El cielo del Padre incluye a todos sus hijos
Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre! Una de las señales típicas de un corazón cristiano es el deseo de inclusión , el deseo de estar finalmente en comunión con cuanta más gente mejor, el anhelo de tener a todos contigo en el cielo sin exigir que lleguen a ser idénticos a ti para llegar allá. Lamentablemente, sentimos con frecuencia la tendencia a la actitud opuesta, aunque nos cueste admitirlo. Nos gusta tener un concepto de nosotros mismos como de gente de buen corazón, de gran compasión y que intenta amar como Jesús, pero, por dentro de nuestras actitudes y de nuestras acciones, se esconde con demasiada fuerza esto: Nuestro amor, nuestra verdad y nuestro culto se basan con frecuencia, de modo inconsciente, en declararnos santos y justos declarando a los demás pecadores. «Solamente puedo ser bueno, si algún otro es malo». «Solamente puedo tener razón, si algún otro está errado». «Mi dogma personal solamente puede ser verdadero, si el de algún otro es falso». «Mi rel