Comprometerse
17º Domingo, ciclo B, Juan 6, 1 - 15
A veces nos preguntamos: ¿Por qué Dios no interviene en el mundo y arregla tal asunto? Deberían venir a nuestra memoria estas palabras: dadles vosotros de comer. Cuentan que un hombre se encontró a un niño enfermo en la calle, fue a la Iglesia y preguntó al sacerdote: ¿Por qué Dios no hace nada para ayudarle?, y el sacerdote le contestó: Ya lo ha hecho: que tú le encontraras.
Es muy fácil echar la culpa a otros, incluso echársela a Dios, ante las deficiencias que notamos. Lo que hemos de hacer es implicarnos nosotros, si es que podemos o debemos hacerlo. Implicarnos a fondo. Dicen que en un plato de huevos fritos con panceta, el cerdo se ha implicado mucho más que la gallina (poniendo su lomo).
Dios puede hacer milagros, pero normalmente no los hace, porque cuenta con las criaturas para resolver los problemas. Jesús iba a dar de comer a cinco mil personas, pero quería necesitar de los cinco panes y de los dos peces. No había más, pero era todo. Al darlos, aquel chico se quedaba sin su comida. Podía haberse quedado con algo, pero lo dio todo. Y entonces Jesús hizo el milagro que rompió todas las previsiones.
Por la naturaleza social de los hombres, Dios desea que unos evangelicen y ayuden a los otros. Podría hacerlo Él inmediatamente con cada uno, pero no ha querido hacerlo así. Por eso, ¡tantas cosas dependen de nuestra generosidad! Cuentan que un día le dijo el Señor a santa Teresa de Jesús: «Teresa, yo he querido, pero los hombres no han querido».
Hoy puede ser una buena ocasión para plantearme qué me estás pidiendo, Señor. ¿Cuánto te doy? ¿Me conformo con darte algo para que no me compliques la vida, o puedo tener corazón joven -como aquel muchacho- y poner a tu servicio mi tiempo y más cosas?
Fraternalmente,
†
Dominus Providebit
Huellas de Jesús Martínez García
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