El esplendor de la verdad
En medio de un gran resplandor, Jesús -Luz de los hombres- habla con Moisés y Elías, que representan respectivamente la Ley (la moral) y los profetas (la doctrina). Jesús vino a darnos la vida divina a través de su muerte y de los sacramentos que instituyó, y a darnos la luz, el sentido de nuestra vida. Quien le sigue no camina a oscuras, quien no le ha escuchado o no quiere escucharle no acierta en sus decisiones vitales. Ahí están tantas filosofías antiguas y modernas, incapaces de explicar qué es el mundo, quién es el hombre y quién es Dios.
«Splendor veritatis», así se titula una encíclica del Papa Juan Pablo II, porque la verdad es bella, es esplendorosa, atractiva para todo hombre de buena voluntad. En última instancia el hombre de buen corazón es aquel que busca la verdad, ante ella humilla su razón, la admite, y procura cumplir la Ley que descubre en su corazón. Hay una grave obligación de todo hombre de buscar la verdad en cuanto a Dios y su Iglesia y, una vez conocida, seguirla.
Jesús departía con Moisés y Elías sobre su Pasión. Cristo en la cruz será el arco voltaico, el relámpago de Dios, el faro que ilumina el sentido de nuestro andar; y la fuente de la que mana la vida sobrenatural. El hombre ha nacido para entregarse a Dios, para obedecerle y amarle, aunque le suponga sacrificio, incluso la muerte.
Ser cristiano no puede ser un mero título que aparece en el documento de identidad junto al grupo sanguíneo, significa un modo de vida, precisamente el que Dios ha querido para los hombres: amarle, dar la vida día a día por El, según la fe y la moral que Jesús nos enseñó. El premio es el cielo, pero hora hay que recorrer el camino de la obediencia, del amor, del sacrificio.
Hoy nos abres la puerta del Cielo y por esa rendija dejas entrever el premio. Señor, auméntanos la virtud de la esperanza, seguridad que nos ayuda a vivir ahora como Tú deseas. Procuraremos conocer mejor lo que nos has enseñado y ponerlo en práctica.Fraternalmente, paz y bien
Textos: Jesús Martínez García
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