Zaqueo cambió
Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre!
Domingo 31º - Tiempo Ordinario - Ciclo C, Lucas 19, 1-10
Domingo 31º - Tiempo Ordinario - Ciclo C, Lucas 19, 1-10
La conversión siempre empieza por el bolsillo... Esta afirmación puede dejar perplejo a más de uno. Pero déjame que me explique...
El bolsillo representa el lugar seguro donde guardamos lo que creemos valioso. Tenemos muchos bolsillos: el del dinero, el de las ideologías, el de las ideas... En cada uno de ellos guardamos objetos, opciones y opiniones que nos proporcionan seguridad. La conversión es orientar todos nuestros bolsillos hacia los valores de Jesús.
Zaqueo era un hombre rico y no bien mirado por sus conocidos. Era cobrador de impuestos y ya sólo eso significaba un fuerte distanciamiento con las personas de su época. Nos dice el Evangelio que nuestro hombre "quería conocer a Jesús, pero no conseguía verle". Buen deseo de aquel hombre que nos sirve para reflexionar a los cristianos de esta época.
¿Hay necesidad de Jesús en nuestro mundo? ¿Quiere la gente conocer al Salvador? Estoy convencido de que sí. Quizá no de una manera explícita pero sí a través de los distintos "árboles" donde la gente se sube para poder ver una posible solución a su vida.
La humanidad entera necesita ser reconstruida. Esto lo podemos ver por las realidades sociales que no hacen felices a los seres humanos. Hemos aumentado en progreso técnico pero no en el desarrollo moral y humanizante. Algo pasa y muchas veces la gente no sabe describir exactamente qué es, pero sí que es algo que no les da la felicidad deseada.
Zaqueo representa a una parte de la humanidad. Él es rico, tiene un buen trabajo y una buena posición, pero nota que su vida necesita de algo más. Nunca llegaremos a saber por qué aquel hombre rico quería conocer a Jesús.¿Qué necesidades tenía el rico de lo que Jesús le podía ofrecer? Creo que nuestro cobrador de impuestos no era feliz.
Se subió a un árbol para ver a Jesús. El árbol ha estado presente en el comienzo de nuestra fe cuando desde el temprano Génesis nos habla del "del árbol del bien y del mal..." Pero también en el primer final de Jesús donde se convirtió en el "árbol donde estuvo clavada la salvación del mundo..." Entre uno y otro momento aparecen otras plantas arbóreas que sirvieron para otros fines y ejemplos: para ser replantadas en suelo más productivo, para dar mejor fruto, para servir como instrumento de suicidio y de muerte... El árbol al que subió Zaqueo está entre el paraíso terrenal y la cruz de Cristo.
El árbol es uno de los objetos más cargados de simbología en el mundo de las religiones y de las expresiones con significado. En todas las culturas aparece una y otra vez para simbolizar muchísimas realidades que tienen relación con los seres humanos. El árbol simboliza la evolución vital, de la materia al espíritu, de la razón al alma santificada; todo crecimiento físico, cíclico o continuo; significa también la maduración psicológica; el sacrificio y la muerte, pero también el renacimiento y la inmortalidad. No es extraño por tanto que el autor haga referencia al árbol donde subió Zaqueo. Fue esta realidad la que hizo posible ver a Jesús. El Señor no estaba lejos de aquellas inquietudes interiores y por eso se dirige a él invitándose a su casa.
Dice que "bajó aprisa y con alegría recibió a Jesús". Esta vez no es ni un mendigo ni un enfermo ni un leproso quien va en busca de Jesús. Es un rico. No le gritaba ni le pedía nada concreto. Fue Jesús quien se fijó en él: el corazón de muchas personas es muchas veces tocado por Jesús sin que pidamos nada.
La alegría es la característica con la que recibió a Jesús. ¿Qué descubrió Zaqueo para que la alegría fuese su compañera en el encuentro con Jesús? La conversión queda después del encuentro más que desvelada. Se produjo un cambio interior. Vació todos los bolsillos de su vida ante el Maestro.
Los demás miraban a nuestro Zaqueo como un pecador, Jesús le miraba como una persona. La alegría del rico fue la de agradecerle al Señor que le diese un trato humano y de misericordia.
Supo poner las riquezas exteriores en su sitio para dejar paso a las riquezas del interior. Creció en la solidaridad y en la justicia social. Se dio cuenta que convertirse es descubrirse ante Dios, ante uno mismo y ante los más pobres y débiles de nuestro mundo. Lo novedoso de la Palabra de hoy es que este rico se hizo pobre para hacerse rico. Lo dicho: la salvación empieza por el bolsillo...
En nuestra conciencia nos damos cuenta de la voz de Dios que nos pide ese cambio, ese acercamiento al sacramento del perdón. Son necesarias cinco cosas: examinar la conciencia para ver lo que hemos hecho mal, tener dolor de los pecados y detestarlos, con propósito de no volver a cometerlos, decir los pecados al confesor, y estar dispuestos a reparar y a cumplir la penitencia que nos fuere impuesta.
Es muy sencillo recibir el perdón de Dios y llegar a tener la alegría del corazón, pero hemos de superar dos obstáculos: la soberbia y la pereza. Hemos de estar dispuestos a bajarnos del árbol de nuestra autosuficiencia, en el que tenemos nuestras seguridades, y a vencer la pereza para recorrer los cinco pasos que llevan a las aguas de la salvación.
Señor que me buscas y me esperas, que sólo deseas mi bien, que eres compasivo y rico en clemencia, auméntame la humildad, dame un corazón nuevo. Yo quiero salir a tu encuentro, porque no es sólo mi alegría, es que sé que te doy una alegría, y es fiesta en el cielo, cada vez que acudo a este sacramento.
Fraternalmente, buen domingo
Claudio
El bolsillo representa el lugar seguro donde guardamos lo que creemos valioso. Tenemos muchos bolsillos: el del dinero, el de las ideologías, el de las ideas... En cada uno de ellos guardamos objetos, opciones y opiniones que nos proporcionan seguridad. La conversión es orientar todos nuestros bolsillos hacia los valores de Jesús.
Zaqueo era un hombre rico y no bien mirado por sus conocidos. Era cobrador de impuestos y ya sólo eso significaba un fuerte distanciamiento con las personas de su época. Nos dice el Evangelio que nuestro hombre "quería conocer a Jesús, pero no conseguía verle". Buen deseo de aquel hombre que nos sirve para reflexionar a los cristianos de esta época.
¿Hay necesidad de Jesús en nuestro mundo? ¿Quiere la gente conocer al Salvador? Estoy convencido de que sí. Quizá no de una manera explícita pero sí a través de los distintos "árboles" donde la gente se sube para poder ver una posible solución a su vida.
La humanidad entera necesita ser reconstruida. Esto lo podemos ver por las realidades sociales que no hacen felices a los seres humanos. Hemos aumentado en progreso técnico pero no en el desarrollo moral y humanizante. Algo pasa y muchas veces la gente no sabe describir exactamente qué es, pero sí que es algo que no les da la felicidad deseada.
Zaqueo representa a una parte de la humanidad. Él es rico, tiene un buen trabajo y una buena posición, pero nota que su vida necesita de algo más. Nunca llegaremos a saber por qué aquel hombre rico quería conocer a Jesús.¿Qué necesidades tenía el rico de lo que Jesús le podía ofrecer? Creo que nuestro cobrador de impuestos no era feliz.
Se subió a un árbol para ver a Jesús. El árbol ha estado presente en el comienzo de nuestra fe cuando desde el temprano Génesis nos habla del "del árbol del bien y del mal..." Pero también en el primer final de Jesús donde se convirtió en el "árbol donde estuvo clavada la salvación del mundo..." Entre uno y otro momento aparecen otras plantas arbóreas que sirvieron para otros fines y ejemplos: para ser replantadas en suelo más productivo, para dar mejor fruto, para servir como instrumento de suicidio y de muerte... El árbol al que subió Zaqueo está entre el paraíso terrenal y la cruz de Cristo.
El árbol es uno de los objetos más cargados de simbología en el mundo de las religiones y de las expresiones con significado. En todas las culturas aparece una y otra vez para simbolizar muchísimas realidades que tienen relación con los seres humanos. El árbol simboliza la evolución vital, de la materia al espíritu, de la razón al alma santificada; todo crecimiento físico, cíclico o continuo; significa también la maduración psicológica; el sacrificio y la muerte, pero también el renacimiento y la inmortalidad. No es extraño por tanto que el autor haga referencia al árbol donde subió Zaqueo. Fue esta realidad la que hizo posible ver a Jesús. El Señor no estaba lejos de aquellas inquietudes interiores y por eso se dirige a él invitándose a su casa.
Dice que "bajó aprisa y con alegría recibió a Jesús". Esta vez no es ni un mendigo ni un enfermo ni un leproso quien va en busca de Jesús. Es un rico. No le gritaba ni le pedía nada concreto. Fue Jesús quien se fijó en él: el corazón de muchas personas es muchas veces tocado por Jesús sin que pidamos nada.
La alegría es la característica con la que recibió a Jesús. ¿Qué descubrió Zaqueo para que la alegría fuese su compañera en el encuentro con Jesús? La conversión queda después del encuentro más que desvelada. Se produjo un cambio interior. Vació todos los bolsillos de su vida ante el Maestro.
Los demás miraban a nuestro Zaqueo como un pecador, Jesús le miraba como una persona. La alegría del rico fue la de agradecerle al Señor que le diese un trato humano y de misericordia.
Supo poner las riquezas exteriores en su sitio para dejar paso a las riquezas del interior. Creció en la solidaridad y en la justicia social. Se dio cuenta que convertirse es descubrirse ante Dios, ante uno mismo y ante los más pobres y débiles de nuestro mundo. Lo novedoso de la Palabra de hoy es que este rico se hizo pobre para hacerse rico. Lo dicho: la salvación empieza por el bolsillo...
En nuestra conciencia nos damos cuenta de la voz de Dios que nos pide ese cambio, ese acercamiento al sacramento del perdón. Son necesarias cinco cosas: examinar la conciencia para ver lo que hemos hecho mal, tener dolor de los pecados y detestarlos, con propósito de no volver a cometerlos, decir los pecados al confesor, y estar dispuestos a reparar y a cumplir la penitencia que nos fuere impuesta.
Es muy sencillo recibir el perdón de Dios y llegar a tener la alegría del corazón, pero hemos de superar dos obstáculos: la soberbia y la pereza. Hemos de estar dispuestos a bajarnos del árbol de nuestra autosuficiencia, en el que tenemos nuestras seguridades, y a vencer la pereza para recorrer los cinco pasos que llevan a las aguas de la salvación.
Señor que me buscas y me esperas, que sólo deseas mi bien, que eres compasivo y rico en clemencia, auméntame la humildad, dame un corazón nuevo. Yo quiero salir a tu encuentro, porque no es sólo mi alegría, es que sé que te doy una alegría, y es fiesta en el cielo, cada vez que acudo a este sacramento.
Fraternalmente, buen domingo
Claudio
Buzón Católico
AMIGO ,EL DOLOR VA PASANDO,LAS AUSENCIAS SE DISIPAN EN LINDOS RECUERDOS, Y AFERRADOS A NUESTRA CRUZ CONTINUAMOS CONFIADOS EL CAMINO HACIA NUESTRO GOLGOTA.
ResponderBorrarPAZ PARA TU ALMA.AMOR PARA TU CUERPO.SERENIDAD PARA TU ESPIRITU.
BENDICIONES.ANGELINA.
hola paso visitándoles, bendiciones.
ResponderBorrarmi blog www.creeenjesusyserassalvo.blogspot.com