Los he llamado con mi gracia

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre!

Hijo, cuídate y no discutas acerca de las cosas del cielo y de lo ocultos juicios de Dios, de por qué uno sea tan abandonado y otro elevado a tan alto grado de gracia, de por qué aquel sea tan afligido y este otro tan altamente ensalzado.

Estas cosas están más allá de toda humana posibilidad y no existe ningún razonamiento ni hay ninguna reflexión suficiente para penetrar los juicios de Dios. Cuando, por lo tanto, el enemigo te sugiera alguna explicación o algunos indiscretos te la pregunten, respóndeles con el dicho del profeta: Tu eres justo, Señor, y rectos son tus juicios (Sal 118, 137) o con estas palabras: Los juicios de Dios son verdaderos y equitativos por su esencia (Sal 18, 10).

Mis juicios deben ser temidos y no discutidos, porque son incomprensibles al entendimiento humano.

Tampoco investigues o discutas los méritos de los santos , quien de entre ellos sea el más perfecto y el mayor en el reino de los cielos.

Estas cuestiones causan con frecuencia contiendas y disensiones inútiles, fomentan la soberbia la vanagloria, de las cuales proceden envidias y divisiones porque uno se esfuerza, presuntuosamente, en ensalzar un santo y otro en preferir a un segundo.

El querer saber e indagar estas cosas no trae ningún provecho, por el contrario, disgusta a los santos, porque yo no soy Dios de discordia, sino de paz (1 Cor. 14, 33) la cual consiste más en la verdadera humildad que en la propia estimación.

Hay algunos que, dejándose llevar por el sentimiento, se vuelcan más hacia unos santos que a otros. Esta es una inclinación humana, más que divina.
Yo soy el creador de todos los santos, yo les di la gracia, yo los llevé a la gloria. Yo conozco los méritos de cada uno y yo me anticipé a ellos con las bendiciones de mi amor (Sal 20, 4). He conocido a mis amados antes de los siglos y los he elegido del mundo y no fueron ellos los que me eligieron a mi (Jn 15, 16-19). Los he llamado con mi gracia y atraído con mi misericordia y los he llevado a través de muchas tentaciones. Les infundí consuelos admirables, les di la perseverancia y coroné su paciencia.
Fraternalmente,

Claudio


La Imitación de Cristo

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