8 de julio de 2012

Los obstáculos


Paz y bien

Domingo 14, ciclo B, Marcos 6, 1-6

El Señor encontró al comienzo de su ministerio público una gran resistencia en la aceptación de su mensaje. Algunos se admiraban, pero los prejuicios pudieron más que la evidencia. También hoy algunos miran con desconfianza a Jesucristo, a su Iglesia y sus enseñanzas. Esta reserva inicial, que puede ser una dura prueba para nuestra fe, no debe ni retraernos de seguir difundiéndola entre nuestros conocidos, ni acomodarla para hacerla más atractiva a una mentalidad permisiva.

La verdad tiene un enorme poder de convocatoria. Ella se abre paso por sí sola en la cabeza y el corazón de quienes la buscan sinceramente. Hemos de tomar ejemplo de Jesús quien, en aquella entrevista con Pilato donde parecía derrotado frente al poderoso escéptico, confesó: Yo para esto he nacido y para esto vine al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz (Jn 18,37).

La indiferencia religiosa lleva a muchos a vivir hoy como si Dios no existiera o a conformarse con una religión vaga, incapaz de enfrentarse con el problema de la verdad y con el deber de la coherencia. Es muy cómoda esa postura, es muy cómodo exigir a los cristianos que les demuestren la verdad, que carguen con la prueba, porque siempre uno se puede escapar aludiendo a casos históricos complejos, a personas que no han vivido su fe, o invocando que lo que pide la Iglesia en el terreno moral es contrario a lo que dice cierta psicología o a lo que hace mucha gente.

No nos dejemos impresionar por los obstáculos. Habrá dificultades, incomprensiones y hasta rechazos violentos, pero el éxito final está asegurado. En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo (Jn 16,33).

Señor, auméntanos la fe, la esperanza y la caridad, fortalécenos en las adversidades, para no dejarnos llevar por el desaliento.

Fraternalmente,




____
Huellas de Jesus Martínez García


† 
Dominus Providebit

Publicar un comentario

«Porque la boca habla de la abundancia del corazón.» (Mt. 12, 34) Por lo tanto, se prudente en el uso de ellas y recuerda que en este blog no se aceptan los comentarios anónimos.