Ejercicios del buen religioso

Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre,

1. La vida del que se ha abandonado a Dios debe resplandecer de toda clase de virtud para que interiormente sea como aparece a los hombres exteriormente. Y, con razón, en su interior, el hombre debe ser mejor que en su exterior, porque nuestro Dios nos mira y a Él, dondequiera que estemos, le debemos sumo respeto y en su presencia, debemos caminar puros como los ángeles.

Cada día debemos renovar nuestro propósito y estimularnos a un mayor fervor como si hoy nos hubiésemos convertido, diciendo: Señor, Dios mío, ayúdame en mi buen propósito de entregarme a tu santo servicio. Concédeme la gracia de empezar hoy a trabajar seriamente porque, hasta la fecha, nada he hecho de bueno.

2. El adelanto espiritual va parejo con nuestro propósito y el que quiera progresar necesita mucha actividad. Si el que hace firmes propósitos falla muchas veces, ¿que será de aquel que solo raramente formula algún proyecto y sin mucha decisión?

Sucede que por diversos motivos abandonamos nuestras resoluciones, pero, acordémonos que también la simple omisión de un solo ejercicio de piedad produce un perjuicio. El propósito de los justos, más que de la propia prudencia, depende de la gracia de Dios, en el cual ponen toda su confianza y al cual confían toda empresa.

El hombre propone, pero Dios dispone, ya que no está en manos del hombre determinar el propio futuro.

Fraternalmente,



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La Imitación de Cristo, Tomás de Kempis

Comentarios

  1. Si esa entrega y abandono en Dios, no nos cambia es que ni nos hemos entrgeado ni nos hemos abandonado en El.
    Un abrazo

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  2. Hoy me vendría bien un poco de esa serenidad, ¡porque llevo un día...!

    Un abrazo, Claudio.

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  3. gracias, el abandono solo en Él todos los dia hemos de comenzar de nuevo y el camino es el del abandono el las manos del PADRE muy unidos en oración y un abrazo fuerte gracias por tu compartir me ayuda

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  4. Gracias por la reflexión, cada día es un empezar de nuevo y en ello quiero proponerme, como bien lo decía S. Fco., "Comencemos hermanos, que poco o nada hemos hecho".

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