10 de febrero de 2013

Retiro espiritual


5º Domingo, T.O. -C- San Lucas 5, 1-11

También a nosotros el Señor nos pide que nos apartemos un poco de las cosas de la tierra para estar con Él, que hagamos el esfuerzo de remar dentro de nosotros mismos y, echando la red sobre el tapete veamos las acciones de nuestra vida, qué hemos de quitar y qué hemos de mejorar. Conocernos más y sobre todo adentrarnos en el conocimiento más profundo de Dios.

No podemos conformarnos con navegar por los días a nuestro ritmo, en la superficie. Necesitamos profundizar en los grandes temas de nuestra vida: nuestra existencia, la vida de la gracia, el pecado, el amor que Dios nos tiene, la Eucaristía, las virtudes teologales, nuestras disposiciones, nuestras obras... Pero para eso es necesario bogar hacia mar adentro, en alta mar, lejos de nuestro terreno -de nuestro lugar habitual-, sin las amarras de nuestra apreciación o de nuestros gustos, para ver lo que Dios quiere. Es necesario, por tanto, hacer cada año unos días de retiro espiritual. Allí podremos ver, con la luz del Espíritu Santo y en la conversación sincera con el Director espiritual, qué espera Dios de nosotros. No nos quedaremos entonces en lo negativo, ni en lo que sólo tiene una importancia relativa, porque podremos observar los sucesos con perspectiva, sin apasionamiento, sin miedos, con sentido de eternidad.

¿Por qué esa falta de fruto en nuestra vida o esa visión negativa, pesimista, falta de fe? Es preciso profundizar, descubrir las raíces y los motivos de nuestras acciones, hacer examen, descubrir lo que nos pasa y por qué. Y actuar por su Palabra, según Él nos indica, dispuestos a obedecer, a dejarnos dirigir por Él. Sólo así el fruto será fecundo y alegre.
Tú, Señor, me buscas para decirme hacia dónde tengo que dirigir mi barca y qué ritmo he de llevar. Me esperas en ciertos momentos para hablarme con mayor hondura. Procuraré ir a la soledad, donde hablas al alma, y yo te puedo escuchar mejor.
Fraternalmente, paz y bien



Huellas de Javier Martinez García

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