Señor, quiero agradarte

Paz y bien en el Señor y en su Santísima Madre!

Agradar a Dios parece cosa fácil, podríamos decir que es cosa de serle fieles o ser buenos, cumplir sus mandamientos, todas verdades pero un tanto abstractas que siempre conviene traducir a las realidades cotidianas para confrontar con la propia vida y corregir lo que no anda bien.

Así, lo primero a definir es que cosa le agrada a Dios que cosas no. Lo primero que se me ocurre en la oración, es que el Señor quiere que le prestemos atención; es decir, no le agrada que andemos escuchando muchas voces, sino sólo la suya y en cuanto a referencia de valor, y es celoso de su posición, no dispuesto a compartirla de modo alguno.

Y ubicando su lugar de referencia se yerge como fuente de toda santidad y confianza, que tampoco acepta compartir (Jr 17, 5).

Veamos en su palabra, que cosas le agradan:

~ Que pidamos sabiduría, en vez de plata, lujos y esas cosas que se acaban (1 R 3, 10)
~ Que seamos personas derechas, sin vueltas, correctas y sinceras (1 Cro 29, 17)
~ Que nos preocupemos por la justicia antes que los ritos y sacrificios ( Sal 69, 31; Mq 6, 7; Hb 10, 7; Is 58)
~ Que seamos honestos (Pro 11, 1)
~ Que estemos siempre alegres en él (Flp 4, 4)
~ Que seamos sencillos, con un corazón puro (Mt 11, 25-26)
~ Que dediquemos nuestra vida a cumplir su voluntad (Mt 12, 18; Jn 8, 29) con un respeto reverencial hacia él (Hch 10, 35)
~ Que dejemos atrás todas las cosas de pecado y vivamos con los ojos y todas nuestras expectativas en las delicias del Espíritu (Rm 8, 8)
~ Que seamos fieles, haciendo todas la tareas que nos toquen realizar por amor a él, dando gracias por todo, para que viendo nuestras buenas obras glorifiquen al Padre que está en los Cielos (Col 3, 23; Ef 6, 6)
~ Que demos frutos abundantes de ese amor que recibimos de él (Col 1, 10)
~ Que perseveremos más allá de los momentos gratos, aún en medio de persecusiones, malos tratos o ataques, respondiendo siempre con el bien (1 Ts 2, 14-15)
~ Que busquemos cada día aprender más y progresar en el camino de la fe (1 Ts 4, 1)
~ Que seamos valientes, dispuestos al heroismo por amor (Hb 10, 38)
~ Que nuestra fe sea genuina, traducida en obras concretas (Hb 11, 6)
~ Que hagamos bien sin mirar a quien y nos ayudemos mutuamente como una Iglesia instrumento de salvación (Hb 13, 16)

Veamos en su palabra, que cosas no le agradan:

~ Las impurezas sexuales, la mentira, las malas palabras, todo lo que no edifica; que nos alegremos por el dolor ajeno, la avaricia y toda forma de injusticia (Is 59, 15)
~ La incredulidad y toda forma de perversidad (Mt 13, 58; Mc 6, 6 y 16; Mc 9, 19; Lc 9, 41; Mt 17, 17)
~ Que descuidemos a los que nos rodean, especialmente a los de nuestra familia (1 Tm 5, 8)
~ Toda clase de maldad (1 Sam 2, 9; Jb 15, 34; Sal 5, 4; 7, 11; 37, 28; Pro 10, 30; 12, 7; Is 3, 11)
~ Que seamos inconstantes, manteniendo una doble actitud (Stgo 1, 8; Ez 16, 30; 2 Pe 2, 14)
~ Le desagrada que profanen su Templo (Mt 12, 5)

Efectivamente a nuestro Dios le desagrada todo lo que puede dañarnos, porque es quien más nos ama y mejor. Le desagrada nuestra indiferencia, nuestro «postergar» la decisión de ser felices. Le desagrada que no aprovechemos su propuesta de salvación, de vida abundante, de paz, de alegría y plenitud. Llega a decir «No entristezcan al Espíritu Santo» porque Dios no se agrada con la muerte del pecador, sino con su conversión y libre de elección de la vida eterna en la presencia de Dios.

Agradar a Dios puede resultar a veces como una imposición, como algo tedioso, difícil, arduo, imposible. Quizás nos inculcaron que jamás podríamos saciar su nivel de exigencias, o que algunos pocos santos a duras penas sirvieron a Dios, a precio de una vida rodeada de tormentos. Lo cierto es que agradar a Dios está vinculado directamente con nuestra felicidad más anhelada, con nuestros deseos más perfectos y es más: buscando el Reino de Dios y su justicia todo lo demás nos será dado por añadidura; es que deleitándonos en Dios, el colmará todos los deseos de nuestro corazón (Sal 37, 3-4) y esto si es verdad, porque es palabra de Dios y su promesa.

Pensar al modo de Dios, estar en su linea, permanecer en el Camino es cuestión de oración, de seguir una labor pastoral en la Iglesia y perseverar aún cuando las emociones flaquean o el ánimo tambalea, recibiendo de la gracia que el Señor nos regala en forma continua, por medio de su Espíritu Santo.

Así es, Dios está con nosotros, su Espíritu sigue alentándonos, inspirándonos toda buena decisión, toda obra de amor, toda reconciliación, toda búsqueda de salvación y liberación para cada forma de injusticia y opresión. El Espíritu de Dios está presente y obra sus maravillas entre su pueblo, hoy como siempre.

Hacer su voluntad, agradarle, es realmente lo mejor que se nos puede ocurrir. Seamos libres, seamos felices, seamos santos, agrademos a Dios.

Que el Señor los bendiga,

Claudio


Daniel D'Agostino


Comentarios

  1. Gracias por este conciso pero completo y certero recuerdo. ABRAZOS.

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  2. Es verdad todo este proyecto de vida,cuando la vida se toma en serio buscamos dentro de nosotros allí en lo intimo de nuestro ser que es realmente lo que Dios quiere de nosotro es en esa oración profunda de intimidad con el Señor que seremos capaces de decirle que harias Tú en mi lugar gracias por la meditación de este dia ayuda mucho arebizarme muchas gracias muy unidos en oración mi oración por ti un abrazo

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  3. Le felicito Claudio por la gran lista de las cosas que le agradan al Señor, pero estoy segura que en su misericordia cierra los ojos para no ver las que no de agradan y siempre dándonos un margen de confianza: No todo está perdido, mi vocación surgió de estar en una lista de cosas que no le agradaban al Señor y ahora él es mi esposo.
    Con ternura
    Sor.Cecilia

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