Hablemos de dolor y paciencia

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo. La mujer, cuando va a dar a luz, siente angustia porque le llegó la hora; pero cuando nace el niño, se olvida de su dolor, por la alegría que siente al ver que ha venido un hombre al mundo. También ustedes ahora están tristes, pero yo los volveré a ver, y tendrán una alegría que nadie les podrá quitar. Aquél día no me harán más preguntas." (Jn 16, 20-23)

Paciencia es la palabra que le cabe al evangelio de hoy. ¿La vida es caminar y tener una nube negra encima de la cabeza? A veces parece que si. "El mundo te exige resultados: no le cuentes a otros tus dolores de parto, muestrales el niño" decía Indira Gandhi. Si uno se pone a hilar fino, la vida es un constante via crucis, es caminar como Cristo (en el sentido de "como el, a semejanza") que no es lo mismo que caminar con Cristo, como le dijo a San Pablo  "No temas. Sigue predicando y no te calles. Yo estoy contigo. Nadie pondrá la mano sobre ti para dañarte..."

"Ustedes lo saben bien, las penas dan a luz al reposo,  a las  aflicciones siguen las alegrías y los gemidos amamantan los placeres del alma. Los desfiladeros estrechos dan lugar a los espacios libres; hambre, ayunos y gargantas cerradas originan coros eternos; sed y boca quemante hacen que surja el agua para la Vida eterna, cómo dice el Señor (Jn 4,14). Con las palabras del salmista “Los que siembran entre lágrimas, cosechan en la alegría” (Sal 125,5).

Así como le vida, el mundo te exige resultados solo hay una puerta para buscar auxilio en la desesperación. Lo escuchaste o tal vez lo dijiste: las personas buenas no deberían sufrir y las malas deberían pagar sufriendo. El dolor no elige entre buenos y malos, la vida nos presenta el dolor a todos; no es un castigo y la ausencia de dolor no es un premio, ni siquiera es posible evitarlo. 

A veces pareciera que es injusto el dolor en algunos casos y creo que pensarlo así, nos aleja de la posibilidad de acercarnos y aprender de él. Porque el dolor es eso, el empujón de la vida para crecer, aprender, aceptar, trascender, para crear. No es justo ni injusto; solo es; es parte de ser humanos, alumnos de esta vida.

Cuando estes renegando por los golpes de la vida pensando «porque a mi con lo buena persona que soy», «no molesto a nadie», «no le hago mal a nadie».., recordá que nadie pasa por la vida, sin encontrarse de frente con el dolor. 

No lo uses para lamentarte ni para compararte ni para enojarte, usalo para transformarte y ser mas noble, virtuoso, virtuosa, más fuerte, mas resiliente. 

No se nos invita a olvidar el dolor, sino a reconocerlo como parte de esa alegría imperturbable de la presencia de Cristo que vence incluso a la muerte más terrible. Feliz memoria la que recuerda tal inamovible verdad. 


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Evangelio de San Juan 16, 20-23 | Con textos de San Teodoro el Estudita.

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