Obedecer es amar
Hace unos días les decía: "les digo la verdad: les conviene que yo me vaya, porque si no me voy el Espíritu Santo no vendrá a ustedes. Si me voy se los enviaré."
Las palabras de Jesús, pronunciadas durante la Última Cena, es su testamento espiritual, dirigido a sus discípulos más cercanos. Guardar los mandamientos de Jesús, que Él mismo ha practicado antes de predicarlos: la oración continua, las buenas obras hechas cara a Dios, el perdón a los enemigos, la pureza de corazón, la mirada limpia, la atención a las necesidades del otro como si fueran propias, el desprendimiento de los bienes terrenos, etc. Practicar todas estas enseñanzas, que podemos encontrar resumidas en el sermón de la montaña, es permanecer en el amor de Dios.
También es saber ceder espacios, tiempos, dar pasos a un costado para que otros crezcan en la fe, en la vida; es un renunciamiento amoroso, dar libertades. Decir con Jesús “conviene que yo me vaya” es apartarse, soltar cosas, dar la oportunidad a que el Espíritu inunde el espacio que había ocupado yo injustificadamente. Ceder, desaparecer, permitir que un bien mucho mayor entre en la vida de otros. Significa a veces no aferrarse a puestos o cargos por muy insignificantes que sean; significa permitir que otros hagan lo que yo pensaba que hacía mejor que nadie. Ceder espacios es vencer la vanagloria.
Paz y bien
Comentarios
Publicar un comentario
«Porque la boca habla de la abundancia del corazón.» (Mt. 12, 34) Por lo tanto, se prudente en el uso de ellas y recuerda que en este blog no se aceptan los comentarios anónimos.