El discernimiento espiritual - 3ª y última parte

¡Paz y bien en Cristo Jesús y en la Virgen María!

El discernimiento comunitario

1. Consiste en que un grupo de personas, unidas por un vínculo particular, quiere discernir la voluntad de Dios para realizar opciones que le ayuden a vivir la fe, la esperanza y la caridad, a la luz del compromiso con la Iglesia y con la sociedad.

2. Se trata de buscar, si la decisión que hay que tomar es conforme al proyecto evangélico y si responde a los tiempos de la Iglesia y a las exigencias de los hombres de nuestro tiempo.

3. Es una actitud de búsqueda desinteresada en la que cada miembro del grupo se siente corresponsable y colabora en la valoración de las mociones del Espíritu Santo para que el grupo como tal llegue a la decisión que agrade al Señor. El discernimiento comunitario puede aplicarse a una comunidad religiosa, aun grupo de oración o al compromiso evangélico.

Sus fundamentos

1. Lo primero es que cada miembro del grupo debe haber tenido una experiencia espiritual más o menos profunda. Supone una vida interior genuina que nos hace buscar la voluntad de Dios con libertad interior.

2. Es necesario haber vivido una experiencia fuerte de fe, tanto, personal como comunitaria. Experiencia que nos lleva al abandono en las manos de Dios, a la confianza en él; a la escucha de su Palabra de Dios que guía a las personas, a los grupos y a la historia. Dios interpela a la comunidad sobre su identidad y su misión apostólica. El grupo o la comunidad debe saber que todo don perfecto viene de arriba, de lo alto, viene de Dios. El discernimiento es espiritual y sólo puede lograrse con la ayuda del Espíritu Santo.

3. La oración tiene un lugar muy especial en el discernimiento espiritual. Oración, tanto personal como comunitaria. Oración humilde, llena de confianza filial con Dios, sintiéndose sus hijos y a la misma vez hermanos de los demás.

Condiciones psicológicas- espirituales

1. El propósito debe ser el buscar la voluntad de Dios Buscar el plan de salvación de Dios para todo el hombre y para todos los hombres, dentro y fuera de la Iglesia. Lo contrario es querer hacer prevalecer dentro del grupo la propia voluntad.

2. Es preciso purificarse de las pasiones, que pueden bloquear una auténtica relación interpersonal. Tales pasiones pueden ser la incomunicabilidad entre los hermanos, la envidia, los celos, la no participación en la alegría y en dolor ajenos.

3. Aceptar que los demás nos cuestionen, así como Dios a través de ellos. Esta disponibilidad nos desenmascara y descubre nuestros prejuicios y predeterminaciones. Nos ayudan a entender si buscamos el interés de Dios o nos buscamos a nosotros mismos.

4. Renunciar a toda autosuficiencia, a la pretensión de conocer en solitario la voluntad de Dios. Ésta se encuentra mediatizada por el testimonio y la experiencia espiritual de los demás, de la Iglesia y de la sociedad. Podemos encontrar la voluntad de Dios por medio de la experiencia, competencia y sensibilidad de los otros.

5. Dar cabida a los demás en uno mismo, en los propios puntos de vista y convicciones. Es una actitud de respeto a la persona de los demás, de sincera caridad evangélica, por encima de ciertas ideologías que dividen.

6. Es de vital importancia que el grupo o la comunidad se sienta parte de comunidades más bastas y de la Iglesia entera, viviendo sus orientaciones universales para no cerrarse en sí mismo.

El Padre Pío decía Yo invito a las almas a orar y esto ciertamente fastidia a Satanás. Siempre recomiendo a los Grupos la vida cristiana, las buenas obras y, especialmente, la obediencia a la Santa Iglesia.

Que el Señor los bendiga.

Claudio


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