La paz es un don de Dios...


... y al mismo tiempo una tarea de todos, decía Juan Pablo II... Nada se busca hoy, nada se anhela tanto, como la paz. La paz para el mundo, la paz para nuestras familias, la paz para cada uno de nosotros.

Pero hay varias clases de paz: la paz de los cipreses del cementerio; la paz de los silencios; la paz envuelta en el canto de los pájaros... Ninguna de ellas es comparable a la paz que produce en el interior de todo hombre, de saber que en su vida se está cumpliendo la voluntad de Dios.

“Tremendo contraste entre el crepitar del fuego en su comienzo y la paz de la ceniza” decía José Luis Coll; la energía que uno pone en sus actos cotidianamente en la línea recta trazada por el Señor, concluye en el placer de la paz... porque entonces, la vida cobra sentido, la vida tendrá fundamentos, estará asegurada, se halla pacífica.

Cuando todo se halla en su sitio, cumpliendo con su función, es cuando se goza de paz; si todo en mi se halla ordenado según la voluntad del Creador, podré gozar de una profunda y auténtica paz interior.

Bendiciones, paz y bien


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