16 de octubre de 2010

Mi mamá se llama Ramón..!

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre!

A Pablito, le preguntaron en la escuela el nombre de su mamá y él contestó: Ramón, lacónicamente. Esta historia, que parece ser tan común en un mundo globalizado me da pié para publicar esta reflexión de José Carlos Areán, Capellán del R.C. Celta – Vigo.
Dos leonas no hacen pareja. Dos gatos, tampoco. No pueden aparearse. Para ello tendrían que ser de distinto sexo y de la misma especie. Son cosas de la zoología. No es producto de la cultura hitita, fenicia, maya, cristiana o musulmana. Por supuesto no es un invento de la Iglesia.

Muchos siglos antes de que Jesús naciera en Belén, el Derecho Romano reconocía el matrimonio como la unión de un hombre y una mujer. Después ellos se divertían con efebos, que para eso estaban, para el disfrute. La esposa era para tener hijos.

La palabra matrimonio procede de dos palabras romanas: "matris" y "munio". La primera significa "madre", la segunda "defensa". El matrimonio es la defensa, el amparo, la protección de la mujer que es madre, el mayor y más sublime oficio humano.

Cada palabra tiene su significado propio. Una compraventa gratuita no es una compraventa, sino una donación.

Llamar matrimonio a la unión de dos personas del mismo sexo me parece como poco serio. Jurídicamente, un disparate. De carcajada. Que le llamen "homomonio", "chulimonio", "seximonio", lo que quieran, todo menos matrimonio, que ya está inventado hace tiempo. Nadie llama tarta de manzana a la que está hecha de peras.

Lo curioso es que cuando dices cosas como estas, algunos te miran como extrañados de que no reconozcas la libertad de las personas. Y por más que les dices que sí, que respeto la libertad de todos, que cada uno puede vivir con quien quiera, incluso con su perro, pero que eso no es un matrimonio, van y me llaman intolerante.

No sé lo que harán los parlamentarios españoles a la hora de votar. Son políticos, no juristas. Votarán por razones políticas, no según Derecho. Las consecuencias son graves.

Si un varón tiene derecho a casarse con otro varón y una mujer a hacerlo con otra mujer, ¿le vas a negar el derecho a un hermano a casarse con su propia hermana? ¿O a un padre a hacerlo con su hija? ¿No tienen el mismo derecho?

La sociedad se quiebra. Huele a podrido. Como en Dinamarca.
Fraternalmente,

Claudio

2 comentarios:

  1. Bueno… de nuevo diciéndole a la gente lo que puede o no puede hacer, como si alguien le diese permiso a meterse en la vida de los demás. Vamos por partes:

    1-La homosexualidad existe en el reino animal, naturalmente. Pueden comprobarlo en documentales como este:

    http://www.youtube.com/watch?v=WRMXb4PkEsc

    o darse una vuelta por el campo y observar.

    2-Negar el derecho al matrimonio a dos personas del mismo sexo con razones etimológicas es mezclar cosas muy diferentes. Una cosa es la etimología de las palabras y otra su significado actual. Por esa regla de tres, buscando la etimología, podríamos proponer por ejemplo que a partir de ahora los “salarios” se paguen en sal, porque de ahí procede la palabra “salario”, de la sal con la que se pagaba a los soldados romanos (y que era un bien muy preciado porque permitía conservar los alimentos). ¿Le parece bien, señor capellán, que a partir de ahora le paguen en sal y no en euros?

    3-Hay otro problema si es que lo más molesto es aplicar la misma palabra: si hay dos realidades jurídicas iguales, es decir, la unión entre dos personas, cómo se puede justificar el empleo de dos términos diferentes si no es en base a la discriminación pura y dura, la misma que en África del Sur establecía, durante el apartheid, autobuses para blancos y autobuses para negros, cuartos de baño para blancos y cuartos de baño para negros?

    4-El matrimonio civil es un contrato privado entre dos personas. ¿Con qué derecho se cree usted para inmiscuirse en los contratos que hacen dos personas que no tienen ni la más mínima relación con usted? Es como si de repente yo defendiese que no se puede ir a misa los domingos porque me da la gana.

    5-El matrimonio no tiene como finalidad el engendrar, la reproducción. Se trata de un contrato entre dos personas adultas con la finalidad de ayudarse y cuidarse mutuamente y de obtener una serie de beneficios al formalizar la unión. Si el fin del matrimonio fuese la reproducción, entonces no se dejaría casar a parejas heterosexuales estériles, ni a las que han decidido no tener hijos, ni a las personas mayores. Antes de casarse les preguntarían a los contrayentes: "vais a tener hijos"? en lugar de preguntarles si se van a ayudar mutuamente a lo largo de la vida. Ese argumento, tan blandido por los que no aceptan los matrimonios entre dos hombres o dos mujeres, es de todo falaz, falso, y se cae por su propio peso.

    6-Por último, lo más importante: ¿realmente les procupa tanto lo que otras personas puedan hacer de sus vidas? ¿Acaso no tienen ustedes otras preocupaciones? ¿De verdad piensan que no hay problemas mayores en el mundo (guerras, hambre, desigualdades sociales, desempleo, violencia doméstica…)? Entonces, si dos personas que ni les van ni les vienen quieren casarse… ¡que se casen, hombre, que se casen!

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  2. Bueno… de nuevo diciéndole a la gente lo que puede o no puede hacer, como si alguien le diese permiso a meterse en la vida de los demás. Vamos por partes:

    1-La homosexualidad existe en el reino animal, naturalmente. Pueden comprobarlo en documentales como este:

    http://www.youtube.com/watch?v=WRMXb4PkEsc

    o darse una vuelta por el campo y observar.

    2-Negar el derecho al matrimonio a dos personas del mismo sexo con razones etimológicas es mezclar cosas muy diferentes. Una cosa es la etimología de las palabras y otra su significado actual. Por esa regla de tres, buscando la etimología, podríamos proponer por ejemplo que a partir de ahora los “salarios” se paguen en sal, porque de ahí procede la palabra “salario”, de la sal con la que se pagaba a los soldados romanos (y que era un bien muy preciado porque permitía conservar los alimentos). ¿Le parece bien, señor capellán, que a partir de ahora le paguen en sal y no en euros?

    3-Hay otro problema si es que lo más molesto es aplicar la misma palabra: si hay dos realidades jurídicas iguales, es decir, la unión entre dos personas, cómo se puede justificar el empleo de dos términos diferentes si no es en base a la discriminación pura y dura, la misma que en África del Sur establecía, durante el apartheid, autobuses para blancos y autobuses para negros, cuartos de baño para blancos y cuartos de baño para negros?

    4-El matrimonio civil es un contrato privado entre dos personas. ¿Con qué derecho se cree usted para inmiscuirse en los contratos que hacen dos personas que no tienen ni la más mínima relación con usted? Es como si de repente yo defendiese que no se puede ir a misa los domingos porque me da la gana.

    5-El matrimonio no tiene como finalidad el engendrar, la reproducción. Se trata de un contrato entre dos personas adultas con la finalidad de ayudarse y cuidarse mutuamente y de obtener una serie de beneficios al formalizar la unión. Si el fin del matrimonio fuese la reproducción, entonces no se dejaría casar a parejas heterosexuales estériles, ni a las que han decidido no tener hijos, ni a las personas mayores. Antes de casarse les preguntarían a los contrayentes: "vais a tener hijos"? en lugar de preguntarles si se van a ayudar mutuamente a lo largo de la vida. Ese argumento, tan blandido por los que no aceptan los matrimonios entre dos hombres o dos mujeres, es de todo falaz, falso, y se cae por su propio peso.

    6-Por último, lo más importante: ¿realmente les procupa tanto lo que otras personas puedan hacer de sus vidas? ¿Acaso no tienen ustedes otras preocupaciones? ¿De verdad piensan que no hay problemas mayores en el mundo (guerras, hambre, desigualdades sociales, desempleo, violencia doméstica…)? Entonces, si dos personas que ni les van ni les vienen quieren casarse… ¡que se casen, hombre, que se casen!

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