12 de diciembre de 2010

Adventus 2010, apostalado 2.0

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre,
«¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?» (Mt 11, 2-11)
Buena pregunta la que le hacen a Jesús aquellos discípulos de Juan.

Hoy muchas personas también se hacen esa pregunta porque conocen a Jesús sólo de oídas. No me refiero a esas personas a las que no se les ha predicado sobre el Señor; me refiero a esos otros a los que criados en un ambiente cristiano, saben casi nada sobre quién es de verdad Jesús.

Los siglos han ido demostrándonos distintas posibles figuras del Maestro. Cada una de ellas era una respuesta a esa pregunta. Para unos es un revolucionario, un iluminado, un profeta para otros; pero lo único que de verdad ha prevalecido más allá del tiempo es su divinidad y este es quizás el punto más delicado para las personas de nuestro tiempo. Mientras a la gente se le hable de un Jesús tan humano que esconda su divinidad, todo irá bien. Pero cuando se les presente al Señor en plenitud comienzan las decepciones.

Juan Bautista estaba encarcelado y, con buen método pedagógico, envía a sus discípulos a que conozcan a Jesús haciéndole esa pregunta, quizá para que se hagan discípulos suyos (Juan siempre llevando a la gente a Dios). Y Jesús les contesta con una frase que alude a una profecía claramente mesiánica: cuando llegue el Mesías se acabarán todos los males, porque él será el libertador del hombre.

A la vez, Jesús les expuso de qué liberación se trataba: había venido a salvar de los pecados, de la ignorancia y del sufrimiento. La señal de que uno ha entendido el Reino de Jesús y a él pertenece es que trata de vivir sin pecado, procura conocer la verdad de la revelación y si padece el sufrimiento -como lo padeció Cristo- lo ofrece al Padre para reparar los pecados. Aquellos discípulos le preguntaron porque estaban desconcertados. Ellos esperaban un Mesías guerrero, y, en cambio, la única guerra a la que nos llama Jesús es a la guerra interior contra nosotros mismos. No encajaba en las ideas que ellos tenían.

Algo parecido pasa en nuestro tiempo. Muchas veces Dios no encaja en las expectativas que nos hacemos sobre Él. Hacemos nuestros proyectos. Edificamos nuestras ideas. Trazamos el camino y queremos que Dios los siga. Muchas veces me pregunto si el "hágase tu voluntad..." del Padrenuestro es tan verdadero en nosotros como para hacerlo vida.

Y existe otra señal clara de que uno ha entendido a Jesús: el apostolado, ayudar a los amigos a que quiten sus pecados (limpiar leprosos), explicarles la doctrina cristiana (evangelizar a los que no la conocen, y por eso son verdaderamente pobres), y tratar de solucionar el sufrimiento ajeno (escuchando, comprendiendo, animando, dedicando tiempo, viviendo la solidaridad). No es verdaderamente cristiano quien se encierra en sus problemas personales y vive al margen de las necesidades ajenas. Los demás nos necesitan; mejor dicho, Dios cuenta con nosotros para ayudar a los demás a solucionar sus problemas humanos, y sobre todo ayudarles a estar cerca de Dios.

Fraternalmente,

1 comentario:

  1. gracias por su compartir en este evangelio de hoy me quede con esto Envío a mi mensajero delante de mi y reflexionaba hoy hay precursores que abren nuevos caminos y me preguntaba si los reconocia siento que este evangelio me revela que he de ser un Bautista que anuncie con mi vida la buena noticia pidamos al señor que nos de su gracias para llegar a ser esos verdaderos anuncidores de Dios unidos en oración y un abrazo

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