3 de febrero de 2013

Disposiciones interiores


Domingo 4, Tiempo Ordinario, San Lucas 4, 21-30

Los contemporáneos de Jesús se percataban de que les hablaba al corazón de parte de Dios. Sus enseñanzas afectaban al hombre por entero. Había que creer en Jesús, y para facilitarlo, Él hacía los milagros. Pero en esta ocasión no hizo ninguno porque encontró una mala disposición en los corazones: no estaban dispuestos a creerle, ni aunque vieran milagros. Al hacérselo notar, ellos le echaron fuera de su ciudad. Jesús era y seguirá siendo inevitablemente signo de contradicción: o se está con Él o contra Él.

He aquí la profundidad del corazón humano, que se cierra a la luz de la verdad, que conscientemente expulsa de su vida a Dios. El ateísmo y el agnosticismo, tanto teórico como práctico (el cristiano que no practica es agnóstico), supone una decisión consciente de rechazar la inclinación religiosa que anida en todos. Es cierto que cada uno está influido por circunstancias culturales, psicológicas e incluso fisiológicas; pero también es verdad que el Espíritu Santo habla con gemidos inenarrables dentro del corazón humano. Todos tenemos la obligación de buscar la verdad en lo que se refiere a la verdadera religión y, una vez conocida, seguirla.

Antes de convertirse al catolicismo, el cardenal Newman era una gran autoridad de la iglesia anglicana y por su posición percibía una suma considerable de libras. Alguien le preguntó por qué se había convertido, renunciando a esa posición económica, a lo que contestó: «Nunca he pecado contra la luz».

Oremos juntos
Quiero ser sincero, Señor, delante de Ti. Estoy dispuesto a reconocer la verdad aunque eso suponga tener que cortar o cambiar. No quiero echarte de mi ciudad, al contrario, quiero que seas el centro de mi mundo interior. Amén
Fraternalmente, paz y bien



Textos del P. Jesús Martínez García

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