14 de mayo de 2010

El sacramento de la reconciliación


¡Paz y bien para todos!

Aquellas personas que buscan pretextos para cumplir con este sacramento, encuentran razones para no hacerlo. Dios que es respetuoso e ingresa solo si uno lo deja entrar, escucha estas diez (10) razones:


  1. Porque prefiero pedirle perdón a Dios directamente, sin intermediarios.
  2. Porque mis pecados son una cosa especial, algo muy personal que solo yo -que fui el autor- los entiende.
  3. Porque no quiero aburrir ni hacer perder el tiempo a una persona tan ocupada como es el sacerdote.
  4. Porque me siento ridículo en el confesionario arrodillado y susurrándole a la ventanita.
  5. Porque me da vergüenza cuando no hay confesionario y tengo que dirigirme al cura así no más, a cara descubierta.
  6. Porque, en fin de cuentas, hay gente que peca mucho más que yo, y si voy a confesarme quizás estoy ocupando el lugar de alguien que lo necesita más que yo.
  7. Porque el daño ya está hecho y confesar las barbaridades que hice no hice desaparecer el daño.
  8. Porque el sacerdote es un ser humano y puede sucumbir a la tentación de contarle a alguien las cosas que le confesé.
  9. Porque es posible que Dios únicamente perdone aquellas faltas que fueron comunicadas a un cura.
  10. Porque no creo que una persona común y corriente tenga derecho a decidir que es lo bueno y que es lo bueno o lo de mis acciones, por más cura que sea.
También hay razones para confesarse. La primera, la más importante, es ésta: la confesión existe porque Jesús quiso que fuera así. En el evangelio de Juan cuando Jesús resucitado se le aparece a los apóstoles les dijo esto "Reciban el Espíritu Santo; a quienes ustedes perdonen, queden perdonados y a quienes no libren de sus pecados, queden atados" (Juan 20, 22-23)

Entonces, la primera razón que podemos dar es esta: la confesión con un sacerdote existe porque fue así como lo quiso Dios.

Pero hay una segunda razón que tiene mucha importancia. Jesús nos conoce bien. Sabe como somos y que necesitamos. Cuando instituye el sacramento de la reconciliación, Jesús lo hace respondiendo a una necesidad que está en la raíz de nuestra condición humana. Porque no solo necesitamos que Dios nos perdone, sino también necesitamos que alguien nos escuche y nos confirme que ese amor de Dios nos perdona.

Dice Monseñor Jorge Casaretto en su libro "Diálogos en tiempo de zapping": " El sacerdote, con toda su limitación humana -porque somos limitados- puede responderle a las personas en nombre de Dios, porque tiene una gracia especial para celebrar los sacramentos. Dios nos inspira a los curas de tal modo que, en el momento de la penitencia, pone sus palabras en nuestra bocas, sobre todo para consolar a la gente que está angustiada por un pecado y pueda, así, comprobar que Dios tiene una respuesta para darle. Para mi, como sacerdote, sentarme en el confesionario es una de las experiencias más fascinantes de mi vida. Esta experiencia que vivo como confesor me asegura y me confirma que, cuando Jesús inventó este sacramento, lo hizo respondiendo a una necesidad que tenemos todos los seres humanos"

"El sacramento de la reconciliación no es fácil. No es sencillo contar los propios pecados. Pero se que es la gracia de Dios que, a través de un sacerdote, viene a mi corazón para perdonarme, y eso me da mucha paz. Yo vivo el perdón de Dios y de su misericordia. Si yo no me confesara, me faltaría la gracia de Dios para seguir avanzando en mi vida sacerdotal".

Sea como sea, cualquier lugar es bueno para hacerlo. ¡Animo!

Bendiciones,



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