El poder de la alabanza


¡Paz y bien a todos!

El Señor en la oración de la mañana, me mostró -nuevamente- su deseo de que expresemos con gratitud las maravillas que hace en nosotros, hacer ciertas en nosotros las palabras de San Pablo, ya no soy yo, sino Cristo que vive en mí.

“El pueblo que yo he formado cantará mis alabanzas”. (Is 43.21). Cuando se canta el salmo 22, diciendo que Dios habita en la alabanza, se está recordando todas y cada una de las veces que se refleja el poder de la alabanza en la vida diaria. El texto de Hech 16,19-31 que narra que Pablo y Silas son apresados y luego liberados, da una gran confianza en lo que la alabanza es capaz de conseguir y cómo el Señor actúa en la alabanza, en especial, cuando el peso de los sucesos diarios te encarcelan. La alabanza se manifestó en ellos con poder: “De repente vino una sacudida tan violenta que temblaron los cimientos de la cárcel, las puertas se abrieron de golpe y a todos se les soltaron las cadenas”. Es decir, he aquí cómo se manifiesta el poder de la alabanza: Hace temblar los cimientos . Abre las puertas . Suelta las cadenas.

LA ALABANZA HACE TEMBLAR LOS CIMIENTOS.

En la época de Pablo, las cárceles estaban incrustadas en la montaña. Así pues, cuando el texto habla de que vino una sacudida tan violenta que temblaron los cimientos de la cárcel, se estaba refiriendo a los cimientos de la montaña. El poder de la alabanza es capaz de remover los cimientos de una montaña. Y si es así, ¿cuánto más fácil será remover nuestros propios cimientos? Por medio de la alabanza se podrán remover los cimientos. Debemos acojer el consejo de San Pablo al guardián de la cárcel: “Cree en el Señor Jesús y os salvaréis tú y tu familia”.

LAS PUERTAS SE ABRIERON DE GOLPE

La segunda característica del poder de la alabanza es que las puertas se abren. En medio de las dificultades, cuando las puertas se cierran y no se pueden solucionar los problemas que nos aquejan, hay que recurrir a la alabanza para que las puertas se abran y podamos vez la luz, como sucedió con Palo y Silas. Seguro es que el Señor está de nuestro lado y que la alabanza a El tiene poder para derribar las puertas. Si la alabanza abre la puerta, es porque nuestra fe, expresada por la alabanza, lo ha logrado.

Y A TODOS SE LE SOLTARON LAS CADENAS

La alabanza libera, suelta las cadenas. Pero para soltar las cadenas hay que ser fiel a EL, sin claudicar, dejándose llevar de la mano del Señor, siguiendo el camino que Jesús ha mostrado como el Señor y centro de nuestra vida, lo que permite que la alabanza fluya en forma espontánea. La alabanza es una oración, un grito de guerra que no te hace indiferente con la realidad que te rodea y que te invita a luchar.

El grito de alabanza que es una explosión del alma que parte del espíritu, que actúa en primer lugar de umbral y, en segundo lugar, da la victoria a quien alaba. El grito de alabanza es la explosión del alma desde el espíritu, y no sólo explosión del alma a secas. La alabanza auténtica tiene como fruto gustar de las cosas de Dios. Dios quiere escuchar el grito de alabanza del hombre, que parte del propio Dios, y que remueve, a través del Espíritu Santo, el espíritu del hombre para dicha aclamación.

La Renovación Carismática Católica tiene un gran tesoro, que es la alabanza y una gran misión, decir a todos los movimientos espirituales y sectores de la Iglesia que todas sus obras son buenas, pero serán mejores aún si sus miembros alaban a Dios. La Renovación Carismática Católica trae el don de la alabanza que hace mover a la Iglesia, enseñándola que la máxima obra, sin entorpecer otras, es la alabanza. Con la alabanza, la Iglesia se pone en movimiento.

"Muchas más cosas podríamos decir y nunca, acabaríamos; en una palabra: Él lo es todo. Donde hallar la fuerza para glorificarlo? Que Él es el Grande sobre todas sus obras, temible es el Señor, inmensamente grande, maravilloso su poderío. Con vuestra alabanza, ensalzar al Señor cuanto puedan que siempre estará más alto, y al ensalzarle redoblen las fuerzas; no se cansen, que nunca será suficiente". (Eclo 43,27-30).

Que el Señor los colme de bendiciones!

Claudio C.



Fuente: RCC, Chile

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