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Mostrando las entradas de mayo, 2025

La hospitalidad de Dios

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La liturgia católica nos pone hoy el Evangelio de San Lucas 1,39-56 que relata la visita de la Virgen María a su prima Isabel, la madre de Juan Bautista.  La Visitación es también el encuentro de dos embarazos milagrosos. Ambas mujeres comprendieron el misterio más profundo que se desplegaba en su abrazo. El abrazo entre ambas resume toda la historia de la salvación. Del Dios que elige al improbable y al pequeño, que puede convertir lo imposible en realidad innegable. Del cumplimiento de todas las promesas atravesando el pequeño cuerpo de una joven. El fin del pecado y de la muerte. La increíble, gratuita hospitalidad de Dios que entra en nuestro mundo, quiere ser recibido en él y al mismo tiempo se convierte en nuestra casa. La carta de San Pablo a los Romanos describe actitudes y gestos que repiten el abrazo de María e Isabel " Amen con sinceridad. Tengan horror al mal y pasión por el bien. Amense cordialmente con amor fraterno, estimando a los otros como más dignos. Con sol...

Hablemos de dolor y paciencia

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En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: " Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo. La mujer, cuando va a dar a luz, siente angustia porque le llegó la hora; pero cuando nace el niño, se olvida de su dolor, por la alegría que siente al ver que ha venido un hombre al mundo. También ustedes ahora están tristes, pero yo los volveré a ver, y tendrán una alegría que nadie les podrá quitar. Aquél día no me harán más preguntas. " (Jn 16, 20-23) Paciencia es la palabra que le cabe al evangelio de hoy. ¿La vida es caminar y tener una nube negra encima de la cabeza? A veces parece que si. "El mundo te exige resultados: no le cuentes a otros tus dolores de parto, muestrales el niño" decía Indira Gandhi. Si uno se pone a hilar fino, la vida es un constante via crucis, es caminar como Cristo (en el sentido de "como el, a semejanza") que no es lo mis...

Obedecer es amar

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Jesús dijo a sus discípulos: " Dentro de poco, ya no me verán, y poco después, me volverán a ver". Entonces algunos de sus discípulos comentaban entre sí: "¿Qué significa esto que nos dice: 'Dentro de poco ya no me verán, y poco después, me volverán a ver'?. ¿Y que significa: 'Yo me voy al Padre'?". Decían: "¿Qué es este poco de tiempo? No entendemos lo que quiere decir". Jesús se dio cuenta de que deseaban interrogarlo y les dijo: "Ustedes se preguntan entre sí qué significan mis palabras: 'Dentro de poco, ya no me verán, y poco después, me volverán a ver'. Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo. " Hace unos días les decía: " les digo la verdad: les conviene que yo me vaya, porque si no me voy el Espíritu Santo no vendrá a ustedes. Si me voy se los enviaré ."  Las palabras de Jesús, pronunciadas ...

El Espíritu de la Verdad

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En los inicios de la Iglesia, San Pablo fue a Atenas a llevar la palabra, recorriendo la ciudad  miraba cada uno de los dioses que tenían los atenienses y les dijo mientras me paseaba mirando los monumentos sagrados que ustedes tienen, encontré entre otras cosas un altar con esta inscripción: 'Al dios desconocido'. Ahora, yo vengo a anunciarles eso que ustedes adoran sin conocer. El Dios que ha hecho el mundo y todo lo que hay en él no habita en templos hechos por manos de hombre, porque es el Señor del cielo y de la tierra . Cuando estamos rodeados de ídolos que muchas veces se consideran como lo más real, pero que, por el propio ambiente de relativismo en el que vivimos, no tienen ninguna sustancia. Pueden ser el placer, el dinero, “mi verdad”, los sentimientos…  ídolos que se esfuman con la misma velocidad con la que llegan. Vivimos en un mundo de grandes contradicciones entre el sentimentalismo y una cultura de muerte que no se detiene ante atentados contra la vida como so...

Contra los que odian

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Y en estas idas y venidas ensamblar lo que uno desarrolla en la política con la vida de hijos de Dios, a veces parece un contrasentido, como que son dos mundos paralelos. Miremos la esencia de Jesús; la esencia de sus acciones, de sus mensajes; las peleas silenciosas con los poderosos de entonces.  En el mundo que nos ha tocado vivir -que no difiere tanto del que conocieron los primeros discípulos del Señor- a veces puede resultarnos complicado llevar una vida coherente con nuestra identidad de hijos de Dios que buscan poner a Cristo en la cumbre de toda actividad humana. La homilía del Arzobispo de Buenos Aires Jorge García Cuerva ─en ocasión del 25 de Mayo, recordatorio del primer gobierno patrio y el alejamiento del corona española, que marcó el inicio de un proceso de independencia que culminó años más tarde─ fue un llamado a la pacificación, planteó un duro escenario social y cuestionó el terrorismo en las redes sociales . Más precisamente, García Cuerva cuestionó a quienes "...

Hablemos del Espíritu Santo

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El Evangelio comienza con una afirmación «El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él.» Jesús no está hablando solo a sus discípulos; nos está hablando a nosotros, aquí y ahora, con todas nuestras complicaciones, rutinas y agendas. A veces creemos que amar a Jesús es solo cuestión de rezar, ir a misa o tener una medalla o un crucifijo colgado al cuello. Pero Él lo deja claro: amar es guardar su palabra, es vivirla sin escándalo ni teatro, desde lo cotidiano.  Jesús dice que nos deja la paz, pero no como la da el mundo. Y tiene razón. La paz del mundo a veces es silencio obligado, indiferencia disfrazada de respeto o evasión de los conflictos. En cambio, la paz de Jesús es presencia. Una calma que no huye del dolor, sino que lo abraza sin desesperarse.  Es la que nos permite respirar hondo cuando las cosas no salen, y volver al día siguiente con una sonrisa sincera.   La Paz de Cristo es otra cosa: es vivir en Dios en med...

Cuesta arriba

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«Si el mundo los odia, sepan que antes me ha odiado a mí. Si ustedes fueran del mundo, el mundo los amaría como cosa suya. Pero como no son del mundo, sino que yo los elegí y los saqué de él, el mundo los odia. Acuérdense de lo que les dije: el servidor no es más grande que su señor. Si me persiguieron a mí, también los perseguirán a ustedes; si fueron fieles a mi palabra, también serán fieles a la de ustedes. Pero los tratarán así a causa de mi Nombre, porque no conocen al que me envió.» La propuesta de Jesús es escandalosa para una sociedad centrada en el beneficio inmediato. Amar a los enemigos, perdonar setenta veces siete, poner la otra mejilla… Todo eso suena débil para un mundo que idolatra el éxito y el poder. Pero cuando alguien elige la mansedumbre, la paciencia o el servicio sincero, sin cámaras ni likes, algo se rompe en esa lógica. Y no todos están listos para soportarlo. De ahí nacen algunas burlas, críticas o distancias. Pero lo importante es entender que ese rechazo no ...

Permanecer en el amor de Dios

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En la ultima cena, con todo el peso de saber lo que se le venía encima le dijo a sus discípulos mas cercanos, los primeros, diría « Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto .» (San Juan 15, 9-11) Permanecer en ese amor implica compromiso. No es algo que sucede sin querer. Requiere intención, vigilancia y una apertura constante al otro. es fácil distraerse con las tareas, los planes o incluso con los propios problemas. Pero si no partimos del amor de Jesús, todo se convierte en esfuerzo vacío. Es esencial guardar los mandamientos de Jesús, que Él mismo ha practicado antes de predicarlos: la oración continua, las buenas obras hechas cara a Dios, el perdón a los enemigos, la pureza de corazón, la mirada limpia, la atención a las necesidades del otro co...

Jesús es la vid, nosotros las ramas

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Evangelio de San Juan 15, 1-8 Nuestro Evangelio de hoy está tomado del relato de Juan sobre las palabras de Jesús a sus discípulos la noche antes de morir. En sus últimos momentos, Jesús trata de asegurarles que, incluso más allá de su muerte y resurrección, permanecerá profundamente unido a ellos. La imagen que ofrece de la vid y los sarmientos expresa maravillosamente la cercanía de esta comunión, no sólo con sus apóstoles, sino con cada uno de nosotros. Del mismo modo que los sarmientos no pueden sobrevivir separados de la vid, tampoco nosotros podemos vivir verdaderamente sin permanecer unidos a Cristo, fuente de nuestra vida. Por el bautismo hemos sido injertados en Cristo, como una rama en una cepa, y ahora somos como sarmientos suyos. Se puede decir que por las venas de nuestra alma circula la vida de Cristo, la vida sobrenatural. Sin embargo, a menudo somos nosotros los que rompemos esa conexión. Nos convencemos de que podemos arreglárnoslas solos, confiando en nuestras pro...

Hablemos de paz

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Evangelio de  San Juan 14,27-31 La paz ¿es un concepto abstracto? ¿Qué quiere decir, estar en paz con Dios, sino querer lo que él ordena y no desear lo que prohíbe? Para Jesús, la paz es mucho más que el fin de la hostilidad; es un don profundo y duradero que toca el núcleo mismo de nuestro ser. Su paz no es externa o temporal, dependiente de circunstancias cambiantes; es eterna e interna. Es una serenidad arraigada que brota de la unión con Dios. La vida del hombre es un camino que puede llegar a distintos puertos, a distintos finales. Lo importante es que nuestro camino termine en Dios. Pero, durante este caminar debemos luchar contra algunos espejismos que se nos presentan agradables y atractivos, pero que nos conducen hacia la angustia y el miedo, que nos separan de nuestra meta. Estos espejismos son los del placer, los del culto al propio yo, los de la sensualidad o los de la pereza, que nos apartan del verdadero camino y de la verdadera fuente de la paz interior: el amor a Di...

Amor y obediencia son inseparables

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La lectura del Evangelio de hoy comienza con una afirmación sorprendente: "El que tiene mis mandamientos y los cumple, ése es el que me ama". Aquí, Jesús deja claro que el amor y la obediencia son inseparables. No son fuerzas opuestas, sino dos expresiones de la misma realidad; dos caras de la misma moneda. El verdadero amor a Dios se manifiesta no sólo en palabras o sentimientos, sino en el compromiso voluntario de vivir según su voluntad. La obediencia, lejos de ser una fría sumisión a las normas, se convierte en una respuesta viva al amor. En el mundo actual, a menudo vemos la ley y el amor como opuestos. La ley se ve como algo rígido e impersonal; el amor, como algo libre y emocional. Incluso al leer los Evangelios, podemos caer en la trampa de considerar a los fariseos como los legalistas estrictos, mientras imaginamos a Jesús como una figura puramente de amor, que descarta por completo la ley. Pero esto es un malentendido. Como dijo sabiamente el teólogo Peter Kreeft, ...

El mandamiento que cambia todo: ámense como yo los he amado

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Evangelio de San Juan 13,31-33a.34-35. Les comparto una reflexión del Papa Francisco en Regina Caeli del 19 de mayo de 2019 El Evangelio de hoy nos conduce al Cenáculo para hacernos escuchar algunas palabras que Jesús dirigió a sus discípulos en el “discurso de despedida” antes de su Pasión.  Después de haber lavado los pies a los Doce, Él les dijo: «Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros.» (Juan 13, 34). ¿Pero en qué sentido Jesús llama “nuevo” a este mandamiento? Porque sabemos que ya en el Antiguo Testamento, Dios había mandado a los miembros de su pueblo amar al prójimo como a sí mismos (Levítico 19, 18). Jesús mismo, a quién le preguntaba cuál era el mandamiento más importante de la Ley, respondía que el primero es amar a Dios con todo el corazón y el segundo amar al prójimo como a sí mismo (Mateo 22, 38-39).  Entonces, ¿cuál es la novedad de este mandamiento que Jesús encomienda a s...

Jesús, camino, verdad y vida es la luz de la conciencia

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Evangelio según San Juan 14,1-6. A lo largo de las lecturas de esta semana, Jesús nos ha ido revelando profundas verdades sobre sí mismo a través de imágenes sencillas pero poderosas. Nos ha dicho que Él es el Pastor, que guía y protege a su rebaño. Ayer declaró que Él es la Luz, que brilla en la oscuridad para guiarnos seguros a casa. Hoy nos ofrece una de sus afirmaciones más bellas y definitorias: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida". No se trata de meras metáforas, sino de revelaciones profundamente significativas, que nos ayudan a comprender quién es Cristo y cómo estamos llamados a seguirle. Jesús es el Camino - no sólo un guía, sino el camino mismo por el que llegamos al Padre. ¿Por qué es Él el único camino? Sencillamente porque así es como Dios, en Su sabiduría y amor, ha diseñado el camino de la salvación: que lleguemos a Él a través de Su Hijo. Más profundamente, la inmensidad de la brecha entre la humanidad y Dios es algo que nunca podríamos cruzar por nuestra...

Entre la duda y la fidelidad, una decisión diaria

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  San Juan 15,9-17 . « Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. » “Permanecer” es un verbo que parece difícil conjugar con el estilo de vida contemporáneo. ¿Se puede permanecer en un trabajo durante mucho tiempo? ¿Permanece contra viento y marea una relación de amistad? ¿Puede permanecer una promesa dada frente a las adversidades? ¿Permanecen los compromisos políticos con el electorado sobre los intereses partidistas? ¿Permanece el “sí, te quiero” para siempre? O ¿todo depende? Permanecer en ese amor, como Él lo pide, no es cuestión de emoción pasajera. No se trata de una chispa ni de un gesto ocasional, sino de una decisión diaria. Jesús habla de guardar sus mandamientos, y en concreto nos llama a vivir el mandamiento del amor. Es aquí donde muchas veces nos cuesta. Es fácil amar al que piensa como yo, al que me sonríe, al que me da la razón. Pero, ¿y al que interrumpe la reun...

Escuchar la voz de Jesús en tiempos de ruido

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Juan 10, 22-30 Era invierno en Jerusalén, y Jesús paseaba por el templo, en el pórtico de Salomón. No es un dato menor. El frío y la tensión de la fiesta de la Dedicación nos sitúan en un momento en que la esperanza del pueblo pendía de un hilo. En medio de eso, algunos se acercan a Jesús y, con tono casi desafiante, le dicen: “¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo claramente”. La escena no dista mucho de los interrogantes que hoy nos lanza el mundo: ¿Dónde está Dios? ¿Por qué no se manifiesta de forma más clara? ¿Qué sentido tiene la fe cuando la vida está llena de dificultades? Jesús no responde con fórmulas mágicas ni declaración rimbombante; Él habla de una relación: “Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen”. En esa frase hay una ternura inmensa. No se trata de doctrina vacía ni de promesas abstractas, sino de cercanía, de una voz que se reconoce en medio del ruido. En medio del estrés de todos los días, cuentas que hay que pa...

La puerta que no encierra, sino que libera

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“Yo soy la puerta; si alguno entra a través de mí, se salvará” Él no se presenta como un muro, ni como un guardia, ni como un juez. Se describe como una puerta abierta, accesible, pero también clara. Por esa puerta se entra para encontrar vida, cuidado, sentido. No todas las puertas conducen al mismo lugar, y eso lo sabemos bien en la vida diaria. Algunos caminos parecen prometer libertad, pero nos dejan vacíos. Jesús, en cambio, ofrece una vida en abundancia, no por imponerla, sino por proponerla. Hay muchas voces que nos llaman! Algunas prometen éxito rápido, otras nos manipulan con miedo o nos adulan para llevarnos a lugares donde no queremos estar. Saber distinguir la voz del buen Pastor es crucial. Él no grita, no confunde, no obliga. Su voz es familiar, suave, firme. Es la que nos recuerda quiénes somos y nos invita a no conformarnos con una vida mediocre. Jesús dice que el que entra por Él “entrará y saldrá, y encontrará pastos”. Esta frase parece insignificante, pero es bellísi...

Escuchar su voz en medio del ruido

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“ Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen ”. Estas palabras parecen simples, pero llevan una fuerza enorme para la vida de cada uno de nosotros. En un mundo donde todo el tiempo hay ruido —en la calle, en las redes, en los noticieros—, distinguir la voz de Jesús no es tarea fácil. Y, sin embargo, es justo esa voz la que nos da paz, sentido y dirección. La voz de Jesús no grita ni se impone. Es como la brisa suave que escuchó Elías en el monte. A veces se parece a esa intuición buena que sentimos en el pecho. Otras veces, se hace presente en una palabra de consuelo que nos regala alguien en la parroquia o en la comunidad. Para reconocerla, hace falta tener el oído afinado y el corazón dispuesto. Jesús no solo dice que sus ovejas lo escuchan, sino que también afirma: “ yo las conozco ”. Y esto es mucho más que saber nuestros nombres. Conocer en la Biblia implica entrar en una relación profunda, íntima, viva. Es como si Jesús dijera: “ yo sé lo que te pesa, lo que te ...

Hablemos de comunión

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 Todos sabemos que, de algún modo, uno se transforma en aquello de lo que se alimenta: si ha leído determinadas cosas, esas han conformado su corazón y su cabeza; si ha cultivado determinada música o ha contemplado tal aspecto de la naturaleza, su sensibilidad se ha conformado con lo que ha experimentado. Determinado alimento da una vitalidad concreta al cuerpo.  Y así, Dios ha querido morar en nosotros transformándonos por medio del Cuerpo y la Sangre de Cristo: ¡y hacernos así partícipes de su naturaleza divina! (2 P 1,4). Conscientes de esto, nos acercamos a este sacramento con todo el agradecimiento y reverencia de que somos capaces, con la firme convicción de que cada vez que comulgamos dejamos a Cristo que se implique de una forma más íntima y estrecha en toda nuestra existencia. Decía Santa Teresa de Calcuta  La santa comunión, como la palabra misma implica, es la unión íntima de Jesús con nuestra alma y nuestro cuerpo. Si queremos tener la vida y poseerla abundant...

Cuanto de Dios y cuanto de bestia tiene el hombre

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En una de las tantas discusiones que tuvo Jesús con los del sanedrin les recordó las palabras del profeta Miqueas " Ya se te ha dicho, hombre, lo que es bueno y lo que el Señor te exige: Tan sólo que practiques la justicia, que sepas amar y te portes humildemente ante tu Dios "  A veces, nos encontramos con personas que hablan de la voluntad de Dios, de que quieren cumplir la voluntad de Dios en sus vidas. Lo desean sinceramente. Y se queda uno con la impresión de que es como si Dios tuviese un plan detallado de lo que cada uno de nosotros debe hacer en su vida.  En ese razonamiento, no se trataría solo de que Dios tiene ya pensada nuestra vocación concreta, sino que incluso va más allá: que detalla lo que tenemos que hacer minuto a minuto en nuestra vida, lo que tendríamos que hacer hoy y mañana y pasado para ser fieles a su voluntad. Lo nuestro no sería más que ir cumpliendo con ese plan detallado. Para eso hay que discernir y preguntarse continuamente qué es lo que Dios qu...

Jesús, la luz que no se apaga

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Hay palabras que escuchamos tantas veces que corremos el riesgo de no detenernos a saborearlas. Una de ellas es esta: «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único». Cada vez que leemos este pasaje de Juan, deberíamos quedarnos quietos un momento, como quien escucha algo que cambia el curso de su vida.  La entrega de Jesús no fue solo un acto del pasado; es una realidad viva que sigue tocando la puerta de nuestra historia personal. A veces creemos que el amor de Dios es un premio para los buenos. Sin embargo, Jesús vino a poner luz en los rincones más oscuros de nuestras vidas. Aunque Satanás se prende con garras de nuestras debilidades y nos sentimos incapaces de escapar, de cambiar las cosas, Jesús sigue siendo la luz que no se apaga. Y mientras sigamos caminando hacia esa luz, mientras sigamos eligiéndola una y otra vez, nuestras vidas se volverán también luz para otros. Las buenas obras mantienen limpios los ojos de la fe y nos permiten ver y agradecer el amor que Dios t...