Defectos
Paz y bien en el Señor Jesús y en su Santísima Madre,
1 - Aquellos defectos, personales o ajenos, que no puedes corregir, debes tolerarlos con paciencia hasta que Dios lo ordene de otro modo. Puede acontecer que esto sea mejor para tu resignación y conformidad, porque, de otra manera, serían de poco valor tus méritos. Sin embargo, frente a tales obstáculos, debes insistentemente suplicar a Dios que se digne socorrerte para soportarlos con alegría.
2 - Si alguno que tu amonestaste una o dos veces, no se enmienda, no te pongas a pelear con él, sino encomiéndalo a Dios, para que en todos nosotros, sus siervos, se cumpla su voluntad y la gloria de Aquel que sabe transformar el mal en bien.
Procura ser paciente para soportar los defectos y las debilidades del prójimo, cualesquiera fueran, pues tú también tienes muchas imperfecciones que los otros deben aguantar.
Si tu no alcanzas a ser lo que deseas, ¿cómo puedes exigir de los demás que sean conformes a tus aspiraciones? Exigimos a los demás perfección, pero nosotros no enmendamos nuestros defectos.
3 - Queremos que los demás sean estrictamente corregidos, pero nosotros no. Nos molesta la excesiva liberalidad de otros, pero no queremos se nos niegue nada a nosotros. Queremos que se restrinja a otros por medio de reglamentos, pero no permitimos que a nosotros se nos ponga un solo freno. De aquí surge clara la conclusión: no consideramos al prójimo como a nosotros mismos.
Si todos fueran perfectos, ¿qué ocasiones nos proporcionarían nuestros semejantes para sufrir por amor de Dios?
4 - Ahora bien, Dios, en este mundo, ha ordenado las cosas de esta manera para que sobrellevemos recíprocamente nuestras cargas (Gal. 6, 2). Porque no hay nadie sin defecto y todos llevamos nuestras aflicciones; no hay nadie que baste a si mismo y nadie es suficientemente sabio. Es indispensable, pues, soportarnos mutuamente y juntamente consolarnos, ayudarnos unos a otros, instruirnos y aconsejarnos.
El momento de la adversidad manifestará cuán alta sea la perfección alcanzada. Esas ocasiones no debilitan al hombre, si, demuestran cuál es su estado.
«Hagamos el bien si desanimarnos; al debido tiempo cosecharemos con tal de que seamos constantes.»
Fraternalmente,
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La Imitación de Cristo, Tomás de Kempis
Fraternalmente,
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La Imitación de Cristo, Tomás de Kempis
Mi experiencia, me dice que encontrar alguien que te ayude a ver los propios defectos y a luchar contra ellos , es encontrar una ayuda valiosísima. Solo si nos dejamos ayudar podemos vencerlos .Un director espiritual nos ofrecerá esta ayuda de una forma impagable.
ResponderBorrarUn abrazo
gracias por este compartir sabe pienso que hemos de reconocer nuestros defectos a veces tenemos las persona s pero somos nosotros que nos cerramos a reconocerlo que el señor nos conceda la gracias de reconocerlo y correjirlo solo es dejarmnos hacer gracias unidos en oración y un abrazo fuerte
ResponderBorrarNadie es perfecto , saber reconocer nuestros defectos en el primer paso para tratar de enmendarlos.
ResponderBorrarUn abrazo
Querido Amigo precioso el post. Edificante el mensaje.
ResponderBorrarUna ternurita la imágen.
Besitos, que termines feliz el día.
Nos van muy bien las humillaciones, de vez en cuando, para acordarnos de que somos muy falibles y así es como el Señor nos demuestra lo mucho que le necesitamos. Gloria siempre a Él.
ResponderBorrarUn abrazo, amigo.
;O)
Ufff....a mí me gustaría cambiar muchas cosas de mí misma. En realidad soy más dura conmigo que con nadie. Un beso ¡¡
ResponderBorrar¡Gloria a Dios!
ResponderBorrarUn fuerte abrazo a tod@s