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Mostrando las entradas de julio, 2012

Comprometerse

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Paz y bien 17º Domingo, ciclo B, Juan 6, 1 - 15 A veces nos preguntamos: ¿Por qué Dios no interviene en el mundo y arregla tal asunto? Deberían venir a nuestra memoria estas palabras: dadles vosotros de comer. Cuentan que un hombre se encontró a un niño enfermo en la calle, fue a la Iglesia y preguntó al sacerdote: ¿Por qué Dios no hace nada para ayudarle?, y el sacerdote le contestó: Ya lo ha hecho: que tú le encontraras. Es muy fácil echar la culpa a otros, incluso echársela a Dios, ante las deficiencias que notamos. Lo que hemos de hacer es implicarnos nosotros, si es que podemos o debemos hacerlo. Implicarnos a fondo. Dicen que en un plato de huevos fritos con panceta, el cerdo se ha implicado mucho más que la gallina (poniendo su lomo). Dios puede hacer milagros, pero normalmente no los hace, porque cuenta con las criaturas para resolver los problemas. Jesús iba a dar de comer a cinco mil personas, pero quería necesitar de los cinco panes y de los dos peces. No había m

Obediencia de María

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Paz y bien por San Alfonso María de Ligorio Por el amor que María tenía a la virtud de la obediencia, cuando recibió la Anunciación del ángel san Gabriel no quiso llamarse con otro nombre más que con el de esclava: "He aquí la esclava del Señor" . Sí, dice santo Tomás de Villanueva, porque esta esclava fiel ni en obras ni en pensamiento contradijo jamás al Señor, sino que, desprendida de su voluntad propia, siempre y en todo vivió obediente al divino querer. Ella misma declaró que Dios se había complacido en esta su obediencia cuando dijo: "... miró con bondad la pequeñez de su servidora" (Lc 1,48), pues la humildad de una sierva se manifiesta en estar pronta a obedecer. Dice san Agustín que la Madre de Dios, con su obediencia, remedió el daño que hizo Eva con su desobediencia . La obediencia de María fue mucho más perfecta que la de todos los demás santos, porque todos ellos, estando inclinados al mal por la culpa original, tienen dificultad para obrar el

Los defectos de los santos

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Paz y bien Tú también puedes ser santo... Dios te llama a través de lo diario, de lo cotidiano, de tus compañeros y maestros, de tus tareas, de tus problemas, éxitos y fracasos Algunos libros de vidas de santos han omitido las debilidades de sus protagonistas, probablemente porque temían que nos escandalizáramos al saber que fueron hombres y mujeres como nosotros. Pero precisamente es bueno comprobar que los que están en los altares no son de cera, ni de yeso, ni de plástico, sino, como todos los mortales, de carne y hueso, sufren dolores y tienen sus agobios; son personas comunes que tienen que tomar medicamentos o duermen mal o se distraen en la oración. Muchos libros han puesto a los canonizados tan distantes de nosotros, que lo único que podemos hacer es admirarlos. Los colocan tan lejos, tan arriba, tan cubiertos de ropajes incómodos y ostentosos, tan desligados de todo lo nuestro, que no hay forma de imitarlos. Estas biografías nos convencen que la santidad no es para

Cúmplase su voluntad

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Paz y bien Querer sólo lo que Dios quiere, es lo lógico para el que es de veras su amador... Fuera de sus deseos..., no existen deseos nuestros, y si existe alguno, ése, es que es conforme a su voluntad, y si no lo fuera, es que entonces no estaría nuestra voluntad unida a la suya... Pero si de veras estamos unidos por amor a su voluntad, nada desearemos que Él no desee, nada amaremos que Él no ame, y estando abandonados a su voluntad, nos será indiferente cualquier cosa que nos envíe, cualquier lugar donde nos ponga... Todo lo que Él quiera de nosotros no solamente nos será indiferente, sino que será de nuestro agrado. No sé si en todo esto que digo hay error; en todo me someto al que de esto entienda. Yo sólo digo lo que siento, y es que en verdad nada deseo más que amarle a Él, y que todo lo demás a Él lo encomiendo; cúmplase su voluntad. Cada día soy más feliz en mi total abandono en sus manos. Fraternalmente,  † Dominus Providebit ___ Textos de San Rafael A

Descanso

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Paz y bien 16º Domingo - B - Marcos 6, 30-34 El relato de la creación del libro del Génesis termina diciendo que Dios descansó de su trabajo, y en la Ley de Moisés se prescribía el sábado como día de descanso y de culto a Dios. La Iglesia señala el domingo como el día del Señor, día en que hemos de dejar el trabajo para poder alabar a Dios, sobre todo participando en la celebración Eucarística, descansar y dedicarnos a los demás. En sus tres años de vida pública, Jesús tenía jornadas agotadoras en las que recorría las aldeas y predicaba el Evangelio. Era muy necesario, y le daban pena las gentes porque andaban como ovejas sin pastor. Pero aun con todo, Jesús se reservaba largos ratos para la oración con su Padre, y también dejaba todo y se iba «con los suyos» a descansar. Por mucho trabajo que se tenga y por muy importante que sea, hay que descansar, al menos unas horas a la semana. No es sólo una necesidad humana, sino que el domingo es el día del Señor y hay que dedicar

Paciencia de María

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Paz y bien Si deseamos ser hijos de María es necesario que tratemos de imitarla en su paciencia. Dice san Cipriano: ¿Qué cosa puede darse más meritoria y que más nos enriquezca en esta vida y más gloria eterna nos consiga que sufrir con paciencia las penas? Dice Dios: "Cercaré su camino de espinas" (Os 2,8). Y comenta san Gregorio: Los caminos de los elegidos están cercados de espinas. Como la valla de espinas guarda la viña, así Dios rodea de tribulaciones a sus siervos para que no se apeguen a la tierra. De este modo, concluye san Cipriano, la paciencia es la virtud que nos libra del pecado y del infierno. Y la paciencia es la que hace a los santos. "La paciencia ha de ir acompañada de obras perfectas" (St 1,4), soportando con paz las cruces que vienen directamente de Dios, es decir, la enfermedad, la pobreza, etc., como las que vienen de los hombres: persecuciones, injurias y otras. San Juan vio a todos los santos con palmas en sus manos. "Después d

Los sonidos del silencio

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Paz y bien   Zacarías 2, 17 Ante un espectáculo grandioso, majestuoso, el silencio es la mejor expresión de nuestra admiración, el mejor homenaje que podemos rendirle, por confesar implícitamente que no hallamos palabras para expresar todo lo que sentimos y vivimos en ese momento. En nuestra oración reposada e íntima, con frecuencia deberemos recurrir al silencio; no un silencio inexpresivo y estéril, sino un silencio operante, de plenitud de Dios y de todas las cosas. El silencio es la palabra más plena, la más redonda, la que dice más, la que todos entienden, la que no necesita explicación, la que no se halla limitada por conceptos, la que Dios escucha mejor, con la que más se entienden los hombres. “Que todo ser se calle ante Yavé, pues se levanta y sale de su Santa morada” El silencio es el reconocimiento de la presencia del Señor, del respeto que se le debe y que nosotros expresamos de esa forma.  El silencio de la palabra, cuando habla muy profundo el corazón; el

Comunión, comunidad

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Paz y bien Romanos 12, 5 Para el cristiano, son pocas las realidades que revistan una proyección tan vital, como la de comunión . Y es que comunión y comunidad son dos términos que marchan al mismo ritmo teológico, tanto en la convicción, como en la vida del cristiano. Comunión es común-unión ; sin esa común-unión no puede existir la vida de la fe, la vivencia del amor. Solamente cuando lo mío se convierta en lo nuestro , Dios lo convertirá en lo suyo y solamente cuando lo mío sea lo suyo , lo de Dios, es cuando nos sentiremos elevados sobre nuestra propia naturaleza; pero insistamos, que lo mío llegará a ser lo de Dios solamente cuando haya pasado por la etapa de ser visto y vivido como lo nuestro , lo de todos. «Lo mismo nosotros, con ser muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo y dependemos unos de otros.» Y es que en la Iglesia todo sabe a familia; no a fuerza que estatice por ley y borre todas las desigualdades, sino a amor que busca la comunicación, la comuni

Criterios

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Paz y bien Mateo 7, 2 Alguien expresó varios pensamientos que no requieren comentarios... «Cuando otro actúa en cierta forma, es perverso... cuando tu lo haces, son nervios. Cuando es inflexible en su actitud, es obstinado... cuando tu lo eres, es solamente firmeza. Cuando les disgustan tus amigos, tiene algún prejuicio... cuando a ti te disgustan los suyos, simplemente tienes un buen criterio sobre la naturaleza humana. Cuando trata de ser complaciente, es adulador... cuando tu lo haces, estás demostrando tacto. Cuando tarda en hacer las cosas, es terriblemente lento... cuanto tu tardas años, eres cauto. Cuanto encuentra defectos, esta chiflado... cuando tu lo haces, muestras discernimiento.» Indudablemente que todo esto es para pensarlo, con detenimiento y con buena dosis de sinceridad con uno mismo. No debemos juzgar en el sentido de hacernos jueces de nuestro prójimo. Para actuar justamente con nuestro prójimo, pensemos de una manera justa sobre él, para ser b

Enviados por primera vez

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Paz y bien por Beato Juan Pablo II Jesús dice a Pedro: "Duc in altum – Remar mar adentro" (Lc 5, 4). “Pedro y los primeros compañeros se fiaron de las palabras de Cristo, y echaron las redes” (Novo millennio ineunte , 1)... Quien abra el corazón a Cristo no sólo comprende el misterio de la propia existencia, sino también el de la propia vocación, y recoge espléndidos frutos de gracia. Primero, creciendo en santidad por un camino espiritual que, comenzando con el don del Bautismo, prosigue hasta alcanzar la perfecta caridad (cfr ibid, 30). Viviendo el Evangelio "sine glossa" , el cristiano se hace cada vez más capaz de amar como Cristo, a tenor de la exhortación: "Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto" (Mt 5, 48). Se esfuerza en perseverar en la unidad con los hermanos dentro de la comunión de la Iglesia, y se pone al servicio de la nueva evangelización para proclamar y ser testigo de la impresionante realidad del amor salvífico

Necesidad de la pobreza

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Paz y bien Domingo 15, ciclo B, Marcos 6, 7 - 13 San Pablo nos dice a todos que Dios nos ha concedido ser hijos de Dios y ha derrochado en nosotros el tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad (Ef 1,5-9). Dios da a sus fieles grandes bienes y lo hace con generosidad. Pero leemos hoy en el evangelio que se nos pide a cambio una disposición de desprendimiento de los bienes materiales. Para alcanzar aquellas riquezas hay que despojarse de éstas. Hay tres temas -pobreza, castidad y obediencia- en los que es fácil que se meta el yo, el criterio propio, egoísta. Es preciso ser objetivos, dejarnos orientar para ver las cosas como en tercera persona, porque mientras no se vivan, se está incapacitado para entender los bienes espirituales. En la tierra necesitamos bienes y recursos, pero son medios: tener dinero sirve para no tener que estar preocupados por él, poder dedicarnos a lo que debemos hacer y poder ayudar a los demás. No es m

En el camino aprendí...

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Que llegar alto no es crecer. Ni que escuchar es oír. Ni lamentarse es sentir. Que mirar no siempre es ver. ¡Ni acostumbrarse es amar..! En el camino aprendí... Que andar solo no es soledad ... Que la cobardía no es paz. Ni se es feliz por solo sonreír. ¡Y que peor que mentir es silenciar la verdad! Que puede un sueño de Amor abrirse como una flor y como esa flor morir... Pero que en su breve existir: ¡Es todo aroma y color …! El camino me enseñó: Que no es sumisión la humildad. La humildad es ese Don que se suele confundir: “No es lo mismo ser servil, que ser un buen servidor…” Cuando vayan mal las cosas como a veces suelen ir, Cuando ofrezca tu camino solo cuestas que subir, Cuando tengas poco haber pero mucho que pagar, Y precises sonreír aún teniendo que llorar, Cuando el dolor te agobie y no puedas ya sufrir... Descansar acaso debes, pero nunca desistir ¡Cuándo todo esté peor, más debemos insistir!                                           

Donde sopla la brisa

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Paz y bien Acerca de la relación entre la confianza en Dios y lo que sucede en el cuerpo he leído en Hesiquía blog una síntesis impecable. Lo que sucede en el cuerpo afecta a la mente y lo que sucede en la mente afecta al cuerpo. Es una relación recíproca. Pero, lo que es más importante: Lo que vivimos espiritualmente influye muy directamente en el cuerpo y en la mente. Es por lo anterior, que cuando logramos afianzar una actitud de confianza en Dios y en su providencia, esto repercute de manera notable sosegando la mente y relajando el cuerpo. La mente se inquieta cuando se cree la artífice, la que controla, planifica y la que debe prever. Y estas funciones, es cierto, le competen, pero en el marco del plan divino que va desarrollándose en todo. Si pierde este factor esencial en sus consideraciones, esa mente tenderá a la inquietud y permanecerá en el desasosiego, con la angustia resultante. El cuerpo no puede menos que reflejar estos sucesos interiores, manifestando esto

Los obstáculos

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Paz y bien Domingo 14, ciclo B, Marcos 6, 1-6 El Señor encontró al comienzo de su ministerio público una gran resistencia en la aceptación de su mensaje. Algunos se admiraban, pero los prejuicios pudieron más que la evidencia. También hoy algunos miran con desconfianza a Jesucristo, a su Iglesia y sus enseñanzas. Esta reserva inicial, que puede ser una dura prueba para nuestra fe, no debe ni retraernos de seguir difundiéndola entre nuestros conocidos, ni acomodarla para hacerla más atractiva a una mentalidad permisiva. La verdad tiene un enorme poder de convocatoria. Ella se abre paso por sí sola en la cabeza y el corazón de quienes la buscan sinceramente. Hemos de tomar ejemplo de Jesús quien, en aquella entrevista con Pilato donde parecía derrotado frente al poderoso escéptico, confesó: Yo para esto he nacido y para esto vine al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz (Jn 18,37). La indiferencia religiosa lleva a muchos a vivir

Invocar a María

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Paz y bien A través de la historia todo fiel cristiano, que por serlo tiene que ser mariano, ha llevado a la práctica consciente o inconsciente este ruego del gran devoto de la Virgen, San Bernardo. El niño en quien se sembró una gran piedad mariana al llegar a los años borrascosos de la adolescencia y juventud no olvidó aquellas vivencias de sus años infantiles y, como niño, acudió a María tal vez destrozado su corazón por la pasión o el pecado, pero no por eso desesperanzado. Los años le irán haciendo más maduro, pero no por eso olvidará el cariño tierno a la Madre a quien si no de una manera particular, sí en su interior acudía a la Señora. Ni que decir tiene que el anciano que ha vivido tantos años invocando a María, ahora en el declive de su vida sigue teniéndola muy presente, ya que tiene un presagio de pronta realidad el “ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte”. ¡Cuántas invocaciones tienen los cristianos para dirigirse a la Señora y expresa

La conciencia, sagrario del hombre

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Paz y bien En la unidad de cuerpo y alma, el hombre es una síntesis del universo, el cual alcanza en el hombre su cima más alta. Por su cualidad interior, por su interioridad, es el hombre superior al universo entero; y a esta profunda interioridad retorna cuando se mete dentro de si mismo, donde Dios lo aguarda. Al afirmar en si mismo la espiritualidad y la inmortalidad de su alma, no es el hombre juguete de un espejismo ilusorio, sino que, por el contrario, toca la verdad más profunda de la realidad. «La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre en el que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquella» (GS,16) En lo más profundo de su conciencia descubre el hombre la existencia de una ley, que él no se dicta a si mismo. El hombre tiene una ley escrita por Dios en su corazón y esa ley es tan íntima que el hombre no puede desconocer, por más que tenga la triste posibilidad de acallarla y desoírla; siempre estará su co

Para cambiar las cosas

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Paz y bien Te rebelas ante este mundo dividido y enfrentado en el que circulan la droga, la indiferencia, el opio del placer, de la comodidad, la fiebre del dinero o del poder. Ideologías irreconciliables, ambiciones encontradas. Te asquean la mentira, el cinismo, los manejos turbios, la hipocresía; te atormentan la angustia de este mundo, historia tan sucia, tan cubierta de sangre y de odio, tan gastada en violencias y guerras cruentas. Te sublevan la injusticia de los “justos”, la estupidez de los “prudentes”, la inoperancia de los “declamadores”, la tiranía de los “liberadores“. ¿Y qué haces? ¿Comentarlo en el café, en las reuniones, en la calle, en la oficina? El mundo seguirá igual. Quizá peor. «Traten de convencer a los que dudan y sálvenlos, arrancándolos de la condenación, a los demás trátenlos con compasión, pero con prudencia...» (Judas 22-23) Al mundo no lo cambian los que critican, sino los que obran en él, los que se esfuerzan en volcar en él su generosidad, su

Camino al amanecer

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Crece la luz bajo tu hermosa mano, Padre celeste, y suben los hombres matutinos al encuentro de Cristo Primogénito. El hizo amanecer ante tus ojos y enalteció la aurora, cuando aún no estaba el hombre sobre el mundo para poder cantarla. El es principio y fin del universo, y el tiempo, en su caída, se acoge al que es la fuerza de las cosas y en él rejuvenece. Él es quien nos reanima y fortalece, y hace posible el himno que, ante las maravillas de tus manos, cantamos jubilosos. He aquí la nueva luz que asciende y busca su cuerpo misterioso; he aquí, en la claridad de la mañana, el signo de tu rostro. Envía, Padre eterno, sobre el mundo el soplo de tu Hijo, potencia de tu diestra y primogénito de todos los que mueren. Amén. Fraternalmente, paz y bien  †  Dominus Providebit

Sin la luz de Cristo

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El hombre siempre se propuso una serie de preguntas, esperando encontrar respuestas que lo satisfaga. ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es el sentido del dolor, del mal, de la muerte, que a pesar de tantos progresos hechos subsisten todavía? ¿Qué valor tienen las victorias logradas a tan alto precio? ¿Que puede dar el hombre a la sociedad?  ¿ Qué puede esperar de ella?  ¿Qué hay después de esta vida temporal? Hace muchos siglos que el hombre se halla torturado por estos interrogantes y seguirá siéndolo mientras no acuda a la fe, que es la única que puede dar la luz esclarecedora; una fe sincera y profunda, que lleve al hombre a echarse en los brazos paternales de Dios; de un Dios que piensa en el hombre, que ama al hombre, que se preocupa por el hombre aunque el hombre no alcance a comprender, por su limitación de naturaleza creada, los planes y designios de ese Dios. «Bajo la luz de Cristo, imagen de Dios invisible, primogénito de toda la creación, el Concilio habla a todos, para

Un minuto a Dios

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Salmo 118, 15 - 16 Poco se acostumbra hoy reflexionar, meditar, pensar con seriedad y detención. El mundo que nos rodea es un mundo de bullicio que aturde y nos priva del silencio indispensable para nuestra introspección. Somos seres inteligentes; si el hombre es el profesional del pensamiento, hay muchos hombres que no ejercen su profesión. No debemos marchar por la fuerza exclusiva de los instintos ciegos y apetencias naturales... ni como hipnotizados irresponsables, ni como sonámbulos inconscientes. No vayamos a ser victimas del vértigo de la velocidad, ni de la alocada precipitación, que es el mal terrible de nuestros días; dediquemos cada día, unos breves minutos al menos, a entrar en nosotros mismos... el “minuto de Dios” ha de ocupar en nuestro día un lugar preponderante; cuando más pensemos, más hombres seremos; cuanto más pensemos en Dios más nos asemejaremos a El. «Meditaré en tus mandamientos y pensaré atentamente en tu voluntad. Pondré mi felicidad en tus estatut

Querer de verdad

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Paz y bien Domingo 13 - B- Marcos 5, 32-43 Aquella mujer quería curarse, y había puesto todos los medios a su alcance. Ya no había más remedios, pero al oír hablar de Jesús se lanza a tocarle porque cree que puede curarle. Si hiciéramos una encuesta preguntando a las personas si quieren ir al cielo, todas dirían que sí, que sí quieren. Pero una cosa es ese vago deseo y otra el quererlo realmente, poniendo los medios que hagan falta. Cuentan que una hermana suya preguntó a Tomás de Aquino qué es lo que se necesita para ir al cielo, y su hermano, que podía haberle hecho un largo menú (oración, sacramentos, obras de misericordia, etc.), fue esa vez muy lacónico: «Teodora -le dijo- lo único que hace falta es querer» . Por parte de Dios el camino está trazado, sólo queda recorrerlo personalmente; pero para eso hay que querer de verdad, empleándose a fondo: quien quiere de verdad pondrá los medios. Por eso señala la santa de Ávila que «a los que quieren beber de esta agua de vida