6 de julio de 2012

La conciencia, sagrario del hombre

Paz y bien

En la unidad de cuerpo y alma, el hombre es una síntesis del universo, el cual alcanza en el hombre su cima más alta. Por su cualidad interior, por su interioridad, es el hombre superior al universo entero; y a esta profunda interioridad retorna cuando se mete dentro de si mismo, donde Dios lo aguarda.

Al afirmar en si mismo la espiritualidad y la inmortalidad de su alma, no es el hombre juguete de un espejismo ilusorio, sino que, por el contrario, toca la verdad más profunda de la realidad.
«La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre en el que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquella» (GS,16)
En lo más profundo de su conciencia descubre el hombre la existencia de una ley, que él no se dicta a si mismo. El hombre tiene una ley escrita por Dios en su corazón y esa ley es tan íntima que el hombre no puede desconocer, por más que tenga la triste posibilidad de acallarla y desoírla; siempre estará su conciencia reclamando la vigencia de esa ley.

Fraternalmente,





Dominus Providebit

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