRAZO EN CRISTO JESUS.

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  3. Amén Joan, el camino a la santidad esta lleno de tropiezos, pero al final esta la vida plena.
    Un abrazo

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  4. Gloria a Dios amiga mía! El Señor vuelva su rostro sobre vos y te la paz.Animo. Feliz adviento.
    Un beso
    Claudio

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