29 de octubre de 2010

En tí busco mi refugio

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre!
«Todos los demás buscan sus intereses personales y no los de Cristo Jesús» (Flp. 2, 21)
Tu no pretendes otra cosa que mi salvación y progreso y todo me lo conviertes en bien. Aunque algunas veces me expongas a tentaciones y contrariedades, todo lo ordenas para mi provecho, porque a tus elegidos, los sueles probar de mil maneras, y en estas pruebas yo te debo amar y alabar no menos que cuando tu me colmas de alegrías celestiales.

Por lo tanto, Señor Dios, en tí pongo toda mi esperanza, en tí busco mi refugio, en tí confío todas mis tribulaciones y todas mis angustias, porque todo lo que miro fuera de tí, todo lo veo débil e inconstante.

Porque no me servirán los muchos amigos; ni me podrán prestar ayuda oportuna los sabios más prudentes; ni me consolarán los libros de los doctos; ni habrá riqueza tan elevada que me pueda rescatar y liberarme; ni habrá lugar secreto y apartado que pueda defenderme, si tú, personalmente, no estás presente para asistirme, confortarme, consolarme, instruirme y protegerme.

¡Solo a El sea la gloria! Por siempre.

Fraternalmente,

Claudio

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